Jesica se acomodó en la cama mientras leía un manga.
-Así que tienes planes para hoy, nii-san.
-Sí-le respondió Alex, quien estaba mirando por la ventana de su habitación-. Pris y yo vamos a aprovechar que hoy no tenemos clases para salir juntos.
Se escuchó un suspiro.
-Qué romántico. Él mirando por la ventana ansiando la llegada de su amor. Qué lindo.
-¡Cállate!-le dijo sonrojándose el chico.
-¿Por qué no? Si es verdad, ¿no? Tu la amas.
-Sí, pero... No sé. Me incomoda que digas esas cosas.
Jesica dejó el manga que leía sobre la cama y se levantó. Se acercó a su hermano.
-¿Puedo ir con ustedes, nii-san?
-¡Por supuesto que no! ¿Estás loca?
-¡No! ¿Qué tiene de malo que los acompañe? Si se besan miro para otro lado y ya.
-Es una salida de pareja. Si vinieras con nosotros estorbarías demasiado. ¡Demasiado!
Jesica quedó boquiabierta y reaccionó como si lo que le dijo su hermano la hubiera herido profundamente.
-¿Te atreves a llamar estorbo a tu dulce nee-chan?
Él al ser consciente de su actuación le respondió.
-Es algo que suelo decir y nunca reaccionas así. Ya lo sabes. Es inútil que finjas que vas a ponerte a llorar.
-Llevame, ¿si? Te regalo algo.
-No.
-Ordeno tu habitación por ti por una semana.
-No.
-Entonces lo último que se me ocurre…
La chica que sonrojó.
-Si me dejas ir con ustedes haré cositas sucias contigo, nii-san.
Alex no le estaba prestando atención por lo cual no supo si había escuchado bien lo que ella le dijo, pero igualmente la miró frunciendo el ceño.
-¿Qué has dicho?
-Fue una broma, nii-san. No tienes que tomártelo así.
Fue por una almohada y la persiguió por la habitación dándole almohadazos.
-Te voy a castigar por decir eso.
-¡Ay no! ¡Detente, nii-san! ¡Ya entendí! ¡Ya entendí! ¡Ayúdame mamá!
Al estar frente a la puerta de la habitación Jesica esquivó un ataque de Alex, el cual terminó impactando a Priscila, quien acababa de llegar al lugar.
-Golpeaste a tu novia, mal hombre.
-¡Tonta! Es tu culpa porque tú lo esquivaste.
Ninguno de los dos sostuvo a la atractiva chica cuando se desmayó aturdida por el almohadazo que recibió.
(Al escribir esta parte me imaginaba a Pris con dos grandes X en lugar de ojos. De esta manera: X___X . Lo comento porque se me hacía gracioso imaginarla así y puede que a ustedes también.)
-¡Pris!-Dijeron al unísono cuando la vieron caer.
Alex se agachó junto a ella.
-Solo está algo aturdida-dijo Jesica para tranquilizar a su hermano-. Está bien. Nadie se muere por un almohadazo.
-Llegó mi final-dijo aún tendida en el suelo Priscila-. Díganle a Alex que lo espero en el cielo para seguir haciendo cositas perver. X__X
Se sonrojaron al escucharla decir eso.
Poco después abrió los ojos y se incorporó.
-¿Qué me pasó?
-Discúlpame, yo te…
Se levantó ya completamente recuperada del golpe.
-¡No importa! Tenemos que salir, Alex. Vamos, mi amor.
-Es sorprendente-dijo sonriendo Jesica-. Muy enérgica. Debe dejarte agotado en la cama, nii-san.
-¡No digas cosas como esas así como si nada! ¡Te estás poniendo igual que mamá y eso es grave!
-No es grave. Tu mamá es genial, Alex.
Bajaron por las escaleras pensando en salir.
Sofía los vio bajar. Se sorprendió al notar algo en Priscila de lo cual Alex se enteraría más tarde.
Aquella adulta mujer se acercó para despedirlos y luego se acercó para hablarle al oído a Priscila.
-¿Sabe lo que estás haciendo, traviesilla? ;)
-No. Ya lo sabrá más tarde. :D
Ellos caminaban tranquilamente por una peatonal. Tenían toda la tarde para disfrutarla juntos. Como siempre paseaban y compraban algunas cosas.
Alex le regalaba algunas cosas que ella deseaba mucho. Que en mayoría eran cosas simples, pero que la hacían sonreír mucho cuando las tenían en sus manos.
Priscila lucía tan adorable en momentos como ese. En una cita.
Los dos solos pasando tiempo juntos.
Al chico le llamaba la atención que en ocasiones se mostraba la sonrisa pícara que su novia solo tenía cuando estaba pensando en hacer cosas pervertidas.
-¿Por qué sonríes?
-Porque me gusta estar contigo, amor.
-Mejor dicho… ¿Por qué sonríes de esa manera?
-¿De qué manera? ¿Ves algo especial en mi sonrisa ahora?
-Sí, es tu sonrisa de “quiero hacer algo pervertido o estoy haciendo algo pervertido”.
Al sentir una ráfaga de viento Priscila puso sus manos sobre su falda.
Algo que Alex no notó. Porque sino hubiera percibido a que se debía ese comportamiento en su novia.
Priscila lo besó y luego vio la hora en su celular. Ya falta poco para que empiece la película. Debemos volver.
Regresaron al cine al que habían ido para sacar unas entradas para una película.
Para llegar debían subir unas escaleras.
Cuando lo hicieron Alex notó esa sonrisa perversa en su novia.
La chica de cabello negro sabía perfectamente que alguien podía verla desde abajo. Ver esa parte de ella. Saber eso la excitaba y la ponía algo nerviosa a la vez.
Ella simplemente lo miró.
-Ya más tarde sabrás por qué.
Ya el sol se iba por el horizonte. Los dos caminaban despacio por una plaza.
Aquella en la que se habían encontrado por primera vez.
Cuando él solo pasaba por ahí sumergido en sus pensamientos.
Cuando ella estaba ahí decidida a decirle adiós para siempre a un ingrato amor.
Ese día en que sus caminos que quizá de otra forma no se hubieran encontrado se unieron para siempre.
Priscila se detuvo.
Alex lo hizo también.
-¿Qué sucede, amor?
Ella solo le respondió rodeándolo con sus brazos para luego posar sus labios sobre los de él.
Se dieron un beso apasionado. Que hacia latir rápido sus corazones. Que hacía que en el mundo nada importara más que el hecho de que ellos estaban juntos en ese momento.
Cuando concluyó ella siguió abrazándolo.
-Gracias por llegar, Alex. Gracias por estar en mi vida. Te amo, tontito. Soy tan feliz por tenerte. Siempre quise a alguien como tú. Que me ame por la mañana, por la tarde, por las noches. Los 365 días del año y 366 los años bisiestos. Además ser pervertida contigo es divertido. Aunque te vas soltando con el tiempo tengo la sensación de que nunca termino de corromperte y eso me gusta.
Eso último que dijo hizo que él se sonrojara.
Alex la apartó delicadamente y la tomó de las manos.
-Te amo, Pris. Te amo demasiado. Yo no entiendo como a veces las personas cuando pasan tiempo con alguien que aman llegan a tener esa sensación de que ya no es necesario demostrar amor o sus sentimientos dejan de ser tan profundos. Porque no hay día en que yo no piense que te amo con todo mi ser y que quiero estar contigo por siempre. No dejo de pensarlo y quiero demostrarte siempre lo que siente. Con palabras, con acciones. No dejo de amarte intensamente ni un solo segundo, Pris.
En ese momento la veía tan sonrojada. Conmovida por sus palabras.
La besó.
-Te amo, preciosa.
Priscila sonrió.
-Lamento terminar bruscamente con este momento tan tierno, pero… ¿Aún sientes curiosidad por lo de hoy?
-¿Eso? Para ser sincero se me había olvidado. Pero me gustaría saber.
Mentía. En realidad moría de la curiosidad.
-Bien. Entonces vamos hacia allá.
Se acercaron a una de las bancas de aquella plaza.
El chico se sentó por pedido de su novia
Priscila levantó su falda para que Alex viera que no tenía bragas.
-Mira.
-Pris… Saliste sin…
-Sí.
Se sentó a su lado. Lo besó. Expresándole de esa manera que era lo que quería. Con lujuria. Acarició la entrepierna de su amado. Lo sintió. El miembro de su chico poniéndose rigido. Acallaba sus gemidos con besos.
-Pris. Detente. ¿O acaso quieres?
-Sí, eso quiero precisamente.
-No puedes estar hablando en serio. Ya casi no pasa nadie por aquí esta hora, pero alguien nos podría ver.
-Lo sé. Eso me excita. Es tentador.
Aunque Alex pensaba que aquello era incorrecto ya no podía negarse al deseo de su amada. Ese tacto y los besos que daba eran atrapantes y lo conducían a querer más y más.
-Dime que no quieres y no te creeré.
Lo miró fijamente con la lujuria reflejada en su rostro.
-Está bien. Hazlo ya, amor.
Ella prosiguió besándole el cuello al tiempo que con sus manos se encargó de desabrochar sus pantalones y luego bajó el cierre dejando a la vista su ropa interior. Cuando llegó a ese punto le dio una mordida arrancándole un gemido.
-Pris-gimió su nombre sintiendo placer.
-Sí, voy a devorarte. Todo entero, mi Alex.
La bella adolescente de cabello negro apartó la ropa interior. Dejando libre por fin ese miembro rígido. Y procedió a masturbarlo.
Él gemía al tiempo que escuchaba lo que ella decía.
-Somos unos chicos muy malos, ¿no, amor? Quizá alguien ya nos haya visto. Somos pervertidos. Somos terribles. Quizá deberían castigarnos. Aunque quizá podríamos encargarnos nosotros mismos de alguna manera.
Se acercó para hablarle al oído.
-Quiero que me castigues. Me ates las manos y me hagas lo que quieras. Que me des nalgadas. Mi cuerpo a tu pervertida voluntad hasta que caigas rendido. Y luego me tocará a mi. Castigarte. Hacerte lo que me de la gana. Meterte dedo. O quizá hasta te penetre con un strap on.
Mientras Priscila masturbaba a Alex y le decía perversidades al oído alguien los observaba a lo lejos. Se iba acercando poco a poco. Se excitaba mirándolos.
Era una chica de baja estatura. Tenía puesta una falda escocesa de color negro con rojo que tenía cruces negras y blancas y una blusa negra escotada que resaltaba sus humildes atributos. En su brazo derecho tenía un mitón y un colgante rodeando parte de su antebrazo que llevaba un dije en forma de corazón. En el brazo izquierdo tenía un calentador de brazo de color negro. Calzaba unas sandalias negras. Portaba un estilo de ropa de chica gótica que quizá no coincidía mucho con su rostro de niña y su cabello rubio que le daban un aspecto angelical.
Priscila no resistió más. Se dio la vuelta y levantó un poco su falda para que no le molestara mientras se sentaba sobre el miembro de su novio para que la penetrara. Soltó su falda cuando lo sintió en su interior y dio un fuerte gemido.
-Lo quiero todo, amor. Todo. Acaba dentro de mi bien rico. Lléname toda.
Alex besó su cuello y pasó sus manos por debajo de la ropa de la chica para tocarle los pechos.
-Eres deliciosa, Pris.
Se excitaban ambos haciendo lo prohibido. En aquel lugar. Donde cualquiera podía verlos.
Ya había sucedido aunque ellos no lo habían percibido. Y no solo los había aquella chica.
También había quienes los habían visto de lejos, pero no pensaron ni por casualidad que estaban haciendo eso y pasaron sin prestarles mucha atención.
Otros que se alejaron ofendidos por su comportamiento inmoral.
Priscila se movía rápidamente sintiendo los labios en su cuello. Las delicadas mordidas y las manos acariciando sus pechos. El miembro de su novio penetrando su interior. Rígido como roca. Como a ella le gustaba. Ella se percató de la presencia de aquel ángel gótico que los observaba. Y por eso cerró sus ojos y se dejo llevar por sus sensaciones para tentarla, para hacerla desear aún más estar en su lugar.
Alex estaba preocupado porque los vieran y tuvieran serios problemas. Era consciente de que podían arrestarlos por esa pervertida travesura. Pero a la vez completamente dominado por Pris. Por ese cuerpo sensual que nunca tenía suficiente. Que siempre anhelaba más perversión, más lujuria y más placer.
La chica gótica metió su mano bajo su falda se tocó tímidamente por encima de sus bragas. Pero poco después ya estaba frotando su sexo con sus dedos. Rozaba su clítoris, acariciaba la entrada de su vagina. Gemía con su rostro sonrojado sin perder detalle de lo que hacían los otros dos. Hablaba en voz baja.
-Quiero… Yo quiero sentirlo también… Quiero… Por favor permíteme.
Priscila se excitaba mucho sabiendo que era observada y en especial por esa chica de aspecto tan inocente. Arqueo su espalda y acabo al sentir la esencia de Alex dentro de ella. Un orgasmo que la dejó placenteramente aturdida por un momento.
La chica angelical acabó también. Provocando que sus bragas quedaran empapadas por sus fluidos.
-Mira nada más, Alex-finalmente habló la pervertida chica cuando pudo recuperarse de aquel orgasmo tan placentero-. Tenemos una espectadora.
Al saber que era observada retiro su mano de donde estaba y hubiera querido salir corriendo, pero en vez de eso se quedó allí. Sonrojada y con su mirada fija en el suelo.
Priscila se levantó y se fue acercando a la chica, quien seguía ahí como paralizada.
-¿Qué harás, Pris?
-Ya lo sabrás. Y aún no te acomodes la ropa, amorcito. Nos divertiremos un poquito más.
La chica angelical levantó su mirada para ver el rostro de Pris.
-¿Te gusto lo que viste?
-Yo… Ah… Es que…
-Ni hace falta que respondas. Se te nota en la cara que te gustó. ¿Quieres que cambiemos de lugares? Tú lo haces con mi novio y yo me masturbo viéndolos.
-Me… Mejor no. No… No sería correcto.
Esa hermosa gótica quiso irse, pero fue detenida por Priscila.
La pervertida chica la abrazó por detrás. Y le habló al oído.
-Que no sea correcto lo hace más tentador. Y a veces la mejor forma de enfrentar la tentación es ceder a ella, amorcito.
La soltó para ver que decidía hacer.
Sonrió al ver que decidió no irse y entregarse a la perversión.
-¿Esta sería tu primera vez?
-No. La segunda.
-Genial. Será la primera vez en que mi amor lo hará con una chica sin mucha experiencia. Será algo nuevo para él.
Alex las vio acercándose.
-¿Qué pasa? ¿Acaso la conoces a esta niña?
-Tengo 13 años. No soy una niñita.
-No. Es que acordamos cambiar de posiciones. Ella coge contigo y yo miro.
Priscila le quitó las bragas a aquella chica y luego sus sandalias.
El chico se dijo a si mismo que no podría. Aquella chica realmente tenía el rostro de una niña dulce e inocente. No se hacía a la idea de tener sexo con ella. Al menos en principio.
Aquella chica angelical se puso de pie frente a él aún sonrojada, pero poco después cambio. La lujuria se fue apoderando de ella al verlo. Inseguro de hacer con ella Pensando en ella como en una niña inocente. Casi se podría decir que se le tiró encima y posó sus labios sobre los de él. Invadió su boca con su lengua.
Alex la correspondió. Su idea sobre aquella chica fue cambiando rápidamente. Sobre todo cuando la sintió tocando su miembro sin ninguna timidez. Aunque por su falta de experiencia su tacto no era como el fuego ardiente de las manos hábiles de Pris que además conocía sus zonas erógenas.
-Me da ganas de besarla-decía Priscila mientras se tocaba su intimidad-. Quiero saber si besa rico. Pruébala bien, amor. Disfrútala que apenas lo ha hecho una vez antes de este momento.
-Lo haces bien.
-¿Soy una niña? ¿Aún piensas que soy una niñita?
Llevó las manos de él hacia sus pechos.
La chica gimió mientras Alex masajeaba sus pechos por sobre su ropa.
El llevó una mano a la intimidad de aquella gótica angelical rubia. La masturbó mientras seguía tocando sus pechos. Hizo que se pusiera húmeda. No paró hasta que sus fluidos ya casi corrían por sus muslos.
-Ah… No resisto… Por favor… Cógeme. Penétrame ya.
Pris al ver a su novio haciendo eso con aquella chica ya estaba ardiendo como un volcán. Se sentía a punto de acabar, pero no lo hizo. Se contuvo porque quería acabar cuando ellos lo hicieran también.
Alex coloco a esa pequeña gótica de forma de que quedara sentada de frente a él.
La chica se sentó sobre ese miembro. Se mordió los labios mientras sentía ese miembro penetrándola. En su sexo que hace muy poco tiempo había dejado de ser virgen. Solo no pudo evitar dar un fuerte gemido al sentirlo dentro de ella por completo. Rodeó la cintura de él con sus piernas.
Alex empezó a moverse. La cogió duro. Sentía con placer como la chica gritaba de placer y se estremecía con cada movimiento que él hacía. Él lado pervertido de él que Priscila había alimentado lo dominaba. Quería llenar a esa linda desconocida con su esencia. Le tentaba hacerlo. Hasta en un momento pensó en algo en lo que no dejaría de pensar por un buen tiempo.
Cerró sus ojos.
Mientras penetraba a esa chica en su mente se formó una imagen. Un deseo pervertido. Pensó en otra chica al hacerlo con esa linda gotica. Pensó en una niña casi tan bajita como ella, igual de dotada, pero que tenía el pelo corto y de color negro.
Al hacerlo con esa chica él pensó con lujuria en su hermana menor. Jesica.
Priscila no resistió más al verlos a los dos. A su novio besando y cogiendo con deseo a esa chica que parecía salida de otro mundo por lo bella que era. Y acabó derramando su esencia. La cual probó ella misma lamiendo sus dedos con gusto.
-Espera… Detente… ¡Ah!
-¿Qué sucede?-le preguntó Alex a la gótica.
-Yo…
Se sonrojó.
-Ya acabé. Lo siento. Y tu aún no. ¡Ah! Pero…
La chica se apartó. Y luego se agachó frente a él.
-Puedo hacer esto.
Aún con su falta de experiencia se dispuso a hacerle sexo oral.
Alex se excitó mucho al ver a esa chica que parecía una diosa lamiendo y chupando su miembro. Por lo cual acabó no mucho después.
En ese momento también tuvo el deseo de pervertido de derramar su esencia en la boca de su hermana. Sentía el pervertido deseo de corromperla.
Poco después él se acomodó la ropa.
Priscila se quedó con las bragas de aquella angelical chica como recuerdo de ese pervertido momento.
Decidieron seguir su camino.
Alex se quedó pensando en esos pervertidos deseos que había tenido en aquel momento. Hasta que su novia lo sacó de sus pensamientos.
-¿Sabes qué? Me dio su dirección de e-mail. Al parecer está interesada en jugar con nosotros si queremos hacer un trío. Genial, ¿no?
-Sí, supongo.
Le respondió ya que aun estaba algo distraído con sus propios pensamientos.
-¿Solo dices eso? No disimules conmigo, amor. Se nota que te gustó. Cuando acabaste en la boca de esa chiquita le diste la suficiente leche como para que no le haga falta calcio por el resto de su vida.
-¡Ay Pris! Cuando dices cosas así me recuerdas tanto a alguien.
-Sé a quién te refieres. Es bueno. Porque tu mamá me agrada mucho.
-Sí. Lo malo es que a la tuya yo no le agrado.
-Sí que le caes bien a mi mamá, Alex. Solo que ella es tsundere con algunas personas.
Priscila suspiró y sonrió de esa forma tan particular en ella.
-Esta cita estuvo muy divertida. Este fue un buen día.
Miró a Alex y le guiñó un ojo.
-Espero que algún día lo repitamos.
-¿Hacerlo en público? No lo creo.
-¡Vamos! No pasará nada.
Me encanta simplemente magnifico!!! Sigue así... Arigato :3
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