Iba caminando algo apurado. Hacía poco había salido del colegio. Tenía que llegar pronto casa.
-Maldición-pensó Alex-. No pensé que ya a los trece años las cosas pudieran complicarse tanto.
Aún recordaba las palabras de esa chica.
Esa voz femenina diciéndole…
-Me gustas y eres lindo, pero no me gusta como besas.
Salió de la fuerte marea de sus pensamientos arrastrado por una voz familiar.
Escucho los pasos de alguien que corría para alcanzarlo.
-¡Hey Alex!
Fabricio se detuvo al llegar junto a su amigo. Se tomó unos minutos para recuperar el aliento.
-¿Desde cuándo no me esperas a la salida, mal amigo?
-Perdóname. Es que tengo que llegar temprano a casa y ayudar a mi mamá a terminar de acomodar todo.
Alex siguió caminando acompañado por Fabricio.
-¿Ah si? ¿Quedó muy bien tu casa ahora que le hicieron unos retoques?
-Sí. Se ve mucho mejor. Mis padres y yo cambiamos de habitaciones. Ahora yo estoy en la que era de ellos y ellos en la que era mí habitación.
-Ahora ellos están en la habitación más apartada. Lo entiendo.
-¿Qué entiendes?
-Lo hicieron para estar lejos de ustedes y poder tener… intimidad sin que ustedes escuchen.
Los dos se rieron.
-Dímelo ahora. ¿Cómo te fue con Ana en el recreo?
-Más o menos.
-¿Por qué? ¿No paso nada?
-El asunto es que si pasó algo, pero… Bueno. No le gustó como beso.
-Necesitas a alguien con quien practicar. Quizá alguna chica se ofrezca.
Negó con la cabeza Alex.
-Ni loco. ¿No has notado que casualmente esas chicas voluntarias para enseñarte a besar no son de las más… vistosas?
-¿Quieres decir que no te gustan o que son más feas que una patada en los bajos?
Se sorprendió un poco por las duras palabras de su compañero.
-Prefiero ser más sensible cuando de eso se trata.
-No te preocupes por eso. Aquí no hay ninguna chica presente.
-Bueno. Tienes algo de razón.
-Tienes que tener a una chica con la cual hacerlo. Sea quien sea.
Fabricio se detuvo cuando llegaron a una esquina. Doblando hacia la derecha se encontraba su casa.
Estrecharon sus manos.
-Bueno. Nos vemos mañana o más tarde. Ven a mi casa un rato si te dan un descanso después de ordenar todo.
-Gracias. Igual ya estamos terminando. Hasta luego.
Alex siguió su camino él solo. No le faltaba mucho para llegar. Se quedó pensando en las palabras de su amigo.
-Sea quien sea-repitió en voz baja.
Tuvo una idea. Una idea que no le pareció mala en ese momento. No le parecía que estuviera pensando en hacer algo tremendamente malo.
Al atardecer de ese mismo día se quedó sentado en su cama con la puerta de su habitación abierta esperando a que aquella niña pasara por allí de casualidad en algún momento.
Y ese momento llegó.
-Jesi.
La niña de once años se detuvo y miró a su hermano mayor.
Ella iba descalza como de costumbre. Con un pantalón largo negro y una camiseta blanca. Su cabello corto algo despeinado
-Ven. Entra y cierra la puerta.
-Está bien. Ya voy, hermanito.
Hizo lo que su hermano le pidió preguntándose que querría de ella. No era muy común que él la invitara a entrar en su habitación.
Se levantó de la cama y se acercó a ella. Le acarició una mejilla.
-¿Qué se te ofrece, Alex?
-Cierra los ojos. No los abras.
-¿Pero qué…?
-Solo hazlo.
Ella cerró sus ojos pensando que su hermano tenía algún regalo para ella. Ya que él no le había dado nada en su cumpleaños y le había prometido compensarla tarde o temprano.
Alex tardó un poco en animarse a hacerlo. Tanto que casi logró que ella se cansara de esperar allí con sus ojos cerrados.
-¿Cuánto más tengo que esperar? Si no me dices por qué me llamaste voy a…
Las palabras de Jesica llegaron a su fin cuando ella sintió unos labios cálidos sobre los suyos y una lengua acariciando la suya.
Abrió sus ojos aún sonrojada y solo veía a su hermano muy cerca de ella besándola con pasión.
Nunca había besado a un chico por lo cual lo correspondió como pudo. Con tímidos movimientos.
Se separaron. Se miraron el uno al otro.
Ella lo miraba aún con su rostro con color de tomate.
-Hermanito, ¿por qué hiciste eso?
-Tenía ganas de hacerlo. Eres una niña muy linda, Jesica.
Acariciaba su mejilla.
-Pero no se puede. No está bien.
-Solo fue un beso, Jesi. ¿Te gusto?
-Sí. Pero solo he visto a la hermana mayor de una de mis amigas besándose así con su novio. ¿No está mal que lo hagas conmigo? ¿Está permitido que hagamos eso?
-Solo está mal si alguien se entera. Para mí no está mal. ¿Y para ti?
Agachó la cabeza.
-No. Me gustó mucho. Se sintió rico
-Si quieres puede repetirse.
Jesica sonrió.
-¿Entonces serás como mi novio, hermanito?
Al escuchar eso pensó seriamente su respuesta. No tenía idea de que podía estar pensando respecto a eso la mente infantil de su hermana. Al final decidió seguirle el juego.
-Sí.
-¿Y me darás besos cuando estemos a solas?
-Sí.
La niña reía con nerviosismo. Luego se sonrojo.
-¿Me das otro?
-Sí.
Alex le sonrió pensando…
-Ya tengo con quien practicar.
Estaba durmiendo muy profundamente. La noche anterior había sido extremadamente agotadora para él.
Sentía una mano sobre su hombro moviendo su cuerpo y una voz llamándolo para despertarlo.
A pesar de que sus sentidos captaban eso le costaba despertar.
Sin embargo la bella adolescente que estaba a su lado insistía.
-Arriba Alex. ¡Vamos! ¡Levántate queridito!
Decidió recurrir a su mejor arma.
-Apúrate que tienes que ir al trabajo y yo llevar a los niños a la escuela.
Enseguida se incorporó y miró a su novia.
-¿Qué dices? ¿Cuando llegamos a eso?
Priscila se rió.
-Aún no. Tranquilo.
Pasaron por su mente imágenes de lo que había ocurrido la noche anterior.
Aquella bella y madura pelirroja lo había utilizado para satisfacer sus lujuriosos deseos.
Llevó una mano a su cabeza.
-Maldición. Me siento como si me hubiera pasado un tren por encima.
-¡Vamos! Que anoche ni te exigí tanto como otras veces.
-Pero hubo alguien más que sí-pensó el chico.
Escucharon los golpes en la puerta de la habitación.
-Adelante mamá.
Miranda pasó. Se notaba que se había levantado hacia tiempo.
Aún para estar en casa siempre tenía su cabello apropiadamente arreglado y sus anteojos relucientes.
-¿Cuánto tiempo más van a estar ahí como un par de perezosos? ¡Bajen a desayunar! ¡Apúrense Priscila y pequeño insecto!
Ambos se vistieron y bajaron a desayunar como la pelirroja ordenó.
Todo estaba como siempre.
Alex no podía creer que aquella pelirroja de aspecto tan pulcro y comportamiento tan correcto y comedido la noche anterior prácticamente lo había violado. Le parecía que había sido solo un sueño. Seguro un sueño erótico de los buenos. Habían ido a esa convención y seguro por eso estaba tan cansado. Trataba de convencerse de ello.
Se levantó para ir a la cocina. Fue por un vaso, el cual lleno de agua y pretendía beberlo de un solo trago. Casi se ahogó cuando la persona que estaba evitando fue para hablarle.
-Alex.
Tosió y dejó el vaso en el fregadero. Miró a su suegra-
-Mi-mi-mi… Miranda. ¿Qué se le ofrece?
-Recuerda lo que te dije. Que no se entere. No seré una hipócrita. Me gustó y me dejé llevar después de tanto tiempo. Y no lo lamento. Pero no quiero que Pris sepa.
-Está bien. No le diré nada.
-Más vale porque sino…
Miranda le enseñaba de forma muy amenazante su puño derecho.
-Sí. Entiendo. Me pulverizará. Entendido.
El chico terminó de desayunar. Se despidió de su novia y salió de la casa.
Miranda salió a detenerlo.
-¿Y ahora qué?-se preguntó al verla.
Reconoció algo que ella tenía en una mano.
-Te estabas olvidando tu celular.
La pelirroja se lo entregó.
-Me gustaría que se repitiera.
-¿De qué habla?
-Tú sabes.
Miranda volvió a la casa.
Alex se dirigió a su casa. Suspiró.
-Mi hermana quiere conmigo. Miranda y yo… Lo que pasó anoche. El mundo está mal en algún punto. El universo está quebrado. Definitivamente.
Veía en pantalla como el personaje que él manejaba mientras jugaba a ese sangriento y popular juego de peleas era lanzado a una piscina llena de un líquido verde que quemaba como ácido.
La célebre “fatality”.
De inmediato soltó el control cuando una voluptuosa adolescente de cabello negro se le tiró encima para darle besos y pellizcos.
-¡Tonto! ¡Mi tonto! Concéntrate. Te estoy ganando fácilmente y no suele ser así.
-¡Ay! Pris detente. ¡No me pellizques tan fuerte! ¡Auch! Mala.
Priscila se detuvo y aún sobre el mirándolo fijamente le preguntó.
-¿En serio pasa algo? De verdad te noto algo distraído. ¿Algo te preocupa?
-Sí.
Ambos se acomodaron como estaba antes. Sentados al borde de la cama.
Priscila tomo la mano de su novio.
-Sabes que puedes contarme lo que sea que te inquiete. Estoy contigo.
-No sé. Es un asunto algo complicado. Y no sé que podrías pensar.
-¡Vamos! Hablas con la chica más pervertida que conoces. No hay nada que pueda asustarme.
-¿Segura? ¿Queda entre nosotros?
-Si es algo que tengo que mantener en secreto obviamente que sí.
-Pero antes… Ya que vamos a conversar.
Alex apagó su playstation 2 e hizo a un lado los controles.
-Sin rodeos. Dimelo directamente.
-Mi hermana quiere conmigo.
Priscila sonrió.
-Quiere contigo. Te refieres a…
-Sí. A eso. Es grave. ¿Por qué tan sonriente?
-Nada. Es solo que… Olvídalo. Pero… ¿Cómo? Esto no creo que se haya dado de la noche a la mañana.
Priscila trato de mostrar seriedad. No quería dejar tan en evidencia su opinión respecto al incesto.
Alex suspiró.
-Digamos que es culpa mía que eso suceda.
-¿Por qué?
-Cuando era más chico y quería tener alguien con quien practicar no tuve mejor idea que usar a mi hermanita para practicar. Nos dábamos besos. Lo hicimos como por seis meses hasta que decidí que era mejor que ya no lo hiciéramos.
Priscila trataba de contener sus tremendas ganas de saber más sobre el asunto. La entusiasmaba y a la vez la excitaba saber que su novio había hecho cosas incestuosas.
-¿Por qué dejaron de hacerlo?
-Porque me dio algo de miedo lo que me dijo Fabricio cuando lo supo. No le dije que lo hacía con Jesica. Le mentí. Le dije que lo hacía con una prima. Me dijo que si mis padres llegaban a saberlo podían enojarse como por el resto de mi vida conmigo. Asi que por eso se termino, pero ahora…
-¿Ahora qué?
-Jesica trata de seducirme. Y no quiere besos solamente.
Priscila sin mediar palabra hizo que él se recostara y le quito la camiseta. Empezó a besarlo y acariciarlo. Lamía sus pezones.
-Pris… Pero…
-Dejate Alex. Dejate llevar, mi amor.
Le hablaba sin detenerse.
-No me molesta lo que haces, pero recién hablábamos sobre el problema con mi hermana y de repente.
-Yo estoy hablando de eso. Dejate llevar. Hazlo con tu hermana. Hazle el amor.
-Pris, ¿cómo puedes decir eso?
-Sé sincero contigo mismo. Te gustaría que fueran las manos de tu hermanita las que te acarician. Quisieras sentir sus labios sobre tu piel. Dilo.
-No es correcto.
-Te gustaría ver su cuerpo de niña sin ropa frente a ti. Penetrarla, desvirgarla, y llenar con tu leche su vagina. Seguro piensas en lo incorrecto pero a la vez excitante que sería que ella te haga sexo oral. Que ella se trague tu esencia. Que manches de blanco su carita preciosa. Tu semen escurriéndose en sus labios, sus mejillitas. Y que te pida más.
Imitó la voz de esa chica de 13 años lo mejor que pudo. Una buena imitación.
-Ah… Oni-chan, cuanto he deseado tenerte para mí.
Priscila se dirigió al cuello de su amado. Lo besó, lamió. Fue descendiendo por su pecho. Por su abdomen dejando besos y suaves lamidas por todo el recorrido.
La mente de Alex se adaptaba a la situación. Se dejaba llevar por el juego de esa pervertida adolescente de cabello negro. Llegaban a él imágenes obscenas. Un verdadero deseo de tener a su hermana menor en ese instante a su lado y dejarse llevar ignorando completamente lo que fuera correcto o incorrecto.
Abandonó un momento su papel cuando acarició el miembro de su amado por sobre la ropa.
-Qué duro se te puso. En serio te excita la idea. Cuando lo hagas de verdad con ella tendrás que contenerte bastante. Yo tengo experiencia, pero ella que es virgen sufriría mucho si le das muy duro. Sé amable con ella. Es tu hermanita menor, mi vida. Trátala dulcemente.
Empezó a masturbarlo despacio. Sentía ese miembro rígido como una roca.
-Oni-chan, dame tu leche. Quiero beberla toda.
-Jesi-susurró Alex pensando en su hermana menor.
Priscila lo lamío suavemente con la punta de su lengua. Dando suaves caricias con su lengua para luego poner el glande entre sus labios y chuparlo.
-¿Asi te gusta oni-chan? Sé que no puedo hacerlo tan bien como Pris, pero me esforzaré para hacerte sentir muy bien.
-Dame placer con tu boca. Quiero sentirte más.
La pervertida chica de cabello negro se sentía muy entusiasmada al ver a su novio dejándose llevar hasta por el más prohibido deseo.
Siguió chupando el glande un poco más. Poco después siguió. Dejando que ese miembro fuera más profundo en su boca. Lo masajeaba con sus labios y su lengua variando el ritmo. Por momentos rápidamente. Por momentos más despacio.
Las sensaciones y el placer producto del hábil sexo oral de la chica llevaron a Alex al límite.
Priscila sintió la esencia de su chico derramándose en su boca chorro tras chorro. Al final cuando se apartó presiono el miembro con sus labios para sacarle todo. No dejar ni una gota como desperdicio.
Como siempre cuando terminaba con eso lo miro fijamente y tragó todo mientras lo miraba directamente a los ojos.
-¿Te agrado oni-chan? Me gustó sentir tu pene duro y tu leche en mi boca. Pero lo que más deseo es…
Bajo sus pantalones y sus bragas de un solo tirón. Llevó una mano a su sexo y otra a uno de sus pechos.
Se masturbaba frente a él.
-Te deseo a ti en mi cama. A ti quitándome la virginidad. ¡Ah! ¡Ah! ¡Quiero! ¡Quiero eso!
Priscila se masturbó hasta que acabó.
Alex veía a su novia y a la vez pensaba en su hermana haciendo todo aquello. Las caricias, el calor de su piel, sexo oral, verla masturbándose, penetrar su sexo virgen.
Cuando terminó Priscila lamió sus dedos para probar sus propios fluidos.
-¿Lo aceptas? ¿Quieres hacerlo con ella?
-Tú sabes la respuesta.
Pasaron algunas semanas desde que Alex finalmente admitió su deseo por su hermana menor. Desde aquel entonces nada había sucedido.
No porque Jesica en todo ese tiempo no hubiera tratado de seducirlo ni porque él no se haya sentido tentado a provocarla para que lo hicieran.
Era porque Priscila esperaba la oportunidad para crear la perfecta situación para que lo hicieran. Porque le importaba mucho que la primera vez incestuosa de su cuñada fuera perfecta y se diera sin inconveniente alguno.
Llegó una noche de sábado en la que se dio la situación habitual.
Priscila y Alex sobre una cama ya deseosos de hacer el amor una vez más. Después de esperar toda la semana durante la cual solo podían tener unos minutos para hacerse sexo oral uno a otro por momentos en que tenían que actuar discretamente para que no los descubrieran o se tomaban el atrevimiento de entrar en uno de los baños del colegio para hacer lo que Priscila llamaba “un polvo rápido”, que generalmente no dejaba satisfechos a ninguno de los dos porque por la tensión de solo tener un tiempo muy limitado no los dejaba disfrutarlo mucho.
Pero no estaban en la casa de Miranda sino en la casa de Alex.
Esa noche Sofia y Adriano habían decidido salir juntos por la noche. Dejándolos a ambos al cuidado de la casa y solo acompañados por Jesica.
Priscila le quitó el calzado y el sueter que tenía puesto a su novio. Le sonrió. Le mostró que tenía un pañuelo.
-Permíteme vendarte solo por un momento. Hoy tengo una sorpresa para ti.
Alex por supuesto no era ningún despistado y obviamente tenía una idea de cuál era la sorpresa de la chica. Permitió que lo vendara. Luego de ello escuchó unos ruidos. Le parecía que era el sonido de unas prendas cayendo al suelo. Luego sintió la mano de su novia tomando la suya.
-Ven. Acompáñame.
Fue caminando a ciegas solo escuchando la risa de Priscila. Aquella que solo tenía cuando estaba por hacer algo pervertido. Esa risa que contenía entre nerviosismo y ansiedad.
Se detuvieron. Priscila le quito la venda.
Entonces supo que estaban en la habitación de Jesica, quien estaba en su cama descalza. Vistiendo una falda, una camiseta y su ropa interior. La pequeña adolescente de cabello corto se quedó muda por un momento al ver a su hermano en su habitación y a Priscila desnuda allí también.
-¿Esto es lo que yo creo que es?
Bajó de la cama y se acercó a su hermano.
Alex la abrazó por la cintura y la besó.
En principio un simple contacto de labios que se encontraron después de tanto y tenían total libertad para rozarse.
Jesica se mostró en principio sorprendida, pero de inmediato lo correspondió y abrió su boca para que sus lenguas pudieran tocarse.
Alex la besaba y al tiempo acariciaba su espalda. Llevo una mano más abajo y rozó las nalgas de la chica haciéndola gemir despacio.
Lo hacían ante la atenta mirada de Priscila quien ya sentía su sexo palpitando y poniéndose húmedo solo de ver eso.
-Ustedes solo hagan lo que quieran. Yo solo miraré. Es que quiero asegurarme de que seas delicado. Es su primera vez
Jesica mordió despacio el labio inferior de su hermano y luego miró a su cuñada.
-Que considerada eres-dijo antes de soltar un leve gemido cuando Alex la besó en el cuello y la lamía.
-Vamos a tu cama. ¿Quieres?
-Sí.
Priscila seguía observando aquello y casi no podía resistir sus ganas de masturbarse al ver tan excitante situación. Presenciar algo tan pervertido, tan prohibido. Una adolescente de apenas 13 años desvirgada por su propio hermano. Respiraba profundamente conteniendo sus deseos de autocomplacerse. Prefería reservar aquello para cuando llegara lo mejor.
Jesica se sento en medio de la cama abriendo sus piernas. Permitiendo que sus bragas quedaran a la vista de su hermano mayor.
-¿Te gusta lo que ves, oni-chan?
Él fue hacia la cama. Se colocó frente a ella. Arrodillado.
-Me gustaría más tocarlas.
-Hazlo si eso deseas.
Acercó su mano lentamente y primero acarició sus piernas.
No quería ser tan directo. Quería que ella lo deseara. Que ansiara sentir su tacto. Que los segundos que pasaran hasta que tocara su sexo por encima de sus bragas se le hicieran eternos.
Pasó de sus piernas a sus muslos. Luego hizo lo que ella tanto ansiaba.
Solo con un dedo. La acarició desde la entrada de su vagina hasta su clítoris. De arriba hacia abajo. Frotando suavemente. Presionando un poco los labios que ya empezaban a derramar los fluidos de esa vulva virgen.
Ante el placer que sintió Jesica reaccionó cerrando sus ojos. Jadeó, suspiro de tanto placer.
-Oni-chan… Sigue… Ah…
Alex siguió acariciándola. Sintiendo su miembro poniéndose rígido al acariciar a su hermana de esa forma, ver su la expresión de su rostro sonrojado y oír sus gemidos. Siguió tocándola con sus dedos. Quería que acabara y dejara sus bragas húmedas.
Jesica arqueo su espalda y dio fuertes gemidos y gritos al sentir cerca el orgasmo. Las insistentes caricias de su hermano sobre su clítoris la llevaron al final. Acabó y manchó sus bragas con sus fluidos. Se tomó un momento para reponerse. Respiraba profundamente.
Priscila para ese momento ya había empezado a tocarse. Acariciaba sus pechos y rozaba sus partes íntimas.
Alex abrazó a Jesica.
Poco después se besaron.
La pequeña se acercó para hablarle al oído.
-Desvístete, oni-chan. Pero déjate los interiores. Quiero quitártelos yo. Luego desvísteme. Quiero sentir tus manos cuando me vayas quitando cada prenda.
Priscila sonrío de forma pervertida pensando que a la niña le gustaría mucho ver el “arma” que su hermano mayor portaba bajo la cintura.
Alex se desvistió y se dejó solo la ropa interior como su hermana le pidió.
En ese momento aunque solo podía verlo a través de una prenda Jesica ya tuvo una idea de lo que le esperaba. No resistió la tentación de darle una caricia a ese miembro sobre esa prenda.
Alex prosiguió desvistiéndola. Le quitó la camiseta. Dejando a la vista el sostén rosado que cubría sus pechos pequeños.
Entonces ella sintió algo de pena al pensar que su hermano estaba acostumbrado a hacerlo con la sexy chica de pelo negro que los observaba con morboso placer y que ella en comparación estaba tan escasamente dotada.
Al pensar en eso aún en esa situación tan pervertida hizo puchero, lo cual llamó la atención de su hermano.
-¿Qué sucede?
-Nada, tonto. Solo sigue.
Alex le quito el sostén e hizo que se recostara para poder besar sus pechos con mayor comodidad.
Jesica gimió y acarició sus cabellos en señal de que disfrutaba de lo que le hacía.
Se sintió algo sorprendida por la placentera atención que su hermano le dio a esa parte de ella.
Lamiendo y chupando con deseo sus pezones.
Cuando él la miró le preguntó.
-¿Te gustan aunque son tan chiquitos?
-Hermanita-le dijo acariciando su mejilla-. No es eso lo único que hace atractiva a una mujer. Otros que te vean quizá no lo piensen como yo, pero tal como te veo creo que eres atractiva.
Siguieron besándose y acariciándose.
A Alex le resultaba algo diferente a lo habitual la actitud en la cama de su hermanita, quien era algo insegura tocando, acariciando con su rostro ruborizado.
Ella se acostó para que le quitara sus bragas. Y luego se dispuso a quitarle los calzoncillos. Con curiosidad y deseo de sentir algo nuevo tomó el miembro de su hermano con una mano y lo miró a los ojos para ver su expresión mientras lo masturbaba. Lo sentía duro. Tan rígido.
Jesica se acostó con sus piernas juntas y luego las abrió lentamente. Quería que llegara el momento. Que la desvirgara de una buena vez.
Alex pensó que debía hacer algo más antes de ello. Se acercó a la pequeña y apartó los labios de su intimidad para poder lamer su interior.
-¡Ah! ¡Oni-chan! ¡No puedo esperar! Yo… ¡Ah!
Trataba de hablar, pero las caricias de la lengua de su hermana le generaban sensaciones que la descontrolaban. Era la primera vez en su vida en que alguien le hacía sexo oral.
Alex bebió con gusto los fluidos de esa chica que tenía su misma sangre. Sentía ese placer que el incesto hacía que fuera más delicioso.
-Oni-chan… Hazme el amor. Desvírgame. No me hagas esperar más por favor.
-Ahora sí lo haré. Es que tienes que estar bien lubricada para que no te duela tanto cuando te penetre.
Priscila observaba aquello masturbándose y conteniendo sus gemidos para no romper distraerlos de lo que hacían. Se había corrido dos veces observándolos. En ese momento supo que era su momento de intervenir. Se acercó y se sentó a un costado de la cama.
-Mi amor. Recuerda. Ve entrando despacio y con cuidado.
-Lo haré bien. No te preocupes.
Alex se colocó sobre Jesica. Entre sus piernas. Colocó su glande frente a la entrada de la vagina de su hermana y finalmente consumaron lo prohibido.
El contacto de los sexos de ambos. El incesto definitivo.
Jesica gimió sintiendo algo de dolor cuando su estrecha vagina se iba acostumbrando a la presencia de ese miembro.
Iba entrando de a poco y cada tanto se detenía para darle tiempo a la pequeña para que se relajara y él pudiera seguir adelante sin causarle mucho dolor.
-Sigue oni-chan. Un poco más.
-Te amo, nee-chan.
-Ai shiteru, oni-chan.
Siguió así hasta que se topó con el himen.
Jesica se aferró a las sabanas y mordió sus labios.
Dejó salir de sus labios un gemido en el que había dolor y placer mezclados cuando sintió la presión del miembro de su hermano en su interior que traspasó el himen.
Lo había hecho. Había desvirgado a su hermana menor y no lo lamentaba. Y nunca lo haría. Sentía la calidez de la sangre corriendo en el interior de la chica.
Mientras esperaban que su la estrecha vagina se acostumbrara a esa invasión se besaron apasionadamente.
-Cógeme. Hazme tuya, oni-chan. Muévete. Hazme el amor.
Lo hizo. La penetró. Fue dando embestidas al interior de la vagina de su hermana. En principio fue despacio mientras oía sus gemidos de placer-dolor
-Ah... Sigue… Me gusta… Solo duele un poquito ahora… Ah!!!
Priscila siguió masturbándose cuando ya supo que podrían seguir adelante sin guía.
-Puedes ir más rápido, Alex-fue una de las últimas cosas que le indico-. Se nota que ya lo está disfrutando bastante.
Alex fue acelerando el los movimientos de su cintura. Pero aún así por seguridad no lo hacía como cuando estaba con Priscila aunque eso deseaba. Por seguridad. No quería terminar pasándose de la raya y lastimarla.
Jesica lo abrazó. Arañó su espalda un poco con su respiración agitada. La lujuria la invadía toda por primera vez. Quería más. Sentía que pronto acabaría
-¡Ay! ¡Asi! ¡Hazme tuya! ¡Toda para ti! ¡Más rápido!
Alex quien ya se sentía a punto de acabar pensó en retirar su miembro. Pensaba que desvirgando a su propia hermana había llegado lejos, pero acabar dentro de ella era llegar demasiado lejos.
Jesica de alguna manera notó ese pensamiento en su hermano mayor y rodeó su cintura con sus piernas para aprisionarlo. Quería que esa primera vez fuera completa. Y no lo sería si no sentía el cálido semen de su hermano dentro de ella.
-Asi. Déjame toda tu leche dentro de mí, oni-chan.
Ambos acabaron.
Jesica gritó de placer al acabar y luego gimió al sentir la esencia de su hermano derramándose en su interior. Mezclándose con la sangre producto de la rotura de su himen.
Alex salió de su interior cuando ella se lo permitió.
Mientras tanto Priscila había tenido como 5 orgasmos mientras se masturbaba observándolos.
Los tres descansaron un momento después de ese ardiente momento.
-Te dejaremos descansar-dijo Priscila-. Creo que hacerlo una vez será suficiente para ti al menos por ahora.
Priscila y Alex pensaban retirarse y dejarla dormir, pero ella tenía una última petición.
-Oni-chan…
-¿Si?
-Tú me probaste a mí. Yo quisiera probarte a ti. Quiero sentirte derramándolo, pero en mi boca.
Priscila le dio un empujoncito a su novio.
-Ve. Complacela. Un poquito de leche tibia antes de dormir le sentará muy bien-concluyó riéndose.
Alex fue a la cama. Le dijo que no se levantara. Se arrodillo a su lado. Poniendo su miembro al alcance de sus labios.
Jesica le ofreció a su hermano la primera mamada. Experimentó por primera vez la sensación de tener un miembro dentro de su boca.
Lo hizo despacio porque al no tener experiencia temía cometer algún accidente que su hermano le resultaría dolorosa..
Escuchó un fuerte gemido antes de sentir lo que deseaba. El semen en su boca. Estaba tan excitada y lo deseaba tanto que no le importaba su sabor. Lo tragó casi todo.
Un poco se le había escapada por la comisura de sus labios.
Alex había echado una carga muy grande.
-Gracias, oni-chan-le dijo aún acostada y somnolienta.
Cerró sus ojos.
-Ahora sí. Nos vamos.
-Adelantate-le dijo Priscila a su novio-. Tengo algo que hacer.
La pervertida adolescente de cabello negro no pudo resistirse al ver a esa chica durmiendo en posición fetal.
Con su sexo derramando esa mezcla de semen y sangre virginal. Y sus labios aún húmedos por el fluido masculino que se había derramado sobre ellos.
Usó su celular para tomarle algunas fotos a la durmiente Jesica.
-Con estas lindas fotos cuando esté aburrida me correré muy rico-dijo antes de apagar la luz de la habitación de su cuñada para luego retirarse de allí.