jueves, 22 de noviembre de 2012

17-La mejor manera de despedirte.


     Accedió al pedido de su madre aquella mañana y con mucho gusto.
    -¿Me haces el favor de ir a despertar a Fabián?-le había preguntado aquella atractiva pelirroja.
    Seguía con su pijama puesto. Se detuvo frente a la puerta de la habitación y tomó el picaporte.
    Suspiró. No podía evitar que ideas inadecuadas para el momento y la hora cruzaran por su cabeza. Era casi imposible para ella, ya que ella comúnmente no entraba en esa habitación si no era para estar con él. En esa cama donde habían hecho tantas cosas extremadamente excitados por saber que cada encuentro era un momento en que enfrentaban una prohibición.
    Era prohibido que estuvieran juntos, que se dedicaran tiempo como novios, como amantes. No debía haber amor entre ellos, pero se amaban y no podían hacer nada para cambiarlo. Solo se entregaban al deseo y hacían el amor.
    Finalmente entró y lo vio en su cama durmiendo.
    A él. Ese hombre alto que dormía solo en ropa interior, que tenía un cuerpo tentador para cualquier chica admiradora de un cuerpo masculino bien formado por el ejercicio.
    En ese momento podía contemplarlo ya que no estaba tapado con la sábana.
    Una característica que había descubierto en él era que solo dormía muy inquieto y terminaba desordenando toda la cama, pero acompañado no.
    Se quedaba como tonta mirándolo dormir. Y se excitaba más cada segundo. Pensaba en despertarlo de una manera poco habitual.
    Cerró sus ojos ya decidida con el rubor presente en sus mejillas.
    -Te amo tanto, mi amor. Mira lo que me haces hacer. Eres demasiado atractivo.
    Empezó a desvestirse. Quitándose cada prenda como si él la hubiera estado observando con deseo. Finalmente concluyó quitándose sus bragas.
    El cuerpo de esa chica hermosa de cabello negro ya había cambiado mucho. Aquella noche en la que su cuerpo que no se diferenciaba mucho del de una niña pequeña había sido desvirgado había quedado atrás.
    Ya era una adolescente con un cuerpo que era un arma de seducción masiva.
    Subió a la cama moviéndose lentamente. Asegurándose de no despertarlo. Y lentamente le bajó sus calzoncillos mientras se relamía.
    -Me encanta despertarte de esta manera, amorcito.
    Se sorprendió un poco al ver que el miembro de su hermano estaba erecto. Con esa rigidez fruto de la excitación.
    -¿Qué estarás soñando, mi pervertido? Deja de perder el tiempo con sueños y ven a disfrutar conmigo en el mundo real. Ven conmigo.
    Comenzó a lamer el miembro de amado. Lo acariciaba con su lengua y lo masturbaba suavemente. Tocaba sus testículos.
    Fabián aún dormido empezaba a reaccionar dio leves gemidos en un primer momento. Hasta que finalmente despertó jadeando por la excitación que sentía debido a lo que hacía su hermana menor.
    -Pris. ¿Qué estás...? Ah... Qué bien lo haces, amor. Pero... Mamá podría vernos.
    -No te preocupes. Solo disfruta.
    El riesgo la excitaba aún más. Le gustaba saber que su madre podía entrar por esa puerta y verla lamiendo y chupando el miembro de su hermano. Entendía que al parecer le gustaba jugar con el peligro.
    Fabián sentía esa lengua recorriendo su miembro con placer, pero quería más. Sabía que ella se tomaba su tiempo. Lo hacía esperar. Jugaba un poco con él para calentarlo mucho. Pero en ese momento tenía una excusa para apurarla y la aprovechó.
    -Pris. Mamá puede vernos. No te tardes mucho.
    -Eso lo dices porque quieres que chupe tu miembro delicioso ya mismo, ¿no? No puedes esperar.
    -No te mentiré-dijo antes de dar un fuerte gemido.
    Priscila posó el miembro sobre sus labios. Lo fue introduciendo lentamente en su boca y lo acariciaba con su lengua, lo apretaba con sus labios, chupaba con todo gusto. Hasta que lo tuvo completamente dentro de su boca por primera vez.
    Fabian se excitó mucho al verla así. Se mordió los labios al llegar al orgasmo y derramo su semen en la boca de su hermana.
    Ella siguió chupándolo. No desperdició ni una gota de la esencia de su amor.
    Se apartó para mirarlo y se relamió. Algo de ese líquido blanco y espeso se escurrían entre sus labios.
    -Buenos días, mi amor. ¿Con qué estabas soñando?
    -No tiene importancia. Tu ya te encargaste de cumplir mi sueño hace mucho.
    -¿Cuál era tu sueño?
    -Amar y ser amado, hermosa. Hacer el amor. Y no simplemente tener sexo.
    -Te amo.
    Priscila con rubor en sus mejillas se acercó para abrazarlo.
    Fabían al tenerla cerca al sentirla tan cerca de él no pudo contener el deseo de hacerlo con ella en esa cama una vez más.
    Cuando la piel de uno y otro hacían contacto el deseo era irresistible. Para ambos.
    La besó en el cuello y la acarició. Su mano fue descendiendo por el cuerpo de esa belleza de cabello negro azabache. Esa chica que para él era una diosa. Era su diosa que lo había bendecido con el privilegio de desvirgarla.
    Acarició sus pechos. Los apretó un poco y masajeó suavemente sus pezones con sus dedos, lo cual sabia que a ella le gustaba mucho. Acarició su vientre, pero no siguió su recorrido por alli.
    Decidió ir por sus piernas perfectamente cuidadas y casi carentes de marcas que fueran fruto de accidentes dados en la niñez.
    Priscila disfrutaba mucho esas caricias. Las manos de su hermano la encendían como el fuego a un papel. Una simple chispa que causaba un incendio un su cuerpo, que despertaba su lujuria.
    La mano derecha de Fabián paso de estar sobre un muslo hasta llegar a la entrepierna. Acarició la intimidad de su hermana un poco antes de penetrarla con sus dedos.
    -¡Ah! ¡Sigue! ¡Sigue! Voy a acabar, mi amor.
    -Estás tan húmeda.
    Priscila aún estando sumida en esa excitación desbordante tomó suficiente control sobre sí misma como para tomar el miembro de su hermano, el cual esta rígido una vez más.
    Se miraban directamente a los ojos mientras se masturbaban uno a otro. Hacían lo posible para contener sus gemidos. Pararon porque ambos sabían que necesitarían más que eso para contener esa calentura mañanera.
    Fabián se posó sobre Priscila y puso su glande sobre la entrada de la vagina. La miró.
    Ella sonrojada le pidió...
    -Cogeme bien rico, precioso. Hazme disfrutar mucho este mañanero.
    -No tienes que pedirlo.
    Él dio las primeras embestidas en el interior del sexo de su hermana diciendo...
    -Sabes que siempre disfrutas mucho conmigo, hermanita.
    -¡Ah! ¡Ah! ¡Mi amor!
    Priscila sabía que debía aprovechar que tenía cerca la almohada de su hermano en aquel momento. Y no precisamente para estar más cómoda. Por momentos contenía los sonidos lujuriosos que escapaban por sus labios mordiéndola.
    -Te amo, hermanita. Te amo muchísimo.
    -Te amo, mi hermanito... Sí. Eres mío.
    Cuando estaban a solas casi nunca se trataban como hermanos. Se trataban como novios. Lo cual por momentos hasta les hacía olvidar un poco que lo que hacían no estaba bien para el pensamiento de muchos. Parecía que hacían eso para recordarlo.
    Fabían la cogía con deseo. Chupaba sus pezones. Aceleraba sus movimientos al tiempo que los gemidos de su hermana se hacían más fuertes.
    La temperatura de sus cuerpos aumentaba. La piel de ambos ardía.
    Aquel joven le quitó la almohada a su hermana. La arrojó hacia algún lugar.
    Ella sin esa contención y sintiendo ese pené impactándola gimió descontrolada. Se aferró con fuerza a las sábanas. Lo deseaba. Llegar al orgasmo sintiendo la esencia de su hermano en su interior. No le importaba que su madre pudiera escucharla en ese momento a pesar de lo terrible que podía resultar que sucediera eso.
    -Pris... Ya no... Ya no resisto. ¡Ahhhh!
    -¡Hazlo! ¡Quiero que me llenes toda! ¡Quiero tu leche! Hazme tuya.
    Priscila rodeó la cintura de su hermano con sus piernas. Mordió sus labios con tanta fuerza que casi se lastimó. Sintió el semen de su hermano en su interior. Llegando hasta lo más profundo.
    Aunque después de eso ambos acostumbraban permanecer abrazados y besándose apasionadamente para disfrutar de ese intimo contacto todo lo posible sabían que ese no era el momento. Se separaron poco después.
    Fabián se levantó para vestirse.
    Ella volvió a ponerse su ropa interior y su pijama. Pero no fue de inmediato a su habitación para cambiarse y enfrentar el nuevo día.
    Su hermano la vio triste. Con algunas lágrimas corriendo por sus mejillas.
    -¿Qué tienes, amor? ¿Qué te pasa?
    Solo lo abrazo. Apoyó su cabeza sobre ese pecho en el que había descansado tantas noches.
    -No puedo creer que tengas que irte. Y encima a vivir con otra mujer.
    -Mi amor...
    -¿Me amas a mi o a ella?
    -Las amo a ambas.
    -Pero ya no sientes el mismo amor que antes. Me amas profundamente como lo que soy y no como lo que no puedo ser. Como tu hermana. No como tu amor.
    -Tienes razón. No puedo negarlo. Pero si lo que pasa entre nosotros no estuviera prohibido yo preferiría estar contigo. Por siempre, pero no se puede.
    Priscila se separó de él. Secó sus lágrimas.
    -Es más doloroso saber que tienes razón. Tienes toda la maldita razón. Y no puedo hacer nada que cambie eso. Bueno... En realidad la única solución a esto sería descubrir que soy adoptada o que tu lo eres.
    Él solo sonrió y la besó.
    -Pris, no quiero que pasemos este último sábado juntos tristes. Intentemos tomarlo de la mejor manera.
    La chica de cabello negro apartó su mirada.
    -Qué fácil para ti. Tendrás a alguien con quien hacer el amor. No pierdes nada. Tienes a tu amor. Yo soy la que se queda sola. Creo que la mejor manera de abordar esta situación es ser como era antes durante este fin de semana. Ser la hermana cariñosa, pero algo cruel que te amaba en secreto.
    -Si así es más fácil para ti...
    Fabián bajó su mirada.
    -Está bien.
    Ella quiso ser algo cruel, pero se derrumbó su determinación al verlo así.
    -Lo siento, amor. Es que me duele demasiado que te apartes de mi.
    -Eres maravillosa, Pris. Encontrarás a alguien para ti. Como yo lo he hecho. Te amará. Amará todo de ti. Tu ser entero se unirá con el del amor de tu vida. Una unión perfecta de almas, corazones, mentes y cuerpos.
    -Sí, pero hasta entonces me harás mucha falta. Espero encontrar a mi amor muy pronto.
    Cuando ella terminó de decir eso en una casa que no estaba muy lejos de allí un chico de trece años llamado Alex estornudó.
    -¿Estás resfriado, nii-san?
    -No. Estoy perfectamente.
    -Entonces alguien debe estar hablando de ti. Como dicen siempre en los animés.
    -¿De verdad crees en eso, Jesica?
    -Quizá una chica que te gusta esté hablando de ti en este momento.
    -Déjate de tonterías.




      Miranda salió de su habitación cuando terminó de arreglarse para ir hacia el hospital donde trabajaba. Fue hacia el living para ver a sus hijos.
     Fabián se levantó al verla.
     -Pris, ¿podrías permitirnos un momento a solas?
     Habló la pelirroja.
     -Sí. Está bien.
     La menor de la casa se retiro. Fue hacia su habitación.
     Quedaron madre e hijo frente a frente.
     -Asi que… Esta es la última vez que me iré sabiendo que Pris estará segura porque tu estás en casa. No pensé que el día llegaría tan  pronto, Fabi. ¿Qué pasó? ¿Hay algo que no me estés diciendo? ¿Esa chica está embarazada o algo? Si es así mejor que lo digas ahora Sino me voy a enfadar.
     -¡No! ¿Por qué piensas eso?
     -Es que…
     Su voz ya perdía su firmeza habitual.
     -Es que no lo entiendo. ¿Por qué tan pronto? Hace apenas un par de años estabas en el último año de secundaria y ahora pasa esto.
     El joven solo se acercó a su madre y la abrazo.
     -No es nada extraño,  mamá-le dijo mientras ella rompía en llanto y ocultaba su rostro en el  pecho de él-. Es lo que pasa. El curso de la vida. Uno va por el mundo conoce muchas personas, hace amigos, se enamora, encuentra el amor y aquel trabajo al que decide dedicarle la vida y llega el momento en que te vas. Te separas un tanto de tu familia. Deberías saberlo mejor que yo, hermosa.
     -Qué ironía.
     -¿Por qué lo dices?
    -Siempre los crie de una forma para lograr en lo posible que ustedes fueran chicos fuertes, que supieran lo que querían hacer con sus vidas e independientes. Pero ahora como que me arrepiento un poco. Quisiera que me necesitaras un poco más. Que no pudieras irte este lunes.
     -Te entiendo, mamá. Mañana pasaré un buen  día junto a las dos. Les dedicaré todo mi tiempo a ustedes.
     Fabián  la apartó delicadamente y pasó una mano por  las mejillas de su madre para secar  sus  lágrimas.
     -Arriba ese ánimo que no me voy a morir. Y si es preciso para que no me extrañes demasiado  te llamaré todos los días si quieres.
     -Entre hoy y mañana haré lo posible para poder aceptar por completo esto. Para que el lunes cuando te lleves el resto de tus pertenencias y te vayas pueda despedirte sonriendo.
     Miranda lo miró y le sonrió.
     Él pensó que realmente nunca encontraría en el mundo una mujer que desplegara una belleza como la de su madre en ese efímero momento con esa sonrisa.
     -Tengo que irme. Cuidense mucho. Sean buenos hermanos y pasen esta última noche de sábado solos sin hacer escándalo ni nada,  ¿si? Y si aún no lo han hecho demuéstrense uno a otro cuanto se aman  realmente.
     -Prometido. Seremos buenos chicos.
      Miranda se fue hacia el hospital conduciendo su automóvil.
     Priscila regresó al living y se sentó en el sofá junto a su hermano.
     Se formó un silencio muy incomodo entre ambos.
     Debido a la repentina actitud fría que tomó la adolescente de cabello negro.
     Debido a la inseguridad de Fabián, quien después de mucho tiempo  tenía que  enfrentar a una hermana ofendida/enojada con  él. Era casi como una situación nueva para él. Lo hacía sentir algo triste también.
     -Pris.
     -¿Qué quieres?-le preguntó con un tono de voz que demostraba lo poco que deseaba hablarle en ese momento.
     -Este es el último día de nuestra… Ya sabes… Relación prohibida. Espero que reconsideres y podamos disfrutar este día  lo mejor  posible, amor.
     -No hay nada  nuestro. ¿De qué  relación prohibida hablas? Eres mi hermano mayor  y nada más. No sé de qué me hablas.
     -Bueno… Si te pones en ese plan… Te veré en la cama esta noche.
     -Llamé a Erica para pedirle que venga a hacerme compañía y lo hará. Pijamada de amigas íntimas.
     Fabián se puso de pie y la miró. Sin poder creer lo que acababa de decirle. Sentía casi como su corazón se despedazaba. Nunca había sentido un rechazo de tal nivel de parte de ella. La amaba tanto y en ese momento parecía que eso no tenía ningún valor.
     -Pero Pris… Entiendo si no quieres hacer el amor, pero… ¿Ni siquiera dormiremos juntos? ¿No me dejarás dormir abrazado a ti y sentir tu calor? ¿No podré darte un beso y decirte “buenas noches”?
      Ella prefería no mirarlo. Sabía que si veía la expresión en su rostro al decir esas palabras podía llegar a ceder. No quería que eso pasara.
      -No creo que eso te importe mucho realmente. Tendrás a alguien que dormirá contigo. Te dará calor y besos. No me necesitas.
      Él solo agachó la cabeza y dijo una última cosa antes de retirarse.
      -Me tratas como si yo hubiera decidido por  propia voluntad llegar a este mundo como tu hermano para hacerte sufrir. No puedes estar más equivocada.
      Se dio la vuelta y se fue rápido. Subió las escaleras y se dirigió a su habitación. Si tenía que sufrir y llorar lo haría lejos de ella. Solo en su habitación.
      Tanto él como ella lloraron. Derramaron lágrimas. Tan cerca, pero a la vez tan lejos.
      La distancia tan difícil de enfrentar. La distancia que había entre sus corazones.


    

    Erica finalmente se acostó junto a su amiga después de ponerse su pijama, el cual había llevado con ella ya que se quedaba a dormir aquella noche.
    -Ya dime de una buena vez. Si este es el último sábado que tu hermano estará aquí, ¿por qué no estás con él ahora? Deberían estar haciendo el amor. No así. Tu aquí y él solo en su habitación. Debes aprovechar. ¿Por qué me llamaste? ¿Qué te sucede, Pris? Además él se comporta muy raro. Ni quiso salir de su habitación para cenar. Tuve que llevarle la comida.
    Priscila se dio la vuelta en la cama para darle la espalda a su amiga.
    -Nada. No pasa nada.
    -Ese nada no me resulta convincente. Para nada. Dime qué pasa. Tienes que decírmelo.
    -No. Ya duérmete.
    -Qué raro que quieras dormir. Son apenas las 11 y cuando yo vengo nos quedamos despiertas como hasta las 3 de la mañana.
    Erica siguió insistiendo hasta que la otra finalmente le contó lo que sucedía. Intentó hacerla cambiar de parecer hasta el cansancio.
    Finalmente se levantó de la cama. Ya cansada de discutir con ella.
    -Está bien. Como quieras. Tengo que ir preparándome.
    -¿Preparándote para qué? ¿Adonde vas?
    -Preparándome para soportar tu lloriqueos cuando estés arrepentida por lo que estás haciendo ahora. Terminarás lamentándolo. Yo lo sé. Iré al baño.
    Fue al baño a hacer lo que tenía que hacer y al salir pensó en hacer algo antes de volver a la habitación con su amiga.
    Priscila se cansó de esperarla y fue hacia el baño. No la encontró allí. Tuvo la sensación de que solo había un lugar donde la encontraría.
    Se acercó caminando rápido hasta que estuvo cerca de aquel lugar. Al escuchar gemidos se fue acercando más, pero lentamente.
    -Ah... Ah... Así.
    -¿Lo estoy haciendo bien?
    -Para ser la primera sí. Muy bien.
    En la mente de esa chica se formaban imágenes de lo que podían estar haciendo en ese momento su hermano y su mejor amiga. Pero para confirmar que algo de todo lo que se imaginaba era acertado siguió avanzando hasta la puerta, la cual estaba entreabierta, para espiar.
    Fue testigo de un momento que la excitó mucho.
    Su hermano sentado sobre la cama desnudo gimiendo de placer.
    Erica estaba arrodillada frente a él. Sin la parte del pijama que cubría su torso y sin sostén. Sostenía el miembro del joven que estaba frente a ella. Lo masturbaba, lo lamía. Tenía sus mejillas enrojecidas. Parecía disfrutar mucho de lo que hacía. Cada lamida la daba con gusto. Como probando un manjar delicioso.
    Priscila al verlos inmediatamente sintió la humedad en su entrepierna. Llevó una mano hasta allí y empezó a masturbarse. Deslizó un dedo entre los labios de su sexo. Acariciaba su interior mientras observaba aquello con atención y observaba cada detalle. Cada gemido. Los gestos de ambos.
    -Ahora. ¿Me dejas intentar meterlo en mi boca?
    -Sí, pero...
    -Seré cuidadosa. Lo juro.
    Erica lo hizo. Siguió estimulándolo con su boca.
    Fabián empezó a jadear por lo que le hacía esa chica.
    Ella en un principio cerró sus ojos mientras se ocupaba de hacer ese primerizo sexo oral. Pero luego los abrió. La excitó mucho verlo gemir descontrolado con las mejillas de color carmín. Siguió así hasta que lo hizo acabar.
    La esencia de ese joven se derramó en su boca.
    En ese momento Priscila llegó al orgasmo estimulándose con sus dedos. Penetrando su vagina.
    Fabían notó que se lo tragó, pero notó por la expresión de su rostro que no le había gustado mucho.
    -¡Ah! Sabe terrible. Entiendo que a Pris le guste tanto hacerlo, pero con el final es un poquito difícil de lidiar.
    -A ella tampoco le gustaba mucho en un principio. Pero terminó acostumbrándose.
    Por la excitación por pocos segundos lo dijo como si nada, pero luego...
    -¡Espera un momento! ¡Tu sabes que Pris y yo...!
    Ya dejado atrás el momento de excitación Priscila hizo evidente su presencia.
    -Yo esperándote como tonta y te encuentro aquí y de esta manera. Como sueles hacer por las noches te levantaste para ir al baño y beber un poco de leche. Y no de la que hay en la nevera precisamente.
    -Lo siento, Pris. Solo venía a conversar un poco con tu hermano porque está muy triste. Fuimos conversando. Le dije que aunque me gustan las chicas lo veo muy atractivo. Una cosa llevo a la otra. Terminé experimentando sobre como hacer sexo oral a un chico con su pene.
    Miró a su hermano.
    -Y tu con todo gusto le permitiste experimentar contigo, ¿no?
    -No soy el único que no se ha portado como se debe. Se suponía que no le dirías a nadie sobre lo nuestro.
    -Te dije que ya no hay nada nuestro. Se terminó.
    -Saben que yo no diré nada a nadie. No se pongan así.
    -¡Callate! No los interrumpiré. Y tu si quieres coge con mi mejor amiga. Lo prefieres antes que hacerlo con tu estúpida hermana, ¿no es así?
    Erica la detuvo antes de que pudiera irse de la habitación y le dio una bofetada.
    Priscila que estaba acostumbrada a recibir un trato afectuoso por parte de su mejor amiga solo reaccionó ante eso con lágrimas.
    -¡Waaaaa! ¿Por qué me golpeas? Me dolió mucho.
    Erica la abrazó.
    -Lo siento, pero... Pris... Mi amor. Ya ni piensas en lo que dices. Sé que en una situación normal vernos así te habría excitado mucho.
    Le habló al oido.
    -Y hasta hubieras pensado en hacer un trío.
    Siguió hablándole normalmente.
    -Y por lo otro... Tu sabes que tu hermano te ama y obviamente quiere hacerlo contigo. Solo deja esa actitud. Tanto me has contado sobre lo feliz que te hacía cada sábado que estaban solos en esta casa o cuando aprovechaban para salir como si fueran una pareja. Si lo de ustedes tiene que terminar que termine de la mejor forma. Dale tu calor, tu compañía. Muéstrale cuanto valoras todo el amor que te ha dado desde el día que te desvirgó. ¿No te parece mejor asi?
    Priscila la miró aun con lágrimas en sus ojos.
    -Sí-dijo casi en un susurro.
    Luego fue con su hermano. Lo abrazó.
    -Perdóname, mi amor. Lo siento mucho de verdad. Te amo.
    -Está bien, Pris. Te amo. Te amo demasiado. Créeme.
    Se besaron.
    -Bueno. Yo me retiro. No se acuesten demasiado tarde por hacer cositas pervertidas. Y traten de contener sus gemidos que quiero dormir. No hagan mucho ruido.
    -¡Espera Eri! No te vayas.
    -¿Qué necesitas, Pris?
    La chica de cabello negro miro a su hermano.
    -¿Quieres con ella? Ya sabes.
    -¿De qué hablas?
    -Ya sabes-le guiñó un ojo-. Un trío.
    -¿Hablas en serio?
    Erica se quitó lo que le quedaba de ropa. Se desnudó y se posó sobre la cama.
    -No tienes que preguntarle Pris. Es más que obvio que le gusta la idea. ¿Qué chico u hombre no querría poder presumir que ha hecho un trío con dos chicas de 15 años como nosotras? Deja de perder el tiempo. Quítate la ropa. Tu y yo haremos que esta sea una de las mejores noches de su vida. Para mi será algo nuevo hacerlo con un chico. Pero... En la vida hay que probar de todo.
    -¿Y por qué mejor no me quitan la ropa ustedes? ¿No les gustaría?
    Se acostó en la cama. La desvistieron. Se tomaron su tiempo. Entre besos y caricias fueron dejándola como había llegado al mundo.
    Cuando ya las dos estaban sin ropa decidieron tomar la iniciativa.
    Fabían se acostó. Con una mano iba acariciando y recorriendo el cuerpo de su hermana y con la otra el cuerpo de la mejor amiga. Al tiempo que recibía besos de ambas. Sentía el calor de sus cuerpos femeninos perfectamente formados.
    Se turnaban para besarle el cuello, los labios, su pecho.
    La excitación en él fue muy notable. Su miembro estaba rígido. Duro como una roca.
    Pronto sintió las caricias.
    Se fueron turnando. Para acariciar ese sexo masculino erguido, para masturbarlo.
    Lo llevaron casi hasta el final.
    -¡Ah! ¡Así! ¡Voy a acabar!
    -Creo que va descargar mucho de su juguito-dijo Priscila disfrutando de ese lujurioso momento.
    Antes de que acabara Erica dejo de masturbarlo.
    Se quedó respirando. Suspirando. Aunque no había acabado estar en contacto con dos chicas era una sensación intensa. Tal vez demasiado intensa para cualquiera.
    No esperaría mucho. Pensaba levantarse. Ir por ellas. Hacerles lo que él quisiera. Pero fue detenido
    Priscila lo detuvo. Lo tomó por los hombros y lo forzó a permanecer acostado.
    -Por ahora es nuestro momento. Después te dejamos hacernos lo que quieras. Ahora sé paciente y disfruta, mi amor.
    Lo besó antes de seguir complaciéndolo junto con su amiga.
    Siguieron adelante. Pero no masturbándolo.
    Fabián sintió dos lenguas tocando su miembro.
    -¡Ah! ¡Ah! Sí. Chicas malas. Quieren un poco de leche. Tomen toda la que quieran.
    No pude decir mucho más que eso. Solo pudo gemir por el inmenso placer.
    -Desde aquí lo sigues haciendo tu-dijo Erica, quien dejó de lamer el miembro del joven para acomodarse sobre él de forma de que su intimidad femenina quedara frente a su rostro.
    Él entendió de inmediato qué quería que hiciera.
    -Hasta ahora solo chicas me han hecho sexo oral.
    Así siguieron por un momento.
    Erica gimiendo de placer al sentir la lengua del hermano se su amiga acariciando su sexo húmedo, llegando a lo profundo de su intimidad. Haciendo que se aproximara el momento en que derramaría su esencia.
    Priscila dejó de chupar el miembro de su amado. Decidió darle placer de otra forma.
    Lo montó. Se posó sobre él. Se sentó sobre su miembro. Lo sintió invadiendo su interior con mucho placer.
    La posición que tanto le gustaba. Ella sobre él. La amazona.
    Fue moviéndose como ella sabía hacerlo. Sentía el roce en su interior. Su sexo ansiaba sentirlo una vez más. La esencia cálida de su hermano en su interior
    Erica al ver a su amiga haciendo eso se sintió muy excitada. Eso sumado a las caricias de la lengua de Fabián hizo que llegara al orgasmo, derramando su esencia.
    A la vez Priscila siguió moviéndose continuamente hasta que tanto ella como su hermano acabaron. Lo sintió con gusto. El semen corriendo por su interior.
    -Qué rico se siente, hermanito. Fue una carga grande. Y toda dentro de mi.
    Siguieron. Fueron por más. Ninguno había tenido suficiente aún. Siguieron besándose y acariciándose unos a otros.
    Llegó el momento en que Pris al comprobar que su amiga estaba húmeda hizo que se acostara.
    Erica abrió sus piernas para permitirle el paso a Fabián, quién la penetró. Ella gimió con fuerza al sentirlo. Su curiosidad había dado buenos frutos. Le gustaba sentirlo en su interior.
    Priscila se encargó de tocar los pechos de su amiga, de estimular sus pezones.
    -Ahora lo sentirás. El placer que te puede dar un chico. Disfrútalo.
    -Ni ha empezado a moverse y ya lo estoy disfrutando.
    -Entonces prepárate.
    Fabián empezó a moverse. Con las continuas embestidas a la intimidad de Erica. Los fuertes gemidos de ella y saber que era su primera vez con un hombre lo excitaban. Lo motivaban a hacerlo de lo mejor. No sabía si Erica volvería a probar hacerlo con un hombre, pero se aseguraría de hacerla gozar para que nunca lo olvidara. Para que ella dijera que en su primera o única vez con un hombre había experimentado un inmenso placer.
    -¡Ah! ¡Ah! ¡Te entiendo! ¡Ay! ¡Entiendo por qué me dijiste tanto que lo intentara!
    Erica daba fuertes gemidos. Sentía con placer como ese miembro rozaba las sus paredes vaginales.
    Priscila dejó los pechos de Erica y para decirle algo al oido.
    Ella hizo lo que su amiga le recomendó. Rodeó la cintura de Fabián con sus piernas.
    Él reaccionó cogiendola más duro. Chupando sus pezones.
    -Disfrútalo. Que hagas eso se le hace muy motivador.
    Los dos acabaron dando un grito de placer.
    -¡Ah! Eso se siente rico. Tu semen. ¡Qué rico se siente!
    Priscila tocaba su sexo con sus dedos.
    -Háganme cariñitos. Me hace falta. Mirando lo que hacían me puse como pan caliente.
    Las dos se miraron. Compartieron una mirada cómplice. Tuvieron la misma idea.
    -Vamos a darle algo lindo que mirar, Pris.
    Fabián fue testigo de un momento en que Pris y Erica se dedicaron tiempo. Hicieron un 69 frente a él y luego de eso entrecruzaron sus piernas para que sus sexos se encontraran o como lo llamaban comúnmente. “Hacer la tijera”.
    Luego de eso las dos gozaron. Lo hizo con una a la vez hasta que ya los tres quedaron agotados.
    Las dos sintieron el semen derramándose en su sexos que pensaban que ya casi podría escurrirse.
    Estuvieron los tres juntos acostados un momento.
    Hasta que Erica se levantó y tomó su pijama y su ropa interior.
    -Mejor los dejo solos. Tengan su tiempo de pareja. Dulces sueños.
    Priscila y Fabián se abrazaron. Sentían con gusto la calidez de ese abrazo. Se besaron.
    -Te amo, hermanito. Aunque encuentre a otro amor. Quizá no con la misma intensidad ni de la misma manera, pero siempre te amaré. Nunca olvidaré todo lo que vivimos. Siempre tendrás una parte de mi corazón.
    -Te amo, Pris. Te amo demasiado, hermosa. Duerme bien. Sueña algo lindo.
    -No es necesario soñar nada al menos esta noche. Porque estás aquí conmigo.




    Llegó el lunes por la mañana.
    En la calle estaba el auto de Miranda con el resto de las pertenencias de Fabián.
    Alli estaban los dos frente a la puerta de la casa.
    -Ya te vas-dijo Priscila algo triste.
    -Sí. Y debes prometerme algo.
    -¿Qué?
    -Ten cuidado, Pris. Aunque no parezca aún quedan chicos u hombres en este mundo que aman de verdad, pero te será complicado encontrar uno. Eres una chica muy atractiva y habrá mil que van a hacer la actuación del chico enamorado solo para tenerte en la cama. Si alguien quiere estar contigo tiene que ser por lo que tienes ahí.
    Señaló su pecho.
    Priscila frunció el ceño.
    -¿Por mis tetas? Pero si dijiste que...
    Fabián se rió.
    -Por eso no. Por lo que hay en tu interior. Tu corazón, tu alma. Debe amar todo de ti.
     Ella le sonrió.
    -Lo prometo.
    -Ah. Y por supuesto. Ah... Es un 50 y 50 entre físico y personalidad. No te quedes con un chico que solo sea... Muy interesante. Me entiendes.
    En ese momento fue Priscila la que rió.
    -Adiós hermanita. Cuídate mucho.
    Él salió de la casa.
    -Adiós, mi primer amor. 

miércoles, 3 de octubre de 2012

16-Consuelo.


     Abrió sus ojos para ver  la luz del amanecer de aquel día. Un día de triunfo que ella quería disfrutar de principio a fin. Todo el tiempo posible.
     Comúnmente aquella joven pelirroja se tomaba su tiempo para darse un baño y prepararse para salir. No le gustaba hacer  todo con poco tiempo y muy apurada.
     Se levantó de su cama y fue hacia el baño. Cuando terminó de hacer sus necesidades se miró en el espejo y a pesar de verse a sí misma recién levantada no se asustó. Solo sonrió y dijo algo.
     -Hoy es un gran día para ti, chica guapa.
     Siguió con su rutina de los días de clase. Se dio un baño. Lo cual disfrutaba mucho y lo hacia todos los días.
     Le gustaba sentir el agua corriendo por su cuerpo. Se lavaba el cabello con mucho gusto. Enjabonaba su cuerpo comúnmente cantando en voz baja alguna canción romántica que le gustara mucho.
     Esa costumbre le hacía pensar que quizá estaba un poco enamorada de ella misma. De su cuerpo de 17 años que provocaba sueños eróticos a chicos  y chicas por igual.
     Al limpiar su parte más intima se tocaba casi con timidez. Sentía sus propias manos como las de alguien recorriendo esa parte con timidez o inseguridad. Temía excitarse. En lo posible trataba de tener cuidado con rozar su clítoris. Sabía lo que eso provocaba.
     Le parecía muy incorrecto que una chica se masturbara, pero había escasos momentos en los que mandaba ese principio al diablo y disfrutaba del placer que podía llegar sentir. Aunque al terminar siempre se la pasaba sintiéndose culpable.
     Al terminar se secó con una toalla, la cual también utilizó para cubrirse.
    Fue hasta su cuarto para ponerse su uniforme. El cual estaba compuesto por una camisa, una chaqueta, y una falda. Esa última prenda no era como la que usaban comúnmente el resto de las chicas. Era un poco más larga porque le daba mucha pena que vieran sus piernas.
    Concluyó poniéndose sus anteojos, los cuales siempre había usado por su problema de la vista.
    Escuchó la voz de su madre.
    -Miranda, ya está tu desayuno.
    -¡Bajaré enseguida!
    Bajó por  las escaleras para ir hacia el comedor. Le agradeció a su madre por haberse levantado tan temprano para hacerle el desayuno.
    Cuando terminó de desayunar observó el reloj de pared del comedor. Supo que aún faltaba mucho para su hora de irse. Decidió pasar el tiempo que le quedaba leyendo una novela que había empezado a leer  el día anterior.
    Mientras leía notó que su hermana menor se había levantado también.
    Esa otra chica que también tenía el cabello rojo se acercó para hablarle.
    Miranda no le prestó mucha atención. Realmente no se llevaba muy bien con ella. Solo escuchó claramente la última frase que le dijo.
    -Seguro te pone triste que sea el último día de clases, ¿no, chica perfecta?
    -Sí, lo que digas. No me importa, Emma. Déjame leer  tranquila, ¿quieres?
    Dejó su lectura y decidió salir un poco más temprano para no tener que ir acompañada por su hermana. Realmente no permitiría que nada ni nadie la atormentara en ese día.
    Mientras caminaba dirigiéndose al colegio pensó.
    -Ay, hermana. Me recuerdas tanto a… No. Mejor pensar en esa tonta.
    Siguió su camino hasta llegar al colegio. Al igual que todos los otros cumplió con esa formalidad de formar filas antes de entrar en los salones.
    Siempre se había preguntado por qué tenían que hacer eso. Lo de formar filas le parecía como una costumbre salida de regimiento militar.
    -¿Para qué hacemos esto?-se preguntaba-. Somos estudiantes. No soldados.
    Cuando se dirigía a su salón fue saludada por muchos de los que se cruzaban con ella.
    A pesar de que quizá era algo intimidante por su mirada penetrante y su expresión de constante seriedad/enfado había llegado a ser muy popular. Aunque eso le importaba poco ya que siempre había pensado que iba a ese lugar a estudiar. No a hacer amigos.
    Algunos le preguntaban si tenía algo que hacer tal día como con la intención de invitarla a salir.
    Siempre inventaba alguna excusa buena para rechazar alguna invitación. En ese momento no andaba de humor para relacionarse con ningún chico y menos con la intención de formar pareja.
    Esas últimas semanas había vuelto a tener decenas de pretendientes.
    La noticia del fin de su relación había llegado a oídos de todos.
    Llegó a su salón y tomó asiento. Sacó sus utiles y los puso sobre la mesa.
    Miro a su alrededor y notó con gusto que su “dolor de cabeza habitual” no se encontraba alli.
    -Menos mal. No vengas. Espero que faltes porque te pasaste la noche con algún tipo y dormiste más de la cuenta.
    Pero no se cumpliría su deseo.
    Escuchó la voz de aquella chica de cabello negro que siempre había dedicado tiempo para fastidiarla un poco durante su estadía en ese colegio.
    -¡Buenos días a todos!
    Las miradas de los chicos del salón inmediatamente se posaron sobre la recién llegada.
    -Buenos días, Sofía.
    Se quedaron sorprendidos al verla.
    Aquella chica de negros cabellos comúnmente llevaba una falda corta, la chaqueta desabrochada y algunos botones de su camisa desabrochados. Pero en ese momento tenía la ropa acomodada correctamente y llevaba una falda como la que usaba Miranda. Tenía el cabello atado y unos anteojos.
    -Hola a todos. Como hoy es el último día de clases he decidido venir con un look de chica intelectual tímida.
    Miranda observaba de lejos a esa chica y a sus compañeros. Se preguntaba como podía tolerar que tantos chicos se le acercaran y la miraran como un depredador ante su presa. Como esperando para atacar en cualquier momento.
    -Tardaste un poco en llegar-le dijo una chica a Sofía.
    -Sí, es que estaba pasando para saludar a mis admiradores.
    La mirada de aquella chica de cabello negro se posó sobre Miranda. Se acercó a ella.
    -Mirame-dijo como posando para ella-. ¿Te gusta como me veo?
    -Te ves bastante decente.
    -Lo dices porque me veo igual que tu, ¿no? Mira. Hasta tengo unos anteojos. Son cristales sin aumento. Es la primera vez que los uso en una ocasión que no sea para hacer de chica estudiosa y tímida como juego sexual.
    -La imitación es señal de admiración. ¿Lo sabías?
    Sofía se rió.
    -¿Yo? ¿Admirarte? Qué tontería. Eres más atractiva que yo, pero le gusto a muchos más chicos. ¿Crees que tienes algo que yo no tenga? ¡Ah sí! Tienes algo que yo no. Virginidad. Pero algo además de eso.
    -Mi dignidad aún está intacta porque no soy una tonta fácil de llevar a la cama.
    -Te equivocas. No soy tonta ni fácil. Sé perfectamente que el 99, 9% de los chicos que se acercan a hablarme lo hacen porque quieren tenerme en una cama y cogerme duro. Y no me acuesto con cualquiera que me digas “¿quieres coger?”. Solo lo hago con quien yo quiera hacerlo. Hay chicos que me parecen repugnantes como a cualquier otra chica y nunca lo haría con ellos. Me molesta que creas tener derecho a juzgar mi manera de disfrutar de la vida sin limitaciones. Yo nunca te he criticado por ser muy estudiosa y por tu forma de relacionarte con otras personas, virgencita.
    -¿Tan segura estás de que soy virgen?
    -Sí. Y si quieres demostrarme que estoy equivocada déjame meterte dedo. Para saber si tienes himen o no.
    Miranda se sonrojó y frunció el ceño.
    -¡Pervertida! ¿Cómo puedes hablar con tanta tranquilidad sobre tocar el sexo de otra chica? Nunca permitiría que me toques ahí.
    -Hice que te sonrojaras. Y ahora...
    Sofía le quitó los anteojos a su compañera.
    -¡Ahora te quito tus anteojos de chica estudiosa! Mientras no los tengas seré más inteligente que tu.
    -¡Devuélveme eso! La gente no usa anteojos para ser más inteligente, tonta. Se usan para ver mejor. ¡Devuélvemelos!
    -¡Lo haré si logras alcanzarme!
    -¡No corras con mis anteojos! ¡Podrías romperlos! ¡Regresa, tonta!
    Ambas salieron corriendo de ese salón ignorando completamente al profesor que estaba llegando para dar clases.
    Aquel hombro suspiro.
    -Esas chicas no pueden estar sin hacer escándalo ni siquiera el último día de clases.




    Las dos chicas salieron de la dirección, donde las habían regañado por lo que habían hecho.
    -Es tu culpa-dijo Miranda-. Por tu culpa me regañan como si aun fuera una niñita.
    -¿Puedes dejar de preocuparte por tu imagen de chica buena y ejemplar solo por hoy?-le dijo ya cansada de sus reclamos Sofía-. Ya se termina el año escolar. Solo nos veremos dos veces más después de hoy. Está la fiesta de fin de curso y la ceremonia de egresados. Después no me verás más por el resto de tu vida. Tratemos de llevarnos un poco bien, ¿no?
    -Si es eso lo que quieres, ¿por qué me quitaste los anteojos?
    -Solo jugaba contigo. Además no le pasó nada a tus anteojos. No tienes que enojarte tanto. Por cierto. ¿Irás con alguien a la fiesta de fin de curso?
    -No. Y gracias por recordarme que me pelee con mi novio. Trato de no pensar en eso para que no me duela el corazón.
    -Sé lo que pasó. Lo digo porque podría presentarte a alguien. Para que no tengas que ir sola.
    -No creo que quiera conocer a un chico que tu conozcas.
    -¡Hey! No creas que no conozco chicos que podrían ser de tu tipo. Ya sabes. Que estén más interesados en tener una relación estable que en coger.
    -Mejor no. Iré para divertirme sin compañía. La verdad prefiero estar sola por ahora. Me tomaré un tiempo para mi. Y cuando esté estudiando medicina el año próximo empezaré la búsqueda otra vez.
    -Sabes... Quiero decirte algo.
    -¿Qué?
    -Te he molestado mucho siempre, pero no lo he hecho con mala intención. A mi siempre se me hizo muy divertido pelear contigo todo el tiempo. No me parece que seas mala persona. Sé que tu tienes una idea equivocada sobre la persona que soy. Yo quiero tener un novio, casarme y tener una vida de cuento de hadas tanto como cualquier otra chica idiota. Solo que no he encontrado un solo chico que me interese para algo más que no sea... Tu sabes.
    -Haces lo mismo que hacen los chicos. Cogen con cualquier chica hasta encontrar a una que les interesa para algo más que eso.
    -¿Quién dijo que una mujer no puede vivir de esa manera? Los hombres creen que se apropiaron de la libertad para disfrutar del sexo, pero están muy equivocados.
    Esa corta conversación mientras iban al salón fue la primera vez que hablaron sin querer matarse la una a la otra después de más de dos años.




    Finalmente llegó la noche de la fiesta de fin de curso.
    Estaban en aquel lugar que habían alquilado para ese fin.
    Muchos entendieron por qué habían rechazado la oferta de hacer esa fiesta en el colegio.
    En ese lugar podían permitirse hacer lo que no estuviera permitido. Como que los menores bebieran alcohol. Aunque no todos lo eran. Algunos ya tenían 18 años. A otros les faltaba poco para cumplir.
    Había alguien en ese salón a quien le importaba poco que le faltaran varios meses para tener edad legal para beber.
    Una chica pelirroja estaba sentada junto a una mesa mientras los demás estaban bailando al ritmo de la música estridente. Estaba sirviéndose el primero de los vasos que bebería antes de que alguien la interrumpiera. Aún estaba lamentándose por el fin de su relación. Estaba un poco enojada con Sofía por haberle recordado eso. Había logrado dejar de pensar en eso, pero lo recordó y el dolor de su corazón regresó.
    Notó que alguien se sentó a su lado. Era otra vez aquella chica.
    Había decidido tomar un descanso de tanto moverse al bailar.
    -Ay, como me estoy divirtiendo. Hey, comúnmente no eres tan tímida. Ven a bailar tu también, guapa.
    -No quiero.
    Sofía notó su voz quebrada por el llanto. Pensó que quizá había oído mal, pero si la otra no hubiera estado dándole la espalda habría confirmado que aquella pelirroja lloraba. Se sentó a su lado y lo confirmó. Le acarició la espalda.
    -En estos años nunca te he visto así. Siempre te vi con tu expresión de seriedad y firmeza o esa cara graciosa que pones cuando te enfadas. Llegué a pensar que nunca estabas triste, que nunca llorabas.
    -Claro que me pongo triste y lloro. Como toda persona enamorada no puedo evitar sufrir si me rompen el corazón. En eso todas las personas son iguales.
    -No sé que habrá pasado con tu novio, pero no merece tus lágrimas. Eres una chica hermosa. Tienes 10.000 pretendientes. Al menos en apariencia yo muero por ser como tu. ¡Vendería mi alma por tener tu cabello rojo!
    Miranda la miró aún derramando lágrimas, pero con una sonrisa.
    -Bueno. Lo de que tienes 10.000 pretendientes es cierto, pero obviamente yo tengo muchos más. Vamos. Ya deja de llorar y mueve tu cuerpo sexy al ritmo de la música, ¿quieres?
    Sofía se sorprendió cuando la pelirroja la abrazó. Notaba las miradas de algunos de sus compañeros fijas en ellas dos.
    Miranda posó su cabeza sobre los pechos de su frecuente rival.
    -Quiero pedirte un favor. Dame el consuelo que necesito. Imaginaba que esta noche sería especial y concluiría cuando estuviera con él sobre una cama sintiendo el calor de su cuerpo. Pero ya no es posible que eso suceda. Entonces... ¿Podría hacer eso contigo?
    Sofía al estar segura de que malinterpretaba las palabras de su compañera le dijo...
    -Bueno. Puedes venir a mi casa. Dormimos juntas. No hay problema.
    -No solo eso. Yo quiero... Ya sabes. No me hagas decirlo.
    Por primera vez en mucho tiempo Sofía se sonrojó ante una proposición de esa clase y se puso algo nerviosa.
    -Pe... Pe... Pero... ¿Por qué me lo pides justo a mi? Además que tu siempre has dicho que nunca harías algo con una chica. Ni siquiera para experimentar un poquito.
    -Sé lo que dije siempre, pero esta noche me limpio el culo con mis principios. Prefiero que sea contigo y no con un chico repugnante que se lo cuente a todos, me etiquete como puta o fácil y además pueda dejarme embarazada.
    -Bueno. Dicho de esa manera suena bastante lógico. Pero solo lo haré si vienes a bailar y te diviertes un poco como lo están haciendo todos. ¿Si?
    -Acepto tu condición.




    Sofía terminaba de ponerse su pijama y en ese momento vio a Miranda entrando en su habitación para luego cerrar la puerta.
    -Ya avisé a mi familia. Pero les dije que estoy en casa de una de mis amigas. Mi hermana que está en primer año sabe quien eres tu y si les digo que me quedé en tu casa seguro le diría cualquier estupidez a mis padres.
    -Sí, entiendo. No te llevas muy bien con tu hermana, ¿no?
    -Para nada.
    -¿Quieres que te preste mi otro pijama para dormir?
    -Solo usaré mi ropa interior. Descuida.
    Finalmente quedaron ellas dos, la oscuridad y aquella cama.
    La de pelo negro seguía pensando que no pasaría nada entre ellas dos aquella noche. Solo se acostó pensando en dormir. Y cuando se levantara al día siguiente seguirían siendo las misma rivales de siempre.
    -¿Solo vas a dormirte? ¿No vamos a hacer nada?
    -¿Qué dices?
    -¿Acaso olvidaste lo que te dije?
    -No, pero... ¿En serio quieres? Yo sé como eres tu. Seguro terminarás arrepintiéndote.
    -Lo sé, pero quiero hacerlo. No importa que después me arrepienta.
    -¿Segura? ¿Me dejarás hacerte todo?
    -Todo menos que me metas dedo. Por atrás. Ya sabes.
    -Eso no lo hago. Descuida.
    -Entonces empieza cuando quieras.
    -Espero que no seas muy ruidosa. Sino despertarás a mis padres. Aunque no sería la primera vez que me sorprenden con una chica en la cama. Relájate. Yo te haré sentir bien.
    Miranda se incorporó y cerró sus ojos.
    Sofía se colocó frente a ella. Le acarició una mejilla y se le acercó lentamente para besarla. Solo posó sus labios sobre los de ella. Sin llegar a ser un contacto muy íntimo. Fue correspondida.
    Se dieron varios besos. Solo haciendo que sus labios hicieran contacto, pero poco después fueron más allá.
    La pelirroja pensó que la otra quería más. Entreabrió su boca.
    Eso bastó para que Sofía invadiera su boca con su lengua para saborearla a gusto. Estaba dominada por la excitación de un momento que pensó que nunca viviría. Dejó de lado que era la primera experiencia de su compañera con otra chica. Le importaba poco que la otra pudiera estarse sintiendo un poco incomoda por su forma de proceder en aquel momento. No podía pensar.
    Pero no importaba.
    Miranda solo se dejaba llevar. En verdad había acallado todas esas voces internas que le gritaban: “¡Lo que haces es incorrecto!”. Solo quería sentir placer, calidez, lujuria. Para no pensar en su relación quebrada. Correspondía los ardientes besos. Le dio una suave mordida al labio inferior de la otra y luego hizo que su lengua se encontrara con la de ella.
    -Le estás poniendo mucho empeño. No me lo esperaba. Pensé que solo te dejarías hacer. Que yo tendría que hacer todo el trabajo.
    -Si se hace algo se hace bien.
    -Bien dicho.
    Sofía la abrazó. Besó su cuello.
    Miranda gimió por ese contacto y por sentir su piel, la cual sentía muy cálida. La rodeó con sus brazos. Poco después notó que le faltaba su sostén. Entendió que la otra aprovecho que estaba tan cerca para quitárselo.
    Fue descendiendo por el cuello de la pelirroja dejando un rastro de besos. Para luego poner sus manos sobre esos pechos que captaron su atención una vez que pudo verlos. Los acarició con delicadeza. Rozó sus pezones con la punta de sus dedos. Se detuvo cuando la otra puso sus manos sobre las de ella.
    -No te detengas.
    -Yo pensé que...
    -Sigue. Me gusta mucho eso.
    Los gemidos de Miranda se oían cada vez mejor.
    Disfrutaba mucho de las manos de la otra masajeando sus pechos. Los dedos tanteando sus pezones. En ese momento de excitación hizo algo.
    Sofía gimió. Al sentir la mano de la otra acariciando su sexo por encima de sus bragas. La humedad y calidez en esa parte su cuerpo aumentaban por ese suave tacto que la excitaba. Ella correspondió aquello acercándose para lamer los pezones de la pelirroja. Los chupó con ansias.
    Miranda gimió de placer al sentir una lengua en contacto con sus pezones. Nunca le había permitido a su ex novio hacer eso. Pensaba que le daría asco sentir una lengua tocando sus pezones dejándolos cubiertos de saliva.
    -Se siente rico. ¿Qué te sucede? ¿Tu mami no te dio mucho de mamar y ahora yo sufro las consecuencias?
    -Si mi mami fuera tan atractiva como tu nunca hubiera dejado de chuparle las tetas y además de eso le haría otras cosas.
    Sofía tomo distancia para quitarse la parte superior de su pijama y dejar sus pechos a la vista de la otra. Luego se acostó sobre ella de modo que los pechos de ambas hicieran contacto. Empezó a moverse hacia delante y hacia atrás continuamente para frotar sus pechos contra los de ella.
    Se besaron una vez más durante ese movimiento. La piel de ambas ardía. Parecía que ese roce podía provocar que una se quemara por estar en contacto con la piel de la otra.
    Miranda quería intentar lo que la otra le había hecho poco antes. Le pidió que se recostara a lo cual la otra accedió.
    Sofía observó muy excitada a la otra deleitándose con sus pechos. No la excitaba tanto lo que ella hacía sino su expresión, sus tímidos movimientos. Notaba mucho que la otra carecía de la experiencia de la que ella era poseedora. Se dejó hacer, pero no por mucho. Poco después la empujó para que quedara recostada y sin pedir permiso le quitó sus bragas a lo cual la pelirroja reaccionó sonrojándose.
    Miranda abrió sus piernas. Le mostró su sexo, el cual no tenía mucho vello pubico. Como demostrándole que se entregaba por completo.
    La de pelo negro se sentía una pervertida peligrosa. Sabía que tenía que contenerse para no echársele encima y terminar haciendo de ese encuentro sexual algo parecido a una violación. Se le acercó y con su mano derecha empezó a tocar su sexo. Primero lo acarició delicadamente con sus dedos para luego separar los labios para contemplar el interior. Rozó la entrada de su vagina.
    La pelirroja solo cerraba sus ojos y daba fuertes gemidos.
    -¿Segura que quieres?
    -Sí, hazlo.
    -De acuerdo.
    Sofía la penetró suavemente pensando que aquella chica era virgen, pero su dedo penetró profundamente. Notó la ausencia de un himen. Quedó boquiabierta. Retiró su dedo y luego lo lamió para limpiarlo de los fluidos de la otra.
    Miranda al verla fue invadida por un pensamiento pervertido fugaz. Pensó en que ansiaba sentir esa lengua tocando su intimidad.
    -Asi que no eres virgen.
    -No lo soy. Te lo estuve tratando de decir miles de veces.
    -Es un alivio. Pensé que tendría que ser muy delicada contigo.
    Siguió con lo que estaba haciendo. La penetró con un dedo. Acarició el interior del sexo de aquella pelirroja.
    Se le acercó para besarla para acallar sus gemidos. No quería que despertara a alguien, pero tampoco podía privarse de oir esa melodía lujuriosa que se oia tan bien sobre todo cuando salía de los labios de una chica. Dejó libre sus labios cuando pensó que le faltaba poco para llegar al orgasmo.
    -¡Ah! No puedo contenerme... ¡Me gusta tanto! ¡Qué rico! ¡Más rapido! ¡Asi! ¡Ah!
    Miranda acabó dejando salir sus fluidos. Dio fuertes gemidos.
    Sofía retiró sus dedos y se dispuso a lamerla para probar su esencia. Poco después se apartó. Mientras la otra seguía tendida después de haber sentido tanto placer ella se quitó la parte de debajo de su pijama junto con sus bragas.
    La pelirroja se incorporó y pudo ver que la intimidad de la otra carecía de vello pubico.
    -Se ve lindo así.
    -Y me han dicho que sabe tan bien como se ve. ¿Quieres comprobarlo? Aunque no se si te animes a eso.
    Miranda respiró profundamente. Luego se acercó a la otra para luego empezar a lamer su sexo y penetrarlo con sus dedos. La acariciaba con su lengua y rozaba el clítoris con sus dedos por momentos. Sentía por primera vez el sabor de los fluidos de un sexo femenino.
    -No pienses-se decía a sí misma-. Solo actúa. Solo déjate llevar. Lame su sexo como si fuera una delicia.
    -Novata, yo pensé que... ¡Maldición! ¿En verdad nunca lo has hecho con otra chica? ¡Ah!
    Sofía se recostó y abrío sus piernas para darle total libertad de movimiento. Se excitó tanto por esa repentina actuación de su compañera de clases. Tanto que acabó poco después de que ella empezara con eso.
    -Eso fue rápido.
    -Porque me excitas mucho, tonta. Me sorprendes. ¿Qué te parece si hacemos un 69?
    La de pelo negro se rió al ver la cara de la otra. Se notaba que no tenía idea de a qué se refería.
    -Yo te enseño. Solo recuéstate. Y luego yo me pongo sobre ti, pero con mi cara mirando para el otro lado.
    Poco después Miranda tuvo frente a su rostro la intimidad de la otra.
    -Y ahora yo lamo tu parte privada y tu haces lo mismo con la mía. Vamos a ver cual de las dos acaba primero.
    Poco después de eso la pelirroja algo cálido y húmedo acariciando su sexo. La lengua de  Sofía tocando su sexo.
    Siguieron las dos entregándose a la lujuria. Estuvieron así hasta que ambas acabaron.
    Miranda fue la primera que acabó desbordada por el placer de ese sexo oral.
    Para terminar con aquel encuentro sexual Sofía se recostó sobre ella. Hizo que la pelirroja abriera sus piernas para que sus sexos entraran en contacto.
    Asi terminó aquel momento. Con la oscuridad como lo único que ocultaba sus cuerpos desnudos, los fluidos de los sexos entremezclándose, la calidez, los gritos de placer de ambas al llegar a la cumbre del placer.
    Miranda abrazó a Sofía. Tenía sus pechos como almohada.
    -Gracias por entenderme. Por aceptar hacer esto conmigo.
    -Tranquila, preciosa. Solo duerme. Duerme y ten esperanza de que encontrarás un nuevo amor.
    Se dieron un último beso antes de dormirse.
    Miranda durmió hasta despertarse por la mañana, pero Sofía no.
    La de pelo negro se despertó en medio de la noche e hizo algo de lo que la pelirroja no se enteraría hasta que pasaran unos cuantos años y luego siguió durmiendo.




    Llegó la mañana. La luz del sol la despertó. Sentía aún aquella calidez. Esa piel junto a la suya, pero aquella mañana reaccionó diferente a ese contacto.
    -¡¿Qué me has hecho, pervertida?! ¡Te has aprovechado de mi!
    Sofía se despertó algo confundida.
    -¡Rayos! ¿Qué hora es?
    -¡¿Eso qué importa?!
    -¡¿Escuchaste lo que te dije?!
    Miranda se sonrojó al ver su cuerpo.
    -Por favor. Ponte algo. Y dame mi ropa. ¡Quiero irme ya! ¡Debo volver a casa!
    Sofía tomo las bragas de su compañera.
    -¿Al menos puedo quedarme con esto como recuerdo de esta noche?
    -¡Claro que no, pervertida!-le respondió quitándole de las manos aquella prenda-. Y tienes suerte de que no piense demandarte por haber abusado de mi. No lo haré porque después de la ceremonia de egresados no quiero volver a verte nunca más. Y si te demandara tendría que verte en un juzgado.
    Miranda se vistió algo nerviosa y con un notable sonrojo por como la otra admiraba su cuerpo.
    -¡Deja de mirarme así! ¡Vístete tu también! ¡Acompáñame hasta afuera!
    -De acuerdo.
    La acompañó hasta la calle.
    -¡Hey Miranda! Antes de que te vayas tengo que decirte algo.
    -¿Qué?
    -Estuviste maravillosa, guapa. Nunca olvidaré esa noche.
    -¡Pervertida!
    La pelirroja finalmente se retiró.
    Sofía sonrió. Una sonrisa de insuperable satisfacción.
    -No me dejaste tus bragas, pero tengo eso otro muy especial para recordar esa noche. ^^