Accedió al pedido de su madre aquella mañana y con mucho gusto.
-¿Me haces el favor de ir a despertar a Fabián?-le había preguntado aquella atractiva pelirroja.
Seguía con su pijama puesto. Se detuvo frente a la puerta de la habitación y tomó el picaporte.
Suspiró. No podía evitar que ideas inadecuadas para el momento y la hora cruzaran por su cabeza. Era casi imposible para ella, ya que ella comúnmente no entraba en esa habitación si no era para estar con él. En esa cama donde habían hecho tantas cosas extremadamente excitados por saber que cada encuentro era un momento en que enfrentaban una prohibición.
Era prohibido que estuvieran juntos, que se dedicaran tiempo como novios, como amantes. No debía haber amor entre ellos, pero se amaban y no podían hacer nada para cambiarlo. Solo se entregaban al deseo y hacían el amor.
Finalmente entró y lo vio en su cama durmiendo.
A él. Ese hombre alto que dormía solo en ropa interior, que tenía un cuerpo tentador para cualquier chica admiradora de un cuerpo masculino bien formado por el ejercicio.
En ese momento podía contemplarlo ya que no estaba tapado con la sábana.
Una característica que había descubierto en él era que solo dormía muy inquieto y terminaba desordenando toda la cama, pero acompañado no.
Se quedaba como tonta mirándolo dormir. Y se excitaba más cada segundo. Pensaba en despertarlo de una manera poco habitual.
Cerró sus ojos ya decidida con el rubor presente en sus mejillas.
-Te amo tanto, mi amor. Mira lo que me haces hacer. Eres demasiado atractivo.
Empezó a desvestirse. Quitándose cada prenda como si él la hubiera estado observando con deseo. Finalmente concluyó quitándose sus bragas.
El cuerpo de esa chica hermosa de cabello negro ya había cambiado mucho. Aquella noche en la que su cuerpo que no se diferenciaba mucho del de una niña pequeña había sido desvirgado había quedado atrás.
Ya era una adolescente con un cuerpo que era un arma de seducción masiva.
Subió a la cama moviéndose lentamente. Asegurándose de no despertarlo. Y lentamente le bajó sus calzoncillos mientras se relamía.
-Me encanta despertarte de esta manera, amorcito.
Se sorprendió un poco al ver que el miembro de su hermano estaba erecto. Con esa rigidez fruto de la excitación.
-¿Qué estarás soñando, mi pervertido? Deja de perder el tiempo con sueños y ven a disfrutar conmigo en el mundo real. Ven conmigo.
Comenzó a lamer el miembro de amado. Lo acariciaba con su lengua y lo masturbaba suavemente. Tocaba sus testículos.
Fabián aún dormido empezaba a reaccionar dio leves gemidos en un primer momento. Hasta que finalmente despertó jadeando por la excitación que sentía debido a lo que hacía su hermana menor.
-Pris. ¿Qué estás...? Ah... Qué bien lo haces, amor. Pero... Mamá podría vernos.
-No te preocupes. Solo disfruta.
El riesgo la excitaba aún más. Le gustaba saber que su madre podía entrar por esa puerta y verla lamiendo y chupando el miembro de su hermano. Entendía que al parecer le gustaba jugar con el peligro.
Fabián sentía esa lengua recorriendo su miembro con placer, pero quería más. Sabía que ella se tomaba su tiempo. Lo hacía esperar. Jugaba un poco con él para calentarlo mucho. Pero en ese momento tenía una excusa para apurarla y la aprovechó.
-Pris. Mamá puede vernos. No te tardes mucho.
-Eso lo dices porque quieres que chupe tu miembro delicioso ya mismo, ¿no? No puedes esperar.
-No te mentiré-dijo antes de dar un fuerte gemido.
Priscila posó el miembro sobre sus labios. Lo fue introduciendo lentamente en su boca y lo acariciaba con su lengua, lo apretaba con sus labios, chupaba con todo gusto. Hasta que lo tuvo completamente dentro de su boca por primera vez.
Fabian se excitó mucho al verla así. Se mordió los labios al llegar al orgasmo y derramo su semen en la boca de su hermana.
Ella siguió chupándolo. No desperdició ni una gota de la esencia de su amor.
Se apartó para mirarlo y se relamió. Algo de ese líquido blanco y espeso se escurrían entre sus labios.
-Buenos días, mi amor. ¿Con qué estabas soñando?
-No tiene importancia. Tu ya te encargaste de cumplir mi sueño hace mucho.
-¿Cuál era tu sueño?
-Amar y ser amado, hermosa. Hacer el amor. Y no simplemente tener sexo.
-Te amo.
Priscila con rubor en sus mejillas se acercó para abrazarlo.
Fabían al tenerla cerca al sentirla tan cerca de él no pudo contener el deseo de hacerlo con ella en esa cama una vez más.
Cuando la piel de uno y otro hacían contacto el deseo era irresistible. Para ambos.
La besó en el cuello y la acarició. Su mano fue descendiendo por el cuerpo de esa belleza de cabello negro azabache. Esa chica que para él era una diosa. Era su diosa que lo había bendecido con el privilegio de desvirgarla.
Acarició sus pechos. Los apretó un poco y masajeó suavemente sus pezones con sus dedos, lo cual sabia que a ella le gustaba mucho. Acarició su vientre, pero no siguió su recorrido por alli.
Decidió ir por sus piernas perfectamente cuidadas y casi carentes de marcas que fueran fruto de accidentes dados en la niñez.
Priscila disfrutaba mucho esas caricias. Las manos de su hermano la encendían como el fuego a un papel. Una simple chispa que causaba un incendio un su cuerpo, que despertaba su lujuria.
La mano derecha de Fabián paso de estar sobre un muslo hasta llegar a la entrepierna. Acarició la intimidad de su hermana un poco antes de penetrarla con sus dedos.
-¡Ah! ¡Sigue! ¡Sigue! Voy a acabar, mi amor.
-Estás tan húmeda.
Priscila aún estando sumida en esa excitación desbordante tomó suficiente control sobre sí misma como para tomar el miembro de su hermano, el cual esta rígido una vez más.
Se miraban directamente a los ojos mientras se masturbaban uno a otro. Hacían lo posible para contener sus gemidos. Pararon porque ambos sabían que necesitarían más que eso para contener esa calentura mañanera.
Fabián se posó sobre Priscila y puso su glande sobre la entrada de la vagina. La miró.
Ella sonrojada le pidió...
-Cogeme bien rico, precioso. Hazme disfrutar mucho este mañanero.
-No tienes que pedirlo.
Él dio las primeras embestidas en el interior del sexo de su hermana diciendo...
-Sabes que siempre disfrutas mucho conmigo, hermanita.
-¡Ah! ¡Ah! ¡Mi amor!
Priscila sabía que debía aprovechar que tenía cerca la almohada de su hermano en aquel momento. Y no precisamente para estar más cómoda. Por momentos contenía los sonidos lujuriosos que escapaban por sus labios mordiéndola.
-Te amo, hermanita. Te amo muchísimo.
-Te amo, mi hermanito... Sí. Eres mío.
Cuando estaban a solas casi nunca se trataban como hermanos. Se trataban como novios. Lo cual por momentos hasta les hacía olvidar un poco que lo que hacían no estaba bien para el pensamiento de muchos. Parecía que hacían eso para recordarlo.
Fabían la cogía con deseo. Chupaba sus pezones. Aceleraba sus movimientos al tiempo que los gemidos de su hermana se hacían más fuertes.
La temperatura de sus cuerpos aumentaba. La piel de ambos ardía.
Aquel joven le quitó la almohada a su hermana. La arrojó hacia algún lugar.
Ella sin esa contención y sintiendo ese pené impactándola gimió descontrolada. Se aferró con fuerza a las sábanas. Lo deseaba. Llegar al orgasmo sintiendo la esencia de su hermano en su interior. No le importaba que su madre pudiera escucharla en ese momento a pesar de lo terrible que podía resultar que sucediera eso.
-Pris... Ya no... Ya no resisto. ¡Ahhhh!
-¡Hazlo! ¡Quiero que me llenes toda! ¡Quiero tu leche! Hazme tuya.
Priscila rodeó la cintura de su hermano con sus piernas. Mordió sus labios con tanta fuerza que casi se lastimó. Sintió el semen de su hermano en su interior. Llegando hasta lo más profundo.
Aunque después de eso ambos acostumbraban permanecer abrazados y besándose apasionadamente para disfrutar de ese intimo contacto todo lo posible sabían que ese no era el momento. Se separaron poco después.
Fabián se levantó para vestirse.
Ella volvió a ponerse su ropa interior y su pijama. Pero no fue de inmediato a su habitación para cambiarse y enfrentar el nuevo día.
Su hermano la vio triste. Con algunas lágrimas corriendo por sus mejillas.
-¿Qué tienes, amor? ¿Qué te pasa?
Solo lo abrazo. Apoyó su cabeza sobre ese pecho en el que había descansado tantas noches.
-No puedo creer que tengas que irte. Y encima a vivir con otra mujer.
-Mi amor...
-¿Me amas a mi o a ella?
-Las amo a ambas.
-Pero ya no sientes el mismo amor que antes. Me amas profundamente como lo que soy y no como lo que no puedo ser. Como tu hermana. No como tu amor.
-Tienes razón. No puedo negarlo. Pero si lo que pasa entre nosotros no estuviera prohibido yo preferiría estar contigo. Por siempre, pero no se puede.
Priscila se separó de él. Secó sus lágrimas.
-Es más doloroso saber que tienes razón. Tienes toda la maldita razón. Y no puedo hacer nada que cambie eso. Bueno... En realidad la única solución a esto sería descubrir que soy adoptada o que tu lo eres.
Él solo sonrió y la besó.
-Pris, no quiero que pasemos este último sábado juntos tristes. Intentemos tomarlo de la mejor manera.
La chica de cabello negro apartó su mirada.
-Qué fácil para ti. Tendrás a alguien con quien hacer el amor. No pierdes nada. Tienes a tu amor. Yo soy la que se queda sola. Creo que la mejor manera de abordar esta situación es ser como era antes durante este fin de semana. Ser la hermana cariñosa, pero algo cruel que te amaba en secreto.
-Si así es más fácil para ti...
Fabián bajó su mirada.
-Está bien.
Ella quiso ser algo cruel, pero se derrumbó su determinación al verlo así.
-Lo siento, amor. Es que me duele demasiado que te apartes de mi.
-Eres maravillosa, Pris. Encontrarás a alguien para ti. Como yo lo he hecho. Te amará. Amará todo de ti. Tu ser entero se unirá con el del amor de tu vida. Una unión perfecta de almas, corazones, mentes y cuerpos.
-Sí, pero hasta entonces me harás mucha falta. Espero encontrar a mi amor muy pronto.
Cuando ella terminó de decir eso en una casa que no estaba muy lejos de allí un chico de trece años llamado Alex estornudó.
-¿Estás resfriado, nii-san?
-No. Estoy perfectamente.
-Entonces alguien debe estar hablando de ti. Como dicen siempre en los animés.
-¿De verdad crees en eso, Jesica?
-Quizá una chica que te gusta esté hablando de ti en este momento.
-Déjate de tonterías.
Miranda salió de su habitación cuando terminó de arreglarse para ir hacia el hospital donde trabajaba. Fue hacia el living para ver a sus hijos.
Fabián se levantó al verla.
-Pris, ¿podrías permitirnos un momento a solas?
Habló la pelirroja.
-Sí. Está bien.
La menor de la casa se retiro. Fue hacia su habitación.
Quedaron madre e hijo frente a frente.
-Asi que… Esta es la última vez que me iré sabiendo que Pris estará segura porque tu estás en casa. No pensé que el día llegaría tan pronto, Fabi. ¿Qué pasó? ¿Hay algo que no me estés diciendo? ¿Esa chica está embarazada o algo? Si es así mejor que lo digas ahora Sino me voy a enfadar.
-¡No! ¿Por qué piensas eso?
-Es que…
Su voz ya perdía su firmeza habitual.
-Es que no lo entiendo. ¿Por qué tan pronto? Hace apenas un par de años estabas en el último año de secundaria y ahora pasa esto.
El joven solo se acercó a su madre y la abrazo.
-No es nada extraño, mamá-le dijo mientras ella rompía en llanto y ocultaba su rostro en el pecho de él-. Es lo que pasa. El curso de la vida. Uno va por el mundo conoce muchas personas, hace amigos, se enamora, encuentra el amor y aquel trabajo al que decide dedicarle la vida y llega el momento en que te vas. Te separas un tanto de tu familia. Deberías saberlo mejor que yo, hermosa.
-Qué ironía.
-¿Por qué lo dices?
-Siempre los crie de una forma para lograr en lo posible que ustedes fueran chicos fuertes, que supieran lo que querían hacer con sus vidas e independientes. Pero ahora como que me arrepiento un poco. Quisiera que me necesitaras un poco más. Que no pudieras irte este lunes.
-Te entiendo, mamá. Mañana pasaré un buen día junto a las dos. Les dedicaré todo mi tiempo a ustedes.
Fabián la apartó delicadamente y pasó una mano por las mejillas de su madre para secar sus lágrimas.
-Arriba ese ánimo que no me voy a morir. Y si es preciso para que no me extrañes demasiado te llamaré todos los días si quieres.
-Entre hoy y mañana haré lo posible para poder aceptar por completo esto. Para que el lunes cuando te lleves el resto de tus pertenencias y te vayas pueda despedirte sonriendo.
Miranda lo miró y le sonrió.
Él pensó que realmente nunca encontraría en el mundo una mujer que desplegara una belleza como la de su madre en ese efímero momento con esa sonrisa.
-Tengo que irme. Cuidense mucho. Sean buenos hermanos y pasen esta última noche de sábado solos sin hacer escándalo ni nada, ¿si? Y si aún no lo han hecho demuéstrense uno a otro cuanto se aman realmente.
-Prometido. Seremos buenos chicos.
Miranda se fue hacia el hospital conduciendo su automóvil.
Priscila regresó al living y se sentó en el sofá junto a su hermano.
Se formó un silencio muy incomodo entre ambos.
Debido a la repentina actitud fría que tomó la adolescente de cabello negro.
Debido a la inseguridad de Fabián, quien después de mucho tiempo tenía que enfrentar a una hermana ofendida/enojada con él. Era casi como una situación nueva para él. Lo hacía sentir algo triste también.
-Pris.
-¿Qué quieres?-le preguntó con un tono de voz que demostraba lo poco que deseaba hablarle en ese momento.
-Este es el último día de nuestra… Ya sabes… Relación prohibida. Espero que reconsideres y podamos disfrutar este día lo mejor posible, amor.
-No hay nada nuestro. ¿De qué relación prohibida hablas? Eres mi hermano mayor y nada más. No sé de qué me hablas.
-Bueno… Si te pones en ese plan… Te veré en la cama esta noche.
-Llamé a Erica para pedirle que venga a hacerme compañía y lo hará. Pijamada de amigas íntimas.
Fabián se puso de pie y la miró. Sin poder creer lo que acababa de decirle. Sentía casi como su corazón se despedazaba. Nunca había sentido un rechazo de tal nivel de parte de ella. La amaba tanto y en ese momento parecía que eso no tenía ningún valor.
-Pero Pris… Entiendo si no quieres hacer el amor, pero… ¿Ni siquiera dormiremos juntos? ¿No me dejarás dormir abrazado a ti y sentir tu calor? ¿No podré darte un beso y decirte “buenas noches”?
Ella prefería no mirarlo. Sabía que si veía la expresión en su rostro al decir esas palabras podía llegar a ceder. No quería que eso pasara.
-No creo que eso te importe mucho realmente. Tendrás a alguien que dormirá contigo. Te dará calor y besos. No me necesitas.
Él solo agachó la cabeza y dijo una última cosa antes de retirarse.
-Me tratas como si yo hubiera decidido por propia voluntad llegar a este mundo como tu hermano para hacerte sufrir. No puedes estar más equivocada.
Se dio la vuelta y se fue rápido. Subió las escaleras y se dirigió a su habitación. Si tenía que sufrir y llorar lo haría lejos de ella. Solo en su habitación.
Tanto él como ella lloraron. Derramaron lágrimas. Tan cerca, pero a la vez tan lejos.
La distancia tan difícil de enfrentar. La distancia que había entre sus corazones.
Erica finalmente se acostó junto a su amiga después de ponerse su pijama, el cual había llevado con ella ya que se quedaba a dormir aquella noche.
-Ya dime de una buena vez. Si este es el último sábado que tu hermano estará aquí, ¿por qué no estás con él ahora? Deberían estar haciendo el amor. No así. Tu aquí y él solo en su habitación. Debes aprovechar. ¿Por qué me llamaste? ¿Qué te sucede, Pris? Además él se comporta muy raro. Ni quiso salir de su habitación para cenar. Tuve que llevarle la comida.
Priscila se dio la vuelta en la cama para darle la espalda a su amiga.
-Nada. No pasa nada.
-Ese nada no me resulta convincente. Para nada. Dime qué pasa. Tienes que decírmelo.
-No. Ya duérmete.
-Qué raro que quieras dormir. Son apenas las 11 y cuando yo vengo nos quedamos despiertas como hasta las 3 de la mañana.
Erica siguió insistiendo hasta que la otra finalmente le contó lo que sucedía. Intentó hacerla cambiar de parecer hasta el cansancio.
Finalmente se levantó de la cama. Ya cansada de discutir con ella.
-Está bien. Como quieras. Tengo que ir preparándome.
-¿Preparándote para qué? ¿Adonde vas?
-Preparándome para soportar tu lloriqueos cuando estés arrepentida por lo que estás haciendo ahora. Terminarás lamentándolo. Yo lo sé. Iré al baño.
Fue al baño a hacer lo que tenía que hacer y al salir pensó en hacer algo antes de volver a la habitación con su amiga.
Priscila se cansó de esperarla y fue hacia el baño. No la encontró allí. Tuvo la sensación de que solo había un lugar donde la encontraría.
Se acercó caminando rápido hasta que estuvo cerca de aquel lugar. Al escuchar gemidos se fue acercando más, pero lentamente.
-Ah... Ah... Así.
-¿Lo estoy haciendo bien?
-Para ser la primera sí. Muy bien.
En la mente de esa chica se formaban imágenes de lo que podían estar haciendo en ese momento su hermano y su mejor amiga. Pero para confirmar que algo de todo lo que se imaginaba era acertado siguió avanzando hasta la puerta, la cual estaba entreabierta, para espiar.
Fue testigo de un momento que la excitó mucho.
Su hermano sentado sobre la cama desnudo gimiendo de placer.
Erica estaba arrodillada frente a él. Sin la parte del pijama que cubría su torso y sin sostén. Sostenía el miembro del joven que estaba frente a ella. Lo masturbaba, lo lamía. Tenía sus mejillas enrojecidas. Parecía disfrutar mucho de lo que hacía. Cada lamida la daba con gusto. Como probando un manjar delicioso.
Priscila al verlos inmediatamente sintió la humedad en su entrepierna. Llevó una mano hasta allí y empezó a masturbarse. Deslizó un dedo entre los labios de su sexo. Acariciaba su interior mientras observaba aquello con atención y observaba cada detalle. Cada gemido. Los gestos de ambos.
-Ahora. ¿Me dejas intentar meterlo en mi boca?
-Sí, pero...
-Seré cuidadosa. Lo juro.
Erica lo hizo. Siguió estimulándolo con su boca.
Fabián empezó a jadear por lo que le hacía esa chica.
Ella en un principio cerró sus ojos mientras se ocupaba de hacer ese primerizo sexo oral. Pero luego los abrió. La excitó mucho verlo gemir descontrolado con las mejillas de color carmín. Siguió así hasta que lo hizo acabar.
La esencia de ese joven se derramó en su boca.
En ese momento Priscila llegó al orgasmo estimulándose con sus dedos. Penetrando su vagina.
Fabían notó que se lo tragó, pero notó por la expresión de su rostro que no le había gustado mucho.
-¡Ah! Sabe terrible. Entiendo que a Pris le guste tanto hacerlo, pero con el final es un poquito difícil de lidiar.
-A ella tampoco le gustaba mucho en un principio. Pero terminó acostumbrándose.
Por la excitación por pocos segundos lo dijo como si nada, pero luego...
-¡Espera un momento! ¡Tu sabes que Pris y yo...!
Ya dejado atrás el momento de excitación Priscila hizo evidente su presencia.
-Yo esperándote como tonta y te encuentro aquí y de esta manera. Como sueles hacer por las noches te levantaste para ir al baño y beber un poco de leche. Y no de la que hay en la nevera precisamente.
-Lo siento, Pris. Solo venía a conversar un poco con tu hermano porque está muy triste. Fuimos conversando. Le dije que aunque me gustan las chicas lo veo muy atractivo. Una cosa llevo a la otra. Terminé experimentando sobre como hacer sexo oral a un chico con su pene.
Miró a su hermano.
-Y tu con todo gusto le permitiste experimentar contigo, ¿no?
-No soy el único que no se ha portado como se debe. Se suponía que no le dirías a nadie sobre lo nuestro.
-Te dije que ya no hay nada nuestro. Se terminó.
-Saben que yo no diré nada a nadie. No se pongan así.
-¡Callate! No los interrumpiré. Y tu si quieres coge con mi mejor amiga. Lo prefieres antes que hacerlo con tu estúpida hermana, ¿no es así?
Erica la detuvo antes de que pudiera irse de la habitación y le dio una bofetada.
Priscila que estaba acostumbrada a recibir un trato afectuoso por parte de su mejor amiga solo reaccionó ante eso con lágrimas.
-¡Waaaaa! ¿Por qué me golpeas? Me dolió mucho.
Erica la abrazó.
-Lo siento, pero... Pris... Mi amor. Ya ni piensas en lo que dices. Sé que en una situación normal vernos así te habría excitado mucho.
Le habló al oido.
-Y hasta hubieras pensado en hacer un trío.
Siguió hablándole normalmente.
-Y por lo otro... Tu sabes que tu hermano te ama y obviamente quiere hacerlo contigo. Solo deja esa actitud. Tanto me has contado sobre lo feliz que te hacía cada sábado que estaban solos en esta casa o cuando aprovechaban para salir como si fueran una pareja. Si lo de ustedes tiene que terminar que termine de la mejor forma. Dale tu calor, tu compañía. Muéstrale cuanto valoras todo el amor que te ha dado desde el día que te desvirgó. ¿No te parece mejor asi?
Priscila la miró aun con lágrimas en sus ojos.
-Sí-dijo casi en un susurro.
Luego fue con su hermano. Lo abrazó.
-Perdóname, mi amor. Lo siento mucho de verdad. Te amo.
-Está bien, Pris. Te amo. Te amo demasiado. Créeme.
Se besaron.
-Bueno. Yo me retiro. No se acuesten demasiado tarde por hacer cositas pervertidas. Y traten de contener sus gemidos que quiero dormir. No hagan mucho ruido.
-¡Espera Eri! No te vayas.
-¿Qué necesitas, Pris?
La chica de cabello negro miro a su hermano.
-¿Quieres con ella? Ya sabes.
-¿De qué hablas?
-Ya sabes-le guiñó un ojo-. Un trío.
-¿Hablas en serio?
Erica se quitó lo que le quedaba de ropa. Se desnudó y se posó sobre la cama.
-No tienes que preguntarle Pris. Es más que obvio que le gusta la idea. ¿Qué chico u hombre no querría poder presumir que ha hecho un trío con dos chicas de 15 años como nosotras? Deja de perder el tiempo. Quítate la ropa. Tu y yo haremos que esta sea una de las mejores noches de su vida. Para mi será algo nuevo hacerlo con un chico. Pero... En la vida hay que probar de todo.
-¿Y por qué mejor no me quitan la ropa ustedes? ¿No les gustaría?
Se acostó en la cama. La desvistieron. Se tomaron su tiempo. Entre besos y caricias fueron dejándola como había llegado al mundo.
Cuando ya las dos estaban sin ropa decidieron tomar la iniciativa.
Fabían se acostó. Con una mano iba acariciando y recorriendo el cuerpo de su hermana y con la otra el cuerpo de la mejor amiga. Al tiempo que recibía besos de ambas. Sentía el calor de sus cuerpos femeninos perfectamente formados.
Se turnaban para besarle el cuello, los labios, su pecho.
La excitación en él fue muy notable. Su miembro estaba rígido. Duro como una roca.
Pronto sintió las caricias.
Se fueron turnando. Para acariciar ese sexo masculino erguido, para masturbarlo.
Lo llevaron casi hasta el final.
-¡Ah! ¡Así! ¡Voy a acabar!
-Creo que va descargar mucho de su juguito-dijo Priscila disfrutando de ese lujurioso momento.
Antes de que acabara Erica dejo de masturbarlo.
Se quedó respirando. Suspirando. Aunque no había acabado estar en contacto con dos chicas era una sensación intensa. Tal vez demasiado intensa para cualquiera.
No esperaría mucho. Pensaba levantarse. Ir por ellas. Hacerles lo que él quisiera. Pero fue detenido
Priscila lo detuvo. Lo tomó por los hombros y lo forzó a permanecer acostado.
-Por ahora es nuestro momento. Después te dejamos hacernos lo que quieras. Ahora sé paciente y disfruta, mi amor.
Lo besó antes de seguir complaciéndolo junto con su amiga.
Siguieron adelante. Pero no masturbándolo.
Fabián sintió dos lenguas tocando su miembro.
-¡Ah! ¡Ah! Sí. Chicas malas. Quieren un poco de leche. Tomen toda la que quieran.
No pude decir mucho más que eso. Solo pudo gemir por el inmenso placer.
-Desde aquí lo sigues haciendo tu-dijo Erica, quien dejó de lamer el miembro del joven para acomodarse sobre él de forma de que su intimidad femenina quedara frente a su rostro.
Él entendió de inmediato qué quería que hiciera.
-Hasta ahora solo chicas me han hecho sexo oral.
Así siguieron por un momento.
Erica gimiendo de placer al sentir la lengua del hermano se su amiga acariciando su sexo húmedo, llegando a lo profundo de su intimidad. Haciendo que se aproximara el momento en que derramaría su esencia.
Priscila dejó de chupar el miembro de su amado. Decidió darle placer de otra forma.
Lo montó. Se posó sobre él. Se sentó sobre su miembro. Lo sintió invadiendo su interior con mucho placer.
La posición que tanto le gustaba. Ella sobre él. La amazona.
Fue moviéndose como ella sabía hacerlo. Sentía el roce en su interior. Su sexo ansiaba sentirlo una vez más. La esencia cálida de su hermano en su interior
Erica al ver a su amiga haciendo eso se sintió muy excitada. Eso sumado a las caricias de la lengua de Fabián hizo que llegara al orgasmo, derramando su esencia.
A la vez Priscila siguió moviéndose continuamente hasta que tanto ella como su hermano acabaron. Lo sintió con gusto. El semen corriendo por su interior.
-Qué rico se siente, hermanito. Fue una carga grande. Y toda dentro de mi.
Siguieron. Fueron por más. Ninguno había tenido suficiente aún. Siguieron besándose y acariciándose unos a otros.
Llegó el momento en que Pris al comprobar que su amiga estaba húmeda hizo que se acostara.
Erica abrió sus piernas para permitirle el paso a Fabián, quién la penetró. Ella gimió con fuerza al sentirlo. Su curiosidad había dado buenos frutos. Le gustaba sentirlo en su interior.
Priscila se encargó de tocar los pechos de su amiga, de estimular sus pezones.
-Ahora lo sentirás. El placer que te puede dar un chico. Disfrútalo.
-Ni ha empezado a moverse y ya lo estoy disfrutando.
-Entonces prepárate.
Fabián empezó a moverse. Con las continuas embestidas a la intimidad de Erica. Los fuertes gemidos de ella y saber que era su primera vez con un hombre lo excitaban. Lo motivaban a hacerlo de lo mejor. No sabía si Erica volvería a probar hacerlo con un hombre, pero se aseguraría de hacerla gozar para que nunca lo olvidara. Para que ella dijera que en su primera o única vez con un hombre había experimentado un inmenso placer.
-¡Ah! ¡Ah! ¡Te entiendo! ¡Ay! ¡Entiendo por qué me dijiste tanto que lo intentara!
Erica daba fuertes gemidos. Sentía con placer como ese miembro rozaba las sus paredes vaginales.
Priscila dejó los pechos de Erica y para decirle algo al oido.
Ella hizo lo que su amiga le recomendó. Rodeó la cintura de Fabián con sus piernas.
Él reaccionó cogiendola más duro. Chupando sus pezones.
-Disfrútalo. Que hagas eso se le hace muy motivador.
Los dos acabaron dando un grito de placer.
-¡Ah! Eso se siente rico. Tu semen. ¡Qué rico se siente!
Priscila tocaba su sexo con sus dedos.
-Háganme cariñitos. Me hace falta. Mirando lo que hacían me puse como pan caliente.
Las dos se miraron. Compartieron una mirada cómplice. Tuvieron la misma idea.
-Vamos a darle algo lindo que mirar, Pris.
Fabián fue testigo de un momento en que Pris y Erica se dedicaron tiempo. Hicieron un 69 frente a él y luego de eso entrecruzaron sus piernas para que sus sexos se encontraran o como lo llamaban comúnmente. “Hacer la tijera”.
Luego de eso las dos gozaron. Lo hizo con una a la vez hasta que ya los tres quedaron agotados.
Las dos sintieron el semen derramándose en su sexos que pensaban que ya casi podría escurrirse.
Estuvieron los tres juntos acostados un momento.
Hasta que Erica se levantó y tomó su pijama y su ropa interior.
-Mejor los dejo solos. Tengan su tiempo de pareja. Dulces sueños.
Priscila y Fabián se abrazaron. Sentían con gusto la calidez de ese abrazo. Se besaron.
-Te amo, hermanito. Aunque encuentre a otro amor. Quizá no con la misma intensidad ni de la misma manera, pero siempre te amaré. Nunca olvidaré todo lo que vivimos. Siempre tendrás una parte de mi corazón.
-Te amo, Pris. Te amo demasiado, hermosa. Duerme bien. Sueña algo lindo.
-No es necesario soñar nada al menos esta noche. Porque estás aquí conmigo.
Llegó el lunes por la mañana.
En la calle estaba el auto de Miranda con el resto de las pertenencias de Fabián.
Alli estaban los dos frente a la puerta de la casa.
-Ya te vas-dijo Priscila algo triste.
-Sí. Y debes prometerme algo.
-¿Qué?
-Ten cuidado, Pris. Aunque no parezca aún quedan chicos u hombres en este mundo que aman de verdad, pero te será complicado encontrar uno. Eres una chica muy atractiva y habrá mil que van a hacer la actuación del chico enamorado solo para tenerte en la cama. Si alguien quiere estar contigo tiene que ser por lo que tienes ahí.
Señaló su pecho.
Priscila frunció el ceño.
-¿Por mis tetas? Pero si dijiste que...
Fabián se rió.
-Por eso no. Por lo que hay en tu interior. Tu corazón, tu alma. Debe amar todo de ti.
Ella le sonrió.
-Lo prometo.
-Ah. Y por supuesto. Ah... Es un 50 y 50 entre físico y personalidad. No te quedes con un chico que solo sea... Muy interesante. Me entiendes.
En ese momento fue Priscila la que rió.
-Adiós hermanita. Cuídate mucho.
Él salió de la casa.
-Adiós, mi primer amor.