Despertó en esa habitación en la que horas atrás había estado haciendo el amor como si no hubiera un mañana con la chica que en ese momento dormía apoyando su cabeza sobre su pecho.
Los dos aún estaban desnudos. Ni una sola prenda cubría sus cuerpos.
La rodeaba con sus brazos en actitud protectora. Como si eso bastara para apartar las pesadillas de su amada y que así solo tuviera dulces sueños.
Se quedó encantado mirándola mientras dormía placidamente.
En ese momento se veía tan adorable, tan pura, tan divina. Era una diosa. Ni parecía capaz de dominar a alguien como la había hecho poco antes con su novio.
Alex se sentía tan a gusto. Pensaba que nunca podría vivir mejor momento que ese. Acostado en una cama abrazado a la chica que amaba. Sintiendo el calor de su cuerpo. Esa tibieza tan agradable.
-Duerme bien, mi amor. Estoy aquí contigo. Sueña lindo.
Se sorprendió al escucharla reir. Pensó que ella estaba despierta, pero no era así.
Aún estando dormida Priscila se rió. Sonrió. Y dejó escapar de sus labios unas palabras. Casi un susurro.
-Te amo, Alex, Te amo tanto, tontito.
El chico se sonrojó al escucharla decir esas palabras estando dormida. Sonrió.
Siguió esperando pacientemente que ella despertara, permitiéndole usar su pecho como almohada.
Escuchó un bostezo.
Priscila miró a su novio. Se le acercó para darle un tierno beso en los labios.
-Buenos días, amor.
-Contigo siempre son buenos días.
-¿Qué te parece si lo hacemos una vez más para desperezarnos un poquito? ¿Te va bien un mañanero?
-Eres increíble. Después de todo lo que hicimos anoche aún tienes ganas.
-¿Tu no? Sé que no me veo muy guapa recién levantada, pero aún debo tener mi encanto.
-No dije que no tenga ganas. Si tu quieres lo hacemos.
Esa bella chica se rió.
-Es broma, amor. Por la noche ya te exigí mucho. Ya debes estar agotado. No creo que puedas más.
-Permíteme demostrarte lo contrario.
-Te permito demostrármelo. Pero tu tendrás que tomar la iniciativa. ¿Te atreves?
-Sí.
-Entonces hazlo.
-Entonces hazlo.
Alex pensó en acercársele. Tumbarla sobre la cama y empezar a besarla, acariciarla, hacerle el amor. Pero no llegó más lejos que eso. Pensamientos. Se sonrojó. Entiendo que al parecer por el momento no se atrevería.
Priscila le sonrió y le acarició una mejilla.
-Qué lindo te ves así. Con tu rostro color carmín. Tan guapo.
-No puedo.
-Pero pronto podrás. Solo tienes que soltar la fiera lujuriosa que llevas dentro. Suéltale la cadena, cariño. Déjala libre. No lo lamentarás.
Esa pervertida adolescente se levantó, bostezó, y luego miró a su novio.
-Vamos a ducharnos.
-¿Qué dices?
-Que nos bañemos juntos. ¿Quieres?
-¿Hace falta responder?
-No, mi pervertido chico. Solo acompáñame.
-Tu me pervertiste.
Priscila se quedó boquiabierta. Fingía que estaba sorprendida por lo que le decía su novio.
-Me acusas de pervertirte. Ya eras un pervertido antes de conocerme. Vi todas esas cosas que guardas en un cajón. Yo solo refuerzo tu lado pervertido. Nada más.
Salieron de la habitación juntos. Cada uno con la toalla que usaría para secarse después de terminar de bañarse. Fueron al baño pasaron ambos a la ducha.
El agua corrió por los cuerpos de ambos.
-Alex permíteme enjabonarte, ¿si?
El chico ya estaba excitado por ver desnuda a su novia con el agua corriendo por su cuerpo. Que lo enjabonara hizo que empezara a desear hacer algo más que bañarse con ella. Soltó unos leves gemidos cuando fue por sus partes intimas.
Priscila hizo hecho la mayor parte del trabajo sin hacer nada para provocarlo. Con la intención de que el cuerpo de su novio quedará reluciente y nada más. Pero cuando llegó a la entrepierna fue diferente. Lo masturbó. Su mano se deslizaba fácilmente, ya que ese pene estaba húmedo y resbaladizo por el agua y el jabón. Le gustaba tanto hacer eso. Masturbarlo.
-¡Ah! ¡Ah! Pris. Hazme acabar.
Lo llevó hasta el límite, pero no lo hizo llegar al orgasmo. Soltó su miembro poco antes.
Él aún con su mente nublada por la excitación la miró. Como regañándola por haberse detenido.
-¡Hey! No te hagas ideas equivocadas. Yo solo estaba enjabonándote. ¿Qué ideas pervertidas pasan por tu cabeza?
Alex tomó el jabón que le entregó esa bella y pervertida chica después de enjuagar su cuerpo.
-Tu turno, amorcito. Quiero que mi cuerpo esté limpio. Enjabóname toda. Sabes que hacer.
-Está bien. Primero iré por el frente y luego por detrás.
-Por delante ya me lo han hecho muchas veces, pero mi culo aún es virgen.
-No hablaba de eso. Pero si me lo permites tu culo dejará de ser virgen. Muy pronto.
Empezó a enjabonarla. Su manera de hacerlo dejaba claro que deseaba algo más que solo pasarle el jabón y tocarla.
Priscila sintió placer cuando sus pechos ya enjabonados fueron estimulados por las manos del chico. Sus pezones se pusieron duros.
Alex llevó una mano a la entrepierna de su novia. Frotó ese sensible sexo femenino con sus dedos. Masajeó su el clítoris delicadamente para hacer que esa chica que él deseaba tanto dejara escapar de sus labios la melodía lujuriosa de sus gemidos.
-Ahora voy por detrás.
Se colocó detrás de ella. Fue desde abajo hacia arriba. Enjabonó la parte de atrás de sus piernas, sus muslos. Ese trasero que le gustaba tanto. Cuando llegó a su espalda la beso en el cuello.
Priscila gimió. Sentía ese miembro rozando sus nalgas.
Alex la tomó de la cintura. Como queriendo penetrarla por el ano, lo cual alertó a su novia que no se sentía preparada para eso. Pero no lo hizo. Puso su miembro entre las nalgas de la chica y empezó a frotarse contra ella.
Por el agua y el jabón los movimientos eran más fluidos.
Ambos gimieron.
-¡Ah ¡Ah! Alex. Está duro... Como una roca. ¡Me vuelves loca! ¡Ah!
-¡Ah! Mi chica mala. ¿Te gusta? ¿Quieres sentirlo?
Priscila se apartó de él y se apoyó contra la fría pared del baño. Abrió sus piernas y apartó los labios de su sexo con sus dedos. Su rostro tenía un llamativo color carmín.
-Lo quiero ya. Me calientas demasiado. Lo necesito.
Alex sin dudar un segundo se le acercó y la penetró. La cogió con todas sus ganas. Con lujuria y amor. Sin contenerse. Se dejó llevar.
Ella dio un grito de placer antes de ir por los labios de él.
Ahogaron los sonidos lujuriosos que salían de sus bocas con besos por un momento.
-¡Priscila! ¡Te gusta tanto esto! ¡Ah! ¡Eres una pervertida hermosa! ¡Ah!
- ¡Ah! ¡Dame todo lo que tengas! ¡Mi chico lujurioso! ¡Derramalo todo! ¡Dentro de mi! ¡Ah!
No tardaron mucho en llegar al orgasmo por lo excitados que estaban. Acabaron dando un fuerte grito de placer.
Alex derramó su semen en el interior del sexo de su novia.
Priscila gimió de placer al sentir ese cálido fluido en su interior.
-Ah. Lo siento. Todo dentro de mi. Me llenaste.
-Tu me calientas tanto. Creo que un día voy a terminar acabando como lo hacen en los mangas o animés hentai. Echando tanto semen que terminará derramándose desde el interior de tu vagina.
-Eso me gustaría. Que acabaras así en mi boca también sería glorioso-concluyó relamiéndose Priscila.
Después de que terminaron de bañarse se secaron con las toallas y volvieron a la habitación.
Priscila se puso otra ropa.
Alex obviamente tuvo que ponerse la ropa que había llevado puesta desde el dia anterior.
-La próxima vez ven con una muda de ropa.
-No esperaba tener que cambiarme de ropa. Tu sabes que yo no pensaba quedarme.
-Lo sé. Y yo cambié eso. Cambié tu destino.
-Cambiaste mi destino. En varios sentidos.
Alex escuchó un ruido extraño.
-¿Y eso?
-Mi estómago chillando. Tanto sexo me da hambre. Vamos a desayunar. n///////n
Priscila fue junto con su novio al comedor.
Ambos escucharon que alguien abrió la puerta de la casa.
-Ah. Debe ser mi mamá.
Pronto vieron llegar a una atractiva mujer de largos cabellos rojizos que llevaba anteojos. Vestía un pantalón jean y una blusa color turquesa. Llevaba un bolso en el cual tenía guardado el guardapolvo que usaba cuando estaba en el sanatorio.
Saludó a su hija y después miró al chico que estaba presente en su casa.
-¿Tu nuevo novio del que tanto me hablaste?
Priscila se sonrojó.
-Sí-respondió la chica mirando a su madre-. Mamá, él es Alex. Alex, ella es mi mamá. Su nombre es Miranda.
-Mucho... Mucho gusto. Al fin nos conocemos.
Alex se había puesto algo nervioso. No por conocer a la madre de su novia. Sino por el hecho de que esa mujer adulta de largos cabellos rojos ciertamente era muy llamativa. Le resultaba muy atractiva.
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