miércoles, 3 de octubre de 2012

16-Consuelo.


     Abrió sus ojos para ver  la luz del amanecer de aquel día. Un día de triunfo que ella quería disfrutar de principio a fin. Todo el tiempo posible.
     Comúnmente aquella joven pelirroja se tomaba su tiempo para darse un baño y prepararse para salir. No le gustaba hacer  todo con poco tiempo y muy apurada.
     Se levantó de su cama y fue hacia el baño. Cuando terminó de hacer sus necesidades se miró en el espejo y a pesar de verse a sí misma recién levantada no se asustó. Solo sonrió y dijo algo.
     -Hoy es un gran día para ti, chica guapa.
     Siguió con su rutina de los días de clase. Se dio un baño. Lo cual disfrutaba mucho y lo hacia todos los días.
     Le gustaba sentir el agua corriendo por su cuerpo. Se lavaba el cabello con mucho gusto. Enjabonaba su cuerpo comúnmente cantando en voz baja alguna canción romántica que le gustara mucho.
     Esa costumbre le hacía pensar que quizá estaba un poco enamorada de ella misma. De su cuerpo de 17 años que provocaba sueños eróticos a chicos  y chicas por igual.
     Al limpiar su parte más intima se tocaba casi con timidez. Sentía sus propias manos como las de alguien recorriendo esa parte con timidez o inseguridad. Temía excitarse. En lo posible trataba de tener cuidado con rozar su clítoris. Sabía lo que eso provocaba.
     Le parecía muy incorrecto que una chica se masturbara, pero había escasos momentos en los que mandaba ese principio al diablo y disfrutaba del placer que podía llegar sentir. Aunque al terminar siempre se la pasaba sintiéndose culpable.
     Al terminar se secó con una toalla, la cual también utilizó para cubrirse.
    Fue hasta su cuarto para ponerse su uniforme. El cual estaba compuesto por una camisa, una chaqueta, y una falda. Esa última prenda no era como la que usaban comúnmente el resto de las chicas. Era un poco más larga porque le daba mucha pena que vieran sus piernas.
    Concluyó poniéndose sus anteojos, los cuales siempre había usado por su problema de la vista.
    Escuchó la voz de su madre.
    -Miranda, ya está tu desayuno.
    -¡Bajaré enseguida!
    Bajó por  las escaleras para ir hacia el comedor. Le agradeció a su madre por haberse levantado tan temprano para hacerle el desayuno.
    Cuando terminó de desayunar observó el reloj de pared del comedor. Supo que aún faltaba mucho para su hora de irse. Decidió pasar el tiempo que le quedaba leyendo una novela que había empezado a leer  el día anterior.
    Mientras leía notó que su hermana menor se había levantado también.
    Esa otra chica que también tenía el cabello rojo se acercó para hablarle.
    Miranda no le prestó mucha atención. Realmente no se llevaba muy bien con ella. Solo escuchó claramente la última frase que le dijo.
    -Seguro te pone triste que sea el último día de clases, ¿no, chica perfecta?
    -Sí, lo que digas. No me importa, Emma. Déjame leer  tranquila, ¿quieres?
    Dejó su lectura y decidió salir un poco más temprano para no tener que ir acompañada por su hermana. Realmente no permitiría que nada ni nadie la atormentara en ese día.
    Mientras caminaba dirigiéndose al colegio pensó.
    -Ay, hermana. Me recuerdas tanto a… No. Mejor pensar en esa tonta.
    Siguió su camino hasta llegar al colegio. Al igual que todos los otros cumplió con esa formalidad de formar filas antes de entrar en los salones.
    Siempre se había preguntado por qué tenían que hacer eso. Lo de formar filas le parecía como una costumbre salida de regimiento militar.
    -¿Para qué hacemos esto?-se preguntaba-. Somos estudiantes. No soldados.
    Cuando se dirigía a su salón fue saludada por muchos de los que se cruzaban con ella.
    A pesar de que quizá era algo intimidante por su mirada penetrante y su expresión de constante seriedad/enfado había llegado a ser muy popular. Aunque eso le importaba poco ya que siempre había pensado que iba a ese lugar a estudiar. No a hacer amigos.
    Algunos le preguntaban si tenía algo que hacer tal día como con la intención de invitarla a salir.
    Siempre inventaba alguna excusa buena para rechazar alguna invitación. En ese momento no andaba de humor para relacionarse con ningún chico y menos con la intención de formar pareja.
    Esas últimas semanas había vuelto a tener decenas de pretendientes.
    La noticia del fin de su relación había llegado a oídos de todos.
    Llegó a su salón y tomó asiento. Sacó sus utiles y los puso sobre la mesa.
    Miro a su alrededor y notó con gusto que su “dolor de cabeza habitual” no se encontraba alli.
    -Menos mal. No vengas. Espero que faltes porque te pasaste la noche con algún tipo y dormiste más de la cuenta.
    Pero no se cumpliría su deseo.
    Escuchó la voz de aquella chica de cabello negro que siempre había dedicado tiempo para fastidiarla un poco durante su estadía en ese colegio.
    -¡Buenos días a todos!
    Las miradas de los chicos del salón inmediatamente se posaron sobre la recién llegada.
    -Buenos días, Sofía.
    Se quedaron sorprendidos al verla.
    Aquella chica de negros cabellos comúnmente llevaba una falda corta, la chaqueta desabrochada y algunos botones de su camisa desabrochados. Pero en ese momento tenía la ropa acomodada correctamente y llevaba una falda como la que usaba Miranda. Tenía el cabello atado y unos anteojos.
    -Hola a todos. Como hoy es el último día de clases he decidido venir con un look de chica intelectual tímida.
    Miranda observaba de lejos a esa chica y a sus compañeros. Se preguntaba como podía tolerar que tantos chicos se le acercaran y la miraran como un depredador ante su presa. Como esperando para atacar en cualquier momento.
    -Tardaste un poco en llegar-le dijo una chica a Sofía.
    -Sí, es que estaba pasando para saludar a mis admiradores.
    La mirada de aquella chica de cabello negro se posó sobre Miranda. Se acercó a ella.
    -Mirame-dijo como posando para ella-. ¿Te gusta como me veo?
    -Te ves bastante decente.
    -Lo dices porque me veo igual que tu, ¿no? Mira. Hasta tengo unos anteojos. Son cristales sin aumento. Es la primera vez que los uso en una ocasión que no sea para hacer de chica estudiosa y tímida como juego sexual.
    -La imitación es señal de admiración. ¿Lo sabías?
    Sofía se rió.
    -¿Yo? ¿Admirarte? Qué tontería. Eres más atractiva que yo, pero le gusto a muchos más chicos. ¿Crees que tienes algo que yo no tenga? ¡Ah sí! Tienes algo que yo no. Virginidad. Pero algo además de eso.
    -Mi dignidad aún está intacta porque no soy una tonta fácil de llevar a la cama.
    -Te equivocas. No soy tonta ni fácil. Sé perfectamente que el 99, 9% de los chicos que se acercan a hablarme lo hacen porque quieren tenerme en una cama y cogerme duro. Y no me acuesto con cualquiera que me digas “¿quieres coger?”. Solo lo hago con quien yo quiera hacerlo. Hay chicos que me parecen repugnantes como a cualquier otra chica y nunca lo haría con ellos. Me molesta que creas tener derecho a juzgar mi manera de disfrutar de la vida sin limitaciones. Yo nunca te he criticado por ser muy estudiosa y por tu forma de relacionarte con otras personas, virgencita.
    -¿Tan segura estás de que soy virgen?
    -Sí. Y si quieres demostrarme que estoy equivocada déjame meterte dedo. Para saber si tienes himen o no.
    Miranda se sonrojó y frunció el ceño.
    -¡Pervertida! ¿Cómo puedes hablar con tanta tranquilidad sobre tocar el sexo de otra chica? Nunca permitiría que me toques ahí.
    -Hice que te sonrojaras. Y ahora...
    Sofía le quitó los anteojos a su compañera.
    -¡Ahora te quito tus anteojos de chica estudiosa! Mientras no los tengas seré más inteligente que tu.
    -¡Devuélveme eso! La gente no usa anteojos para ser más inteligente, tonta. Se usan para ver mejor. ¡Devuélvemelos!
    -¡Lo haré si logras alcanzarme!
    -¡No corras con mis anteojos! ¡Podrías romperlos! ¡Regresa, tonta!
    Ambas salieron corriendo de ese salón ignorando completamente al profesor que estaba llegando para dar clases.
    Aquel hombro suspiro.
    -Esas chicas no pueden estar sin hacer escándalo ni siquiera el último día de clases.




    Las dos chicas salieron de la dirección, donde las habían regañado por lo que habían hecho.
    -Es tu culpa-dijo Miranda-. Por tu culpa me regañan como si aun fuera una niñita.
    -¿Puedes dejar de preocuparte por tu imagen de chica buena y ejemplar solo por hoy?-le dijo ya cansada de sus reclamos Sofía-. Ya se termina el año escolar. Solo nos veremos dos veces más después de hoy. Está la fiesta de fin de curso y la ceremonia de egresados. Después no me verás más por el resto de tu vida. Tratemos de llevarnos un poco bien, ¿no?
    -Si es eso lo que quieres, ¿por qué me quitaste los anteojos?
    -Solo jugaba contigo. Además no le pasó nada a tus anteojos. No tienes que enojarte tanto. Por cierto. ¿Irás con alguien a la fiesta de fin de curso?
    -No. Y gracias por recordarme que me pelee con mi novio. Trato de no pensar en eso para que no me duela el corazón.
    -Sé lo que pasó. Lo digo porque podría presentarte a alguien. Para que no tengas que ir sola.
    -No creo que quiera conocer a un chico que tu conozcas.
    -¡Hey! No creas que no conozco chicos que podrían ser de tu tipo. Ya sabes. Que estén más interesados en tener una relación estable que en coger.
    -Mejor no. Iré para divertirme sin compañía. La verdad prefiero estar sola por ahora. Me tomaré un tiempo para mi. Y cuando esté estudiando medicina el año próximo empezaré la búsqueda otra vez.
    -Sabes... Quiero decirte algo.
    -¿Qué?
    -Te he molestado mucho siempre, pero no lo he hecho con mala intención. A mi siempre se me hizo muy divertido pelear contigo todo el tiempo. No me parece que seas mala persona. Sé que tu tienes una idea equivocada sobre la persona que soy. Yo quiero tener un novio, casarme y tener una vida de cuento de hadas tanto como cualquier otra chica idiota. Solo que no he encontrado un solo chico que me interese para algo más que no sea... Tu sabes.
    -Haces lo mismo que hacen los chicos. Cogen con cualquier chica hasta encontrar a una que les interesa para algo más que eso.
    -¿Quién dijo que una mujer no puede vivir de esa manera? Los hombres creen que se apropiaron de la libertad para disfrutar del sexo, pero están muy equivocados.
    Esa corta conversación mientras iban al salón fue la primera vez que hablaron sin querer matarse la una a la otra después de más de dos años.




    Finalmente llegó la noche de la fiesta de fin de curso.
    Estaban en aquel lugar que habían alquilado para ese fin.
    Muchos entendieron por qué habían rechazado la oferta de hacer esa fiesta en el colegio.
    En ese lugar podían permitirse hacer lo que no estuviera permitido. Como que los menores bebieran alcohol. Aunque no todos lo eran. Algunos ya tenían 18 años. A otros les faltaba poco para cumplir.
    Había alguien en ese salón a quien le importaba poco que le faltaran varios meses para tener edad legal para beber.
    Una chica pelirroja estaba sentada junto a una mesa mientras los demás estaban bailando al ritmo de la música estridente. Estaba sirviéndose el primero de los vasos que bebería antes de que alguien la interrumpiera. Aún estaba lamentándose por el fin de su relación. Estaba un poco enojada con Sofía por haberle recordado eso. Había logrado dejar de pensar en eso, pero lo recordó y el dolor de su corazón regresó.
    Notó que alguien se sentó a su lado. Era otra vez aquella chica.
    Había decidido tomar un descanso de tanto moverse al bailar.
    -Ay, como me estoy divirtiendo. Hey, comúnmente no eres tan tímida. Ven a bailar tu también, guapa.
    -No quiero.
    Sofía notó su voz quebrada por el llanto. Pensó que quizá había oído mal, pero si la otra no hubiera estado dándole la espalda habría confirmado que aquella pelirroja lloraba. Se sentó a su lado y lo confirmó. Le acarició la espalda.
    -En estos años nunca te he visto así. Siempre te vi con tu expresión de seriedad y firmeza o esa cara graciosa que pones cuando te enfadas. Llegué a pensar que nunca estabas triste, que nunca llorabas.
    -Claro que me pongo triste y lloro. Como toda persona enamorada no puedo evitar sufrir si me rompen el corazón. En eso todas las personas son iguales.
    -No sé que habrá pasado con tu novio, pero no merece tus lágrimas. Eres una chica hermosa. Tienes 10.000 pretendientes. Al menos en apariencia yo muero por ser como tu. ¡Vendería mi alma por tener tu cabello rojo!
    Miranda la miró aún derramando lágrimas, pero con una sonrisa.
    -Bueno. Lo de que tienes 10.000 pretendientes es cierto, pero obviamente yo tengo muchos más. Vamos. Ya deja de llorar y mueve tu cuerpo sexy al ritmo de la música, ¿quieres?
    Sofía se sorprendió cuando la pelirroja la abrazó. Notaba las miradas de algunos de sus compañeros fijas en ellas dos.
    Miranda posó su cabeza sobre los pechos de su frecuente rival.
    -Quiero pedirte un favor. Dame el consuelo que necesito. Imaginaba que esta noche sería especial y concluiría cuando estuviera con él sobre una cama sintiendo el calor de su cuerpo. Pero ya no es posible que eso suceda. Entonces... ¿Podría hacer eso contigo?
    Sofía al estar segura de que malinterpretaba las palabras de su compañera le dijo...
    -Bueno. Puedes venir a mi casa. Dormimos juntas. No hay problema.
    -No solo eso. Yo quiero... Ya sabes. No me hagas decirlo.
    Por primera vez en mucho tiempo Sofía se sonrojó ante una proposición de esa clase y se puso algo nerviosa.
    -Pe... Pe... Pero... ¿Por qué me lo pides justo a mi? Además que tu siempre has dicho que nunca harías algo con una chica. Ni siquiera para experimentar un poquito.
    -Sé lo que dije siempre, pero esta noche me limpio el culo con mis principios. Prefiero que sea contigo y no con un chico repugnante que se lo cuente a todos, me etiquete como puta o fácil y además pueda dejarme embarazada.
    -Bueno. Dicho de esa manera suena bastante lógico. Pero solo lo haré si vienes a bailar y te diviertes un poco como lo están haciendo todos. ¿Si?
    -Acepto tu condición.




    Sofía terminaba de ponerse su pijama y en ese momento vio a Miranda entrando en su habitación para luego cerrar la puerta.
    -Ya avisé a mi familia. Pero les dije que estoy en casa de una de mis amigas. Mi hermana que está en primer año sabe quien eres tu y si les digo que me quedé en tu casa seguro le diría cualquier estupidez a mis padres.
    -Sí, entiendo. No te llevas muy bien con tu hermana, ¿no?
    -Para nada.
    -¿Quieres que te preste mi otro pijama para dormir?
    -Solo usaré mi ropa interior. Descuida.
    Finalmente quedaron ellas dos, la oscuridad y aquella cama.
    La de pelo negro seguía pensando que no pasaría nada entre ellas dos aquella noche. Solo se acostó pensando en dormir. Y cuando se levantara al día siguiente seguirían siendo las misma rivales de siempre.
    -¿Solo vas a dormirte? ¿No vamos a hacer nada?
    -¿Qué dices?
    -¿Acaso olvidaste lo que te dije?
    -No, pero... ¿En serio quieres? Yo sé como eres tu. Seguro terminarás arrepintiéndote.
    -Lo sé, pero quiero hacerlo. No importa que después me arrepienta.
    -¿Segura? ¿Me dejarás hacerte todo?
    -Todo menos que me metas dedo. Por atrás. Ya sabes.
    -Eso no lo hago. Descuida.
    -Entonces empieza cuando quieras.
    -Espero que no seas muy ruidosa. Sino despertarás a mis padres. Aunque no sería la primera vez que me sorprenden con una chica en la cama. Relájate. Yo te haré sentir bien.
    Miranda se incorporó y cerró sus ojos.
    Sofía se colocó frente a ella. Le acarició una mejilla y se le acercó lentamente para besarla. Solo posó sus labios sobre los de ella. Sin llegar a ser un contacto muy íntimo. Fue correspondida.
    Se dieron varios besos. Solo haciendo que sus labios hicieran contacto, pero poco después fueron más allá.
    La pelirroja pensó que la otra quería más. Entreabrió su boca.
    Eso bastó para que Sofía invadiera su boca con su lengua para saborearla a gusto. Estaba dominada por la excitación de un momento que pensó que nunca viviría. Dejó de lado que era la primera experiencia de su compañera con otra chica. Le importaba poco que la otra pudiera estarse sintiendo un poco incomoda por su forma de proceder en aquel momento. No podía pensar.
    Pero no importaba.
    Miranda solo se dejaba llevar. En verdad había acallado todas esas voces internas que le gritaban: “¡Lo que haces es incorrecto!”. Solo quería sentir placer, calidez, lujuria. Para no pensar en su relación quebrada. Correspondía los ardientes besos. Le dio una suave mordida al labio inferior de la otra y luego hizo que su lengua se encontrara con la de ella.
    -Le estás poniendo mucho empeño. No me lo esperaba. Pensé que solo te dejarías hacer. Que yo tendría que hacer todo el trabajo.
    -Si se hace algo se hace bien.
    -Bien dicho.
    Sofía la abrazó. Besó su cuello.
    Miranda gimió por ese contacto y por sentir su piel, la cual sentía muy cálida. La rodeó con sus brazos. Poco después notó que le faltaba su sostén. Entendió que la otra aprovecho que estaba tan cerca para quitárselo.
    Fue descendiendo por el cuello de la pelirroja dejando un rastro de besos. Para luego poner sus manos sobre esos pechos que captaron su atención una vez que pudo verlos. Los acarició con delicadeza. Rozó sus pezones con la punta de sus dedos. Se detuvo cuando la otra puso sus manos sobre las de ella.
    -No te detengas.
    -Yo pensé que...
    -Sigue. Me gusta mucho eso.
    Los gemidos de Miranda se oían cada vez mejor.
    Disfrutaba mucho de las manos de la otra masajeando sus pechos. Los dedos tanteando sus pezones. En ese momento de excitación hizo algo.
    Sofía gimió. Al sentir la mano de la otra acariciando su sexo por encima de sus bragas. La humedad y calidez en esa parte su cuerpo aumentaban por ese suave tacto que la excitaba. Ella correspondió aquello acercándose para lamer los pezones de la pelirroja. Los chupó con ansias.
    Miranda gimió de placer al sentir una lengua en contacto con sus pezones. Nunca le había permitido a su ex novio hacer eso. Pensaba que le daría asco sentir una lengua tocando sus pezones dejándolos cubiertos de saliva.
    -Se siente rico. ¿Qué te sucede? ¿Tu mami no te dio mucho de mamar y ahora yo sufro las consecuencias?
    -Si mi mami fuera tan atractiva como tu nunca hubiera dejado de chuparle las tetas y además de eso le haría otras cosas.
    Sofía tomo distancia para quitarse la parte superior de su pijama y dejar sus pechos a la vista de la otra. Luego se acostó sobre ella de modo que los pechos de ambas hicieran contacto. Empezó a moverse hacia delante y hacia atrás continuamente para frotar sus pechos contra los de ella.
    Se besaron una vez más durante ese movimiento. La piel de ambas ardía. Parecía que ese roce podía provocar que una se quemara por estar en contacto con la piel de la otra.
    Miranda quería intentar lo que la otra le había hecho poco antes. Le pidió que se recostara a lo cual la otra accedió.
    Sofía observó muy excitada a la otra deleitándose con sus pechos. No la excitaba tanto lo que ella hacía sino su expresión, sus tímidos movimientos. Notaba mucho que la otra carecía de la experiencia de la que ella era poseedora. Se dejó hacer, pero no por mucho. Poco después la empujó para que quedara recostada y sin pedir permiso le quitó sus bragas a lo cual la pelirroja reaccionó sonrojándose.
    Miranda abrió sus piernas. Le mostró su sexo, el cual no tenía mucho vello pubico. Como demostrándole que se entregaba por completo.
    La de pelo negro se sentía una pervertida peligrosa. Sabía que tenía que contenerse para no echársele encima y terminar haciendo de ese encuentro sexual algo parecido a una violación. Se le acercó y con su mano derecha empezó a tocar su sexo. Primero lo acarició delicadamente con sus dedos para luego separar los labios para contemplar el interior. Rozó la entrada de su vagina.
    La pelirroja solo cerraba sus ojos y daba fuertes gemidos.
    -¿Segura que quieres?
    -Sí, hazlo.
    -De acuerdo.
    Sofía la penetró suavemente pensando que aquella chica era virgen, pero su dedo penetró profundamente. Notó la ausencia de un himen. Quedó boquiabierta. Retiró su dedo y luego lo lamió para limpiarlo de los fluidos de la otra.
    Miranda al verla fue invadida por un pensamiento pervertido fugaz. Pensó en que ansiaba sentir esa lengua tocando su intimidad.
    -Asi que no eres virgen.
    -No lo soy. Te lo estuve tratando de decir miles de veces.
    -Es un alivio. Pensé que tendría que ser muy delicada contigo.
    Siguió con lo que estaba haciendo. La penetró con un dedo. Acarició el interior del sexo de aquella pelirroja.
    Se le acercó para besarla para acallar sus gemidos. No quería que despertara a alguien, pero tampoco podía privarse de oir esa melodía lujuriosa que se oia tan bien sobre todo cuando salía de los labios de una chica. Dejó libre sus labios cuando pensó que le faltaba poco para llegar al orgasmo.
    -¡Ah! No puedo contenerme... ¡Me gusta tanto! ¡Qué rico! ¡Más rapido! ¡Asi! ¡Ah!
    Miranda acabó dejando salir sus fluidos. Dio fuertes gemidos.
    Sofía retiró sus dedos y se dispuso a lamerla para probar su esencia. Poco después se apartó. Mientras la otra seguía tendida después de haber sentido tanto placer ella se quitó la parte de debajo de su pijama junto con sus bragas.
    La pelirroja se incorporó y pudo ver que la intimidad de la otra carecía de vello pubico.
    -Se ve lindo así.
    -Y me han dicho que sabe tan bien como se ve. ¿Quieres comprobarlo? Aunque no se si te animes a eso.
    Miranda respiró profundamente. Luego se acercó a la otra para luego empezar a lamer su sexo y penetrarlo con sus dedos. La acariciaba con su lengua y rozaba el clítoris con sus dedos por momentos. Sentía por primera vez el sabor de los fluidos de un sexo femenino.
    -No pienses-se decía a sí misma-. Solo actúa. Solo déjate llevar. Lame su sexo como si fuera una delicia.
    -Novata, yo pensé que... ¡Maldición! ¿En verdad nunca lo has hecho con otra chica? ¡Ah!
    Sofía se recostó y abrío sus piernas para darle total libertad de movimiento. Se excitó tanto por esa repentina actuación de su compañera de clases. Tanto que acabó poco después de que ella empezara con eso.
    -Eso fue rápido.
    -Porque me excitas mucho, tonta. Me sorprendes. ¿Qué te parece si hacemos un 69?
    La de pelo negro se rió al ver la cara de la otra. Se notaba que no tenía idea de a qué se refería.
    -Yo te enseño. Solo recuéstate. Y luego yo me pongo sobre ti, pero con mi cara mirando para el otro lado.
    Poco después Miranda tuvo frente a su rostro la intimidad de la otra.
    -Y ahora yo lamo tu parte privada y tu haces lo mismo con la mía. Vamos a ver cual de las dos acaba primero.
    Poco después de eso la pelirroja algo cálido y húmedo acariciando su sexo. La lengua de  Sofía tocando su sexo.
    Siguieron las dos entregándose a la lujuria. Estuvieron así hasta que ambas acabaron.
    Miranda fue la primera que acabó desbordada por el placer de ese sexo oral.
    Para terminar con aquel encuentro sexual Sofía se recostó sobre ella. Hizo que la pelirroja abriera sus piernas para que sus sexos entraran en contacto.
    Asi terminó aquel momento. Con la oscuridad como lo único que ocultaba sus cuerpos desnudos, los fluidos de los sexos entremezclándose, la calidez, los gritos de placer de ambas al llegar a la cumbre del placer.
    Miranda abrazó a Sofía. Tenía sus pechos como almohada.
    -Gracias por entenderme. Por aceptar hacer esto conmigo.
    -Tranquila, preciosa. Solo duerme. Duerme y ten esperanza de que encontrarás un nuevo amor.
    Se dieron un último beso antes de dormirse.
    Miranda durmió hasta despertarse por la mañana, pero Sofía no.
    La de pelo negro se despertó en medio de la noche e hizo algo de lo que la pelirroja no se enteraría hasta que pasaran unos cuantos años y luego siguió durmiendo.




    Llegó la mañana. La luz del sol la despertó. Sentía aún aquella calidez. Esa piel junto a la suya, pero aquella mañana reaccionó diferente a ese contacto.
    -¡¿Qué me has hecho, pervertida?! ¡Te has aprovechado de mi!
    Sofía se despertó algo confundida.
    -¡Rayos! ¿Qué hora es?
    -¡¿Eso qué importa?!
    -¡¿Escuchaste lo que te dije?!
    Miranda se sonrojó al ver su cuerpo.
    -Por favor. Ponte algo. Y dame mi ropa. ¡Quiero irme ya! ¡Debo volver a casa!
    Sofía tomo las bragas de su compañera.
    -¿Al menos puedo quedarme con esto como recuerdo de esta noche?
    -¡Claro que no, pervertida!-le respondió quitándole de las manos aquella prenda-. Y tienes suerte de que no piense demandarte por haber abusado de mi. No lo haré porque después de la ceremonia de egresados no quiero volver a verte nunca más. Y si te demandara tendría que verte en un juzgado.
    Miranda se vistió algo nerviosa y con un notable sonrojo por como la otra admiraba su cuerpo.
    -¡Deja de mirarme así! ¡Vístete tu también! ¡Acompáñame hasta afuera!
    -De acuerdo.
    La acompañó hasta la calle.
    -¡Hey Miranda! Antes de que te vayas tengo que decirte algo.
    -¿Qué?
    -Estuviste maravillosa, guapa. Nunca olvidaré esa noche.
    -¡Pervertida!
    La pelirroja finalmente se retiró.
    Sofía sonrió. Una sonrisa de insuperable satisfacción.
    -No me dejaste tus bragas, pero tengo eso otro muy especial para recordar esa noche. ^^

No hay comentarios:

Publicar un comentario