sábado, 16 de junio de 2012

13-No hay dos sin tres.


Alex golpeó la mesa que ocupaban él y su amigo en aquel salón de clases.
    -Odio esta materia. Esto es tan estúpido.
    Fabricio no le respondió nada. Estaba completamente distraído. Mirando hacia donde estaba una linda chica que tenía unos anteojos que se ocupaba de la tarea que les acababan de dar.
    -¡Hey! Te estoy hablando.
    -¿Eh?
    Notaron que la profesora los observaba por lo que permanecieron callados por un momento.
    -Sí. ¿Qué me decías?
    -No importa. Esa chica si que está llegando, ¿no? Aunque tal vez ya llegó y no me di cuenta.
    -¿A qué te refieres?
    -Que creo que estás enamorado. En clases comúnmente estás muy atento. A lo que dice la profesora o a lo que yo diga. Pero ahora estás todo el tiempo mirando para allá. Y cuando ella te mira y te sonríe ni hablar. Pasas el día tan alegre como si hubieras ganado cien millones en la lotería.
    -Tienes razón.
    -¿Qué has dicho?
    La profesora los miró otra vez.
    Recurrieron a su forma alternativa y silenciosa de hablar en clases. Escribían lo que querían decir en una hoja. Asi siguieron la conversación. Escribiendo y pasándose ese papel uno a otro.
    -Dije que tienes razón. ¿Por qué voy a negarlo? Solo los niños niegan que les gusta una compañera o que la aman aunque sea verdad. No es motivo para avergonzarse.
    -Ya veo. Y yo que pensaba molestarte todo el tiempo hasta que admitieras que la amas. Arruinaste mi día, mal amigo. ¿Ya se lo has dicho?
    -Aún no. ¿Crees que debería hacerlo?
    -¿Por qué no?
    -¿Salimos juntos unas cuantas veces y ya le diría que la amo? Quizá sería apresurarse demasiado. Solo tuvimos algunas citas. Tal vez ella no quiera escuchar que le diga eso al menos por ahora. Quiero que me conozca más. Si ella sabe más sobre mi y veo que está todo bien tendría más probabilidad de que me corresponda. Eso creo.
    -Yo creo que esa chica está muy interesada en ti, amigo. Cuando se trata de amor no creo que sea adecuado hablar de probabilidades, pero... Creo que no es muy probable que ella te rechace.
    -¿En serio?
    Vanina miró hacia donde estaba su amado y sonrió. Sintió que su celular vibró. Disimuladamente lo sacó del bolsillo de su chaqueta y vio el mensaje que le había llegado.
    Eso de no llevar un celular al colegio no lo cumplía ni el más apegado a los buenos comportamientos.
    Era un mensaje de texto de Erica.
    -Hola amiguita. ¿Cómo estás?
    Le respondió.
    -Bien. Tuve un sueño XXX y ni bien me desperté me masturbé. Estoy ansiosa de que llegue el recreo para estar con mi amorcito.
    Poco después llegó la respuesta a ese mensaje.
    -Estás ardiendo en ganas de hacerlo. ¿Aún no lo han hecho?
    -Es que espero que él me diga algo.
    -Un “te amo”. Tal vez.
    -Sí. Eso quiero.
    -Quiero pedirte algo. Cuando estés por hacerlo con él por primera vez avísame, ¿si?
    Vanina quedó algo desconcertada al leer ese mensaje.
    -¿Por qué quieres que te avise?
    -No preguntes. Tu solo hazlo.
    Al recibir ese último mensaje guardó su celular en el bolsillo de su chaqueta, pero poco después volvió a retirarlo.
    -¿Qué harás, mañana?
    -Acordamos con Fabricio para tener otra cita.




    Priscila miró a su compañera, la cual estaba ocupada mandando mensajes de texto. Frunció el ceño.
    Desvió la mirada.
    -¡Jum!-expresó como demostrando estar ofendida.
    Erica la miró.
    -Ah... ¿Qué sucede?
    -Pasas mucho tiempo con esa nueva amiga tuya. ¿Qué pasa? ¿Ya no quieres estar conmigo? ¿No te intereso más? ¿Solo me querías para tener sexo? ¿Ella hace algo en la cama que yo no? Mala amiga.
    Erica se rió.
    -No digas esas cosas, tontita. Te amo tanto como siempre, mi mejor amiga. Pero sucede que... Bueno. No te lo he dicho hasta ahora. Estoy haciendo lo mejor para unir definitivamente a nuestra pareja recién formada. Por eso es que estoy todo el tiempo atenta a como va el asunto y hablo mucho con ambos.
    -¿Te refieres a Fabricio y a Vanina?
    -Sí. Los quiero mucho a los dos y hacen buena pareja.
    -Ah. Ya entiendo.
    Erica acarició el rostro de su mejor amiga.
    -Te ves tan linda cuando te pones así. Demandante de atención. Si no estuviéramos en clases te daría un rico beso.
    -Estar en clases no es ningún impedimento para mi.
    Priscila rodeó con sus brazos a su amiga y le dio un beso.
    Erica a pesar de saber que hacía algo por lo que podían meterse en problemas la correspondió. Permitió que invadiera su boca.
    Cuando el beso terminó descubrieron muchas miradas posadas en ellas.
    Chicas que quedaron boquiabiertas ante esa exhibición lesbica.
    Chicos sonriendo de forma pervertida y haciendo comentarios en voz baja.
    Incluso la de una profesora homosexual que quedó con su rostro enrojecido al verlas.
    Aquella docente se levantó de su asiento y aprovechando que tenía que escribir algo en el pizarrón ocultó su sonrojo.
    Habló con voz temblorosa. Las regañó.
    -A... Alumnas. Al salón de clase vienen a estudiar. No a... Exhibirse de esa manera.
    Erica miró a su amiga.
    -¿Crees que podríamos terminar en dirección el día de hoy?
    -Nada de eso. Creo que hasta le gustó lo que vio.




    Vanina abrió la puerta de su casa. Acababa de llegar del colegio. Pensó pasar directamente a su habitación subiendo por las escaleras, pero su madre la detuvo al llamarla. Se dio vuelta.
    Sus miradas se encontraron.
    -Quería avisarte que por nuestro aniversario tu padre y yo vamos a salir y no volveremos hasta la mañana siguiente.
    -Bien-le sonrió a su madre-. Espero que la pasen muy bien, tontos amantes.
    -No tienes problemas con quedarte sola una noche, ¿no?
    -Claro que no. No soy una niñita.
    -Si quieres puedes llamar a tus amigas. Que vengan para acompañarte. Solo te pido que no hagan mucho desorden.
    -En realidad pensaba salir mañana por la tarde. Con Fabricio. ¿Debería cancelar o...?
    -No. Puedes salir. Pero asegúrate de cerrar bien todo.
    -Lo haré. Confía en mi.
    La chica de anteojos siguió su camino. Llegó a su habitación. Dejó su mochila y se cambió de ropa.
    Se acostó en su cama y cerró sus ojos.
    -Quisiera que mañana me lo dijeras. Para poder aprovechar que no habrá nadie más en casa. Quisiera hacerlo contigo. En esta misma cama.
    Llevó una mano a su entrepierna. La acarició.
    -Dime un “te amo”. Dimelo y me entregaré completamente, mi amor.
    Vanina se dejó llevar una vez más. Por el placer que le daban las caricias que ella misma le daba a su sexo.




    Finalmente había llegado el sábado a la noche.
    Caminaban juntos bajo el cielo nocturno.
    Afortunadamente había buen clima y no había nubes en el cielo.
    Fabricio miraba a su novia, la cual tenía su mirada fija en el cielo y sonreía.
    -Me gusta como te ves así.
    -¿Así? ¿A qué te refieres?
    -Como una linda soñadora que observa las estrellas. Así.
    Vanina lo miró.
    -¿Y no crees que parezco tonta quedándome mirando el cielo de esa manera sin ver por donde voy?-le preguntó-. Podría caerme-concluyó riéndose.
    -No hay problema si haces eso acompañada por alguien que no te dejará caer.
    -Qué amable.
    -Quiero decirte algo.
    Vanina lo notó muy serio. Su corazón latió rápido. Pensó que finalmente se lo diría. Casi temblaba de la emoción.
    Se trataba de lo que ella pensaba, pero Fabricio no se atrevió a decirselo porque estaba muy nervioso.
    -Más bien. Quiero preguntarte algo.
    La chica de anteojos suspiró.
    -Dime.
    -Bueno. Es que... Ya vas conociendo a todos. A Alex, Priscila, Erica. ¿Qué opinas de ellos?
    -¿No es de mala educación hablar de la gente a sus espaldas?
    -Según entiendo es mala educación decir cosas malas de la gente a sus espaldas. No es necesario que respondas. Si no quieres.
    -No. Está bien. Veamos. Alex... Me parece alguien muy responsable. Se toma bastante en serio el estudio, pero aún así se toma su tiempo para sus gustos y para pasar tiempo con su novia. A decir verdad me sorprende que esté con Priscila. Parece algo tímido y Pris es una pervertida. No creo que eso tenga algo de malo, pero... Me parece que son algo disparejos. ¿No te parece?
    -A mi también me parecía. Pero Priscila me ha dicho que en un lugar con cuatro paredes y una cama el chico tímido se va al diablo. Pero sean o no disparejos lo importante es que se aman. Al menos eso creo. ¿Qué opinas de Pris?
    -Me agrada su forma de ser. Tiene una gran determinación. Está decidida a lograr lo que se proponga sin importar quien o qué se interponga. Eso me gusta de ella.
    -¿Y qué no te gusta de ella?
    -No es que no me guste. Es que... ¡Quiero decir! Bueno. Ella siempre puede ser algo provocativa y eso me incomoda un poco. Solo por estar cerca de ella como que te seduce. Aún más que Erica. No sé qué tiene. Y con respecto a Erica... Entiendo porque Pris la tiene como su mejor amiga y no la suelta nunca. Es la persona más confiable sobre la Tierra y si puede ayudarte lo hará. Te hace sentir protegida. Es muy buena amiga.
    -Muy cierto.
    -Ahora yo quisiera preguntarte algo.
    -Adelante.
    -Bueno. Como dijiste que por muy disparejos que sean Alex y Priscila lo importante es que se amen. ¿Tu crees en el amor?
    -Sí. Voy a ser sincero contigo. No soy ni nunca seré de esos grandes románticos que escriben poemas y otras tonterías. Pero sí. Creo en el amor.
    -En realidad el día de hoy que un hombre simplemente crea en el amor ya lo hace un gran romántico.
    -Tal vez. Y no debería ser así. Las cosas cambiaron mucho. Hoy la gente cree que tener fé en el amor es cosa de idiotas y no debería ser así. Y lo peor es que hay personas que creen en el amor, pero que se dejan llevar por esa imposición del mundo de hoy. Por adaptarse. Por no ser etiquetados como idiotas. Yo no pienso dejar que el mundo me convierta en lo que quiere convertirme. Yo estoy bien como estoy.
    -¿Alguna vez te enamoraste de una chica?
    -Sí.
    -¿De quién?
    Fabricio permaneció en silencio unos momentos antes de responder.
    -Te lo diré en otro momento, ¿si?
    -Está bien.
    Siguieron caminando hasta que estuvieron frente a la casa de Vanina.
    -Gracias por acompañarme. Pasamos una buena tarde juntos. Como siempre.
    -Ahora puedo decirte.
    -¿Eh?
    -La chica de la que me enamoré eres tu. Te amo, Vanina.
    Se le acercó para besarla y ella lo correspondió.
    Un beso apasionado.
    Ambos con sus corazones latiendo rápido.
    -Te amo-le dijo Vanina a Fabricio cuando concluyó ese beso-. No sabes cuanto ansiaba que me lo dijeras.
    Quedaron en silencio mirándose uno a otro.
    -Bueno... Tengo que irme. Te avisaré por mensaje de texto cuando llegue a casa.
    La chica lo tomó por los hombros.
    -No. Quédate más tiempo. Quédate conmigo un poco más.
    -Pero...
    -Mis padres no están. Acompáñame.
    -Pero no puedo quedarme a dormir. Sino me matarán.
    -No te pido eso. Solo quédate más tiempo. Puedes irte más tarde.
    La verdad es que si ella le hubiera estado pidiendo quedarse a dormir lo hubiera hecho aunque sus padres se enojaran con él.
    Lo tenía hipnotizado.
    Era imposible negarse a sus deseos expresados con esa tierna mirada.
    Vanina abrió la puerta de su casa y entró junto con su novio. Antes de seguir con lo que tenía pensado hacer se detuvo para mandar un mensaje de texto que estaba guardado en su celular con un destino predeterminado.
    -¿Qué haremos? ¿Quieres ver una película o algo?
    -No. Sigueme. Vamos a mi habitación.
    Fabricio pensó que no podía tratarse de lo que él pensaba. Se regañó a si mismo por pensar que esa chica tenía intenciones de hacer cosas XXX. Poco después supo que se equivocaba.
    La chica de anteojos casi por la fuerza lo llevó cerca de la cama y empezó a besarlo. Primero con ternura. Luego un deseo profundo se hacía presente en ella. Quería ir más allá. Quería entregarse completamente esa noche.
    -Vanu, ya detente porque sino podría pensar que quieres hacer algo más que darnos unos ricos besos. Me estás encendiendo.
    -Eso quiero. Hagámoslo, amorcito. Hagamos lo que los que se aman de verdad hacen. Hagamos el amor.
    -¿Estás segura?
    -Me has dicho que me amas y eso me basta para estar completamente segura de querer hacerlo contigo. No sé si me seguirás amando mañana, pero sé que hoy sí. Esta noche quiero que seas solo para mi y yo quiero ser solo para ti.
    Se le acercó para besarla en el cuello.
    -Por eso no te preocupes. Te seguiré amando mañana y el día siguiente. Te amaré mientras el sol siga brillando cada mañana como tu sonrisa.
    La hizo suspirar y sonrojarse. Su corazón latió rápido.
    -Mi amor. ¿No dijiste que no eras un gran romántico?
    -No lo soy, pero para ti seré lo que necesites que sea. Siempre.
    Fabricio le quitó los anteojos y lo dejó en una pequeña mesa que estaba junto a la cama.
    -Casi nunca te veo sin anteojos. ¿Qué tanto no ves sin ellos?
    -Solo no veo bien de lejos. Pero eso me molesta mucho y por eso los uso casi todo el tiempo.
    Acarició su rostro.
    -Me gusta como te ves sin anteojos.
    -Si lo prefieres podría usar lentes de contacto.
    -No. Mejor no. Eso le quitaría lo especial al hecho de ver tu rostro al descubierto. Además, te ves bien con anteojos también.
    -Mi amor.
    Siguieron besándose. Quitándose el aliento uno a otro repetidamente. Descansando solo para decirse uno a otro cuanto se amaban.
    Vanina posó su cuerpo sobre el de él. Para hacerlo perder el equilibrio para hacer que cayera sobre la cama. Fue hacia su cuello y lo besó. Le dio una suave mordida, que provocó que su amado la mirara sorprendido.
    -¿Muerdes mi cuello, linda vampiresa?
    -Lo siento-se disculpó totalmente sonrojada.
    -No te disculpes. No me molesta.
    La ropa ya les empezaba a estorbar terriblemente.
    -Quiero sentir tu calor. Tocar tu piel. Permíteme.
    -Por supuesto,
    Vanina le fue quitando prendas a su amado hasta que la parte superior de su cuerpo quedó al descubierto. Besó su pecho. Disfrutó al oir los leves gemidos que su chico dejaba salir. Se animó a darle unas lamidas antes de detenerse.
    -Bueno. Tu también mereces ver más. Sentir mi piel que arde por ti.
    Se quitó la blusa que llevaba puesta. Dejando a la vista su sostén.
    Fabricio besó y lamió delicadamente los hombros de la chica. De ahí fue hacia su cuello. La escuchó gemir y suspirar.
    -Sí. Recorreme con tus labios. Me encanta. ¡Ah!
    Entonces se escuchó un sonido. Era el timbre de la casa.
    ¡Ring! ¡Ring!
    -¡Maldición!-gritó Vanina dejando sorprendido a su novio-. ¡¿Quién se atreve a interrumpir mi primera vez?!
    -¿Quién será?
    -Quedate aquí amor. Iré a ver.
    -¿No deberías ponerte algo? Estás en sostén.
    -Veré por la ventana quien es. Si no es alguien conocido o de mi familia no saldré a atender. Estoy ocupada con algo importante.
    Vanina salió de su habitación y bajó las escaleras.
    Al ver por una ventana se encontró con que Erica esperaba afuera. La dejó pasar mirándola con el ceño fruncido.
    -Erica, eres una muy buena amiga y todo eso. Pero ahora tengo que decir que eres una tonta. ¿Para esto querías que te avisara? ¿Para venir a interrumpirme?
    -Para nada. Me sumo a la diversión.
    -¿De qué hablas? ¡Vete!
    -No lo haré-le dijo mostrándole su lengua antes de subir la escalera rápidamente.
    -¿Qué crees que haces?
    La siguió. Cuando llegó a su habitación se encontró con un sorprendido Fabricio y a Erica en ropa interior. No pudo evitar excitarse un poco al verla.
    -¿Qué haces aquí, Eri?-preguntó Fabricio.
    -Me sumo a la diversión-respondió antes de acercarse a Vanina para darle un beso y susurrarle al oído.
    -¿Qué haces?
    -Vamos. Te ayudé mucho y sin pedirte nada a cambio. ¿Me dejas participar en esto? Ando con muchas ganas de un trio. Vamos. Di que sí.
    -Está bien. Lo mereces.
    Vanina se quitó el sostén. Dejando al descubierto sus pechos. Y se acercó a su amado, quien en ese momento estaba arrodillado sobre la cama. Lo rodeó con sus brazos. Acercando la cara de él a sus pechos.
    Fabricio sabiendo perfectamente que le pedía que hiciera su novia empezó a lamer sus pechos. Chupó sus pezones, provocando que de su boca salieran unos fuertes gemidos. Al mismo tiempo sintió mucho placer porque alguien lo masturbaba.
    Era Erica que se le había acercado por detrás y le había bajado los pantalones y la ropa interior hasta las rodillas para poder tomar su miembro con sus manos.
    Disfrutaba oyendo los gemidos de su amiga y los del chico que eran contenidos porque tenía su boca ocupada.
    -Qué duro se puso tu miembro como roca, Fabri. Seguro que vas a gritar de placer cuando lo sientas dentro de ti, Vanu. Lo digo por experiencia.
    Vanina se apartó de su novio y se recostó. Quedó ahí. Sonrojada, sintiendo un inmenso placer que la desbordaba y solo con una prenda cubriendo su sexo que su amiga se encargó de retirarla.
    Erica se mantuvo ajena a esa situación en aquel momento. Sabía que ese era un momento importante solo para ellos dos. Después podría divertirse más con ambos. Se limitó a observar y acariciar su sexo mientras los observaba.
    Fabricio se acercó y posó su miembro sobre la entrada de su vagina. La miró como pidiendo permiso para seguir adelante.
    -Hazlo, amor. Quiero sentirte dentro de mi. No te detengas.
    El siguió adelante. La penetró lentamente hasta que sintió que algo dentro de ella le impedía el paso. Haciendo un poco de fuerza logró seguir. Su himen cedió. La desvirgó.
    Vanina gimió de placer y dolor a la vez.
    -Sigue. Despacio, ¿si?
    Erica se excitaba mucho al observar esa situación. Ver como una chica era desvirgada frente a ella despertaba su lujuria. Sentía su sexo tan húmedo. Introdujo un dedo en su vagina para masturbarse de esa manera.
    Fabricio cogió a su novia conteniendo su deseo de hacerlo rápido y con fuerza. Hasta que ella misma le pidió que acelerara el ritmo.
    -¡Más! ¡Quiero más! ¡Ah! ¡Ah!
    -Dale duro-dijo Erica en voz baja, quien ya se sentía a punto de acabar-. Sí, precioso.
    Vanina se sintió tan satisfecha en ese momento. Sintiendo el miembro de su amado dentro de ella dándole esas insistentes estocadas que la hacían vibrar de placer. Finalmente acabó dando un grito de placer al tiempo que sintió un algo cálido y agradable llenando su interior.
    Fabricio derramo su semen dentro de ella.
    -¿Te gustó, mi amor?
    -Mucho. Tu esencia. Se siente tan bien dentro de mi.
    Erica acabó y si no se hubiera quitado sus bragas las habría dejado empapadas por sus fluidos.
    -Chicos, fue tan lindo verlos hacer eso.
    Ambos descansaron por unos minutos.
    La primera en tomar la iniciativa para seguir habló.
    -Ahora me toca a mi. Hay que poner ese miembro en acción otra vez y yo sé como hacerlo.
    Fabricio ya sabía que pretendía hacer su amiga. Se recostó.
    Erica tomo el miembro del chico con una mano y los masturbó al tiempo que lamía el glande con la punta de su lengua.
    Vanina observó esa situación muy excitada. Acariciando su sexo.
    -No te quedes ahí mirando niña. Hagámosle una buena mamada entre las dos.
    Cuando la escuchó decir eso fue de inmediato y se le sumó.
    Fabricio gimió de placer y como nunca al sentir sus lenguas acariciando su sexo. Se turnaban para chupar su miembro. Acabó varias veces, pero su miembro se ponía rígido al instante por sentir tan excitante atención.
    Las dos se saciaron saboreando su semen. Disfrutaron ese momento.
    Erica se posó sobre el miembro de Fabricio y fue descendiendo hasta que estuvo dentro de ella por completo. Dio un fuerte gemido.
    -Tu pene se siente tan rico, Fabri-dijo al tiempo que empezaba a mover sus caderas a un ritmo hipnotico subiendo y bajando para que el roce de ese miembro con sus paredes vaginales la llenara de placer-. Acaba dentro de mi quiero sentirte. ¡Ah!
    Por su lado, Vanina con su sexo cálido y húmedo por la excitación se sentó sobre su novio de forma de que su sexo quedara frente a la cara de él.
    -Lameme. Prueba mis fluidos, mi amor.
    Ambas chicas sentían un inmenso placer.
    Erica por el miembro en su interior que entraba y salía con rapidez al ritmo de sus fluidos movimientos.
    Vanina por la lengua de su amado que acariciaba su sexo.
    Fabricio por un momento pensó que eso solo podía ser un sueño. Sentía la calidez de ese sexo femenino sobre su miembro y esos tibios fluidos que bebía como si fuera un elixir divino.
    Los tres acabaron.
    Vanina derramó sus fluidos en la boca de su amado, quien los bebió con gusto.
    Erica gritó de placer al llegar al orgasmo sintiendo el semen derramándose en su interior.
    Después de ese excitante momento las dos chicas decidieron ofrecer algo lindo para ver.
    Se acercaron la una a la otra y entrecruzaron sus piernas de forma de que sus sexos hicieran contacto. Movieron sus caderas para rozarse una contra la otra.
    Con el calor y la excitación de ambas también aumentaba la velocidad de sus movimientos. Se acariciaban. Sus sexos ardían.
    Las dos acabaron dando fuertes gemidos de placer.
    Vanina prosiguió lamiendo el sexo de su amiga.
    Está de más decir que Fabricio se excitó mucho al observar esa situación. Pronto se cansó de ser solo espectador. Se acercó por detrás a su novia y la penetró. Con tanta excitación que casi dejó de lado la delicadeza de la primera vez que la había penetrado. La cogía duro y rápido.
    La chica disfrutó sentir eso y siguió lamiendo la intimidad de Erica hasta que logró hacerla acabar. Poco después ella también acabó y sintió con tanto placer el semen derramándose en su interior. Podía jurar que su novio la había llenado mucho más que la primera vez.
    Finalmente se recostaron.
    Erica pensó retirarse. Dejar a la pareja sola.
    Vanina la detuvo tomándola de un brazo.
    -No te vayas.
    -Pensé que preferirían estar solos en este momento.
    -Que esté viviendo esto te lo debo a ti. Quedate. Descansa con nosotros.
    -Está bien-le dijo sonriendo Erica.
    Más tarde se levantaron los tres.
    Erica preparó la cena para los dos amantes. Más tarde tanto ella como Fabricio se fueron a sus respectivas casas con el recuerdo de una buena noche de sábado inolvidable.

viernes, 15 de junio de 2012

12-Seducción


    Se quedó quieta mientras su más nueva amiga la maquillaba.
    La otra al terminar tomó distancia y la miró.
    -Ponte de pie. Quiero verte bien.
    Vanina obedeció. Ahí se encontraba con un aspecto muy diferente al que acostumbraba. En ese momento no lucía esa forma de vestir poco llamativa y además estaba maquillada. Tenía una falda corta a cuadros y una blusa escotada que resaltaba sus pechos, los cuales llamarían la atención de cualquiera que la viera aunque no eran muy grandes. Se sentía muy diferente. Como si no fuera ella.
    -¿Quieres verte al espejo?
    Lo hizo. Se miró frente al espejo que había en su habitación y se quedó boquiabierta.
    -¿Esa soy yo?
    -No creo que el espejo esté funcionando mal. Asi que... Sí. Eres tu, preciosa.
    El escote no la incomodaba para nada, pero se sonrojó al ver sus piernas tan descubiertas.
    -Ah... ¿Es necesario que sea tan corta?
    -No es tan corta. Tengo faldas que cubren menos que esa.
    -¡¿Cómo?! No hablas en serio. Para eso directamente paséate por la calle en ropa interior. Daría lo mismo.
    -No exageres. Además no estamos aquí para discutir por mi forma de vestir u otra cosa.
    -Hey, yo no tengo problema con esto. Yo te pedí que me ayudaras y haré lo necesario para lograr mi objetivo. Seguiré tus indicaciones, pero hay un pequeño inconveniente.
    -¿Cuál?
    -Mi mamá se va a poner como loca si me ve así. Si tengo que ir a una cita con Fabricio tengo que llegar con mi nuevo aspecto. Si me ve mi mamá seguro que muero sin salir de casa siquiera.
    -Eso se soluciona fácil. Sales de casa diciéndole a tu madre que vas a hacer tareas a la casa de una amiga. Vas a mi casa, te cambias de ropa y te maquillas, y vas a la cita. Muy simple.
    Vanina la miró sorprendida.
    -¿En serio me ayudarías tanto?
    -Claro. Quiero que todo te salga bien. Fabricio será muy afortunado de tenerte como novia. Sé que lograrás enamorarlo y seducirlo como tanto deseas, guapa. Y que no se te olvide. No solo basta con tu cambio en el exterior. Tienes que tener otra actitud estando el presente o estando a solas con él. Haz todo lo necesario para dejarle claro que estás interesada en él. Tanto en lo sentimental como en lo relativo al sexo. Porque es así. Tu lo amas y lo deseas por igual, ¿no?
    -Sí-respondió tímidamente la chica de anteojos.
    -No estaría mal que no seas tan obvia. Que él también demuestre que está interesado en ti y mucho. Haz que dude un poco. Bueno. Ya hicimos bastante por hoy. ¡Ah! Antes de que me olvide. Tengo que darte algo.
    Erica fue por su mochila, la cual estaba sobre la cama de su amiga.
    Vanina la siguió. Se sentó al borde de la cama. Tenía mucha curiosidad.
    La otra finalmente sacó algo de su mochila. Algo envuelto como regalo. Se lo entrego.
    -Abrelo-le dijo soltando una risa como si estuviera haciendo alguna clase de broma graciosa..
    Sabía cual sería la reacción de su amiga al abrirlo.
    Vanina se sorprendió que el regalo era nada más y nada menos que un objeto que tenía la forma de un pene. Se sonrojó como nunca. Inmediatamente lo dejó sobre la cama y habló con voz temblorosa.
    -Un dildo. Oye... Ah... Pero... ¿Qué esperas que haga con eso? ¿Es una broma? Aunque... Me gustaría jugar con esto rompería mi himen. ¡No! ¿Qué estoy diciendo?
    -No es para eso. Al menos por ahora. Después haz lo que quieras con él. Es para que practiques.
    -¿Para que practique? Explícate.
    -Muy simple. Tomarás ese juguetito y lo rozarás con tus labios, lo besarás, lo lamerás y lo chuparás como si en realidad tuvieras en tus manos el miembro de tu amorcito. Practica mucho, ¿si? Debes tenerte confianza cuando se lo hagas y no querrás hacerle daño. Mucho cuidado con los dientes.
    Erica vio la hora en su celular.
    -Tengo que irme. Sino se me hará tarde para ir a ver a mi novia. Le disgusta mucho la impuntualidad.
    -Bien. Te acompañaré hasta afuera.
    La chica de anteojos se sorprendió cuando la otra le dio un beso como despedida provocando que se sonrojara.
    -Lo siento. No pude contenerme. Te ves tan linda así. Hasta pronto. Recuerda lo que te dije. Practica.
    Vanina regresó a su habitación. Recién entonces se dio cuenta de que había salido luciendo su nuevo look y había tenido suerte de que su madre no la viera.
    Se quitó el maquillaje y se cambió de ropa. Fue hacia su cama.
    El regalo que le hizo Erica aun estaba ahí esperándola.
    Lo miraba acuclillada en su cama. Inmediatamente desviaba la mirada algo sonrojada.
    Estuvo así un rato. Luchando contra sí misma para convencerse de tomarlo y practicar como le había dicho su amiga.
    Finalmente se animó a tomarlo con su mano derecha. Se sentó sobre la cama para estar más cómoda. Suspiró.
    -Bueno. Aquí vamos.
    Fue pasando sus manos sobre el dildo. Acariciándolo. Poco después se animó a sostenerlo con una mano y a tomarlo con otra para hacer un movimiento con la otra. De adelante hacia atrás.
    Cerró sus ojos. Trataba de hundirse en una fantasía. Convencer a su mente por un momento de que en sus manos tenía el miembro de su amado
    -Mi amor. ¿Te gusta como te masturbo? Seguro vas a echar tu leche en cualquier momento.
    Se excitaba solo de imaginar esa situación. Esa agradable sensación en su entrepierna se hacia presente.
    -Pero no. No acabes todavía. Falta lo mejor. No quiero que tu leche se desperdicie. La quiero en mi boca. La beberé toda.
    Lamió la punta del dildo apenas con la punta de su lengua por unos segundos. Luego se animó a lamerlo. Desde la base hasta la punta.
    En ese momento la chica tímida que ella solía ser había desaparecido. Solo estaba disfrutando de ese momento imaginando que le practicaba sexo oral a Fabricio. Sentía la calidez y la humedad en su sexo.
    Se excitó aún más cuando posó aquel dildo sobre sus labios. Lo acarició con su lengua y luego fue metiendolo lentamente en su boca. Lo chupó deseando vivir ese momento que se daba en su imaginación.
    Se detuvo cuando su sexo le pedía atención a gritos. Bajó sus pantalones hasta sus rodillas, dejando a la vista sus bragas.
    Acarició su intimidad por encima de su ropa interior usando ese juguete que la había inquietado en un principio, pero que ahora le gustaba tanto. Hacía lo posible por contener sus gemidos. No quería que nadie más que estuviera en la casa la escuchara.
    Pero eso no le bastaba. Quería sentirlo directamente. Por eso corrió sus bragas y empezó a frotar el dildo contra su sexo.
    El placer que le provocó ese objeto acariciando su clítoris y los labios de su parte más intima la hicieron gemir con mayor intensidad. Sin que pudiera contenerse.
    -¡Ah! Yo... Quiero que tu... ¡Ah! Solo tu. Desvírgame, mi amor. ¡Ah! ¡Ah!
    Siguió hasta que su cuerpo se vio sacudido por el intenso placer del orgasmo. Acabó derramando muchos fluidos.
    Ahí se encontraba. Acostada y respirando profundamente.
    La chica tímida regresó. Se sonrojó.
    -No puedo creer lo que acabo de hacer. Soy una pervertida.




    Alex y Fabricio se sentaron sobre uno de los bancos de piedra que habían en el patio del colegio.
    Poco después se les sumaron esas dos atractivas que solían acompañarlos.
    Priscila se sentó junto a su novio y como siempre empezó con su habitual actividad. Lo recorría con sus manos. Sin importarle que quienes estaban alrededor pudieran verla.
    Erica conversaba con sus amigos y miraba a su alrededor por momentos, lo cual hacía que los demás se preguntarán si estaba buscando a alguien.
    -Quizá debamos ocuparnos de hacer más amistades-dijo Fabricio-. Sino el año próximo vamos a estar muy solos.
    -Hagan más amigos el año próximo-intervino Priscila-. Ahora nos tienen a nosotras. Y les damos todo lo que necesitan. Todo-concluyó tirandole un beso al mejor amigo de su novio.
    Alex notó que Erica sonrió al ver acercándose a una chica que tenía anteojos. La reconoció. Sabía que estaba en el mismo salón que él y su amigo.
    Pero en ese momento se veía distinta. Como segura de sí misma. Sonreía y caminaba como una modelo pasando por una pasarela. Tenía un peinado distinto. La camisa que tenía puesta tenía algunos botones desabrochados. Su falda estaba un poco por encima de sus rodillas, dejando ver un poco más de sus piernas. Resultaba agradable a la vista su aspecto.
    Ella saludó a Erica y luego a los demás. Se sentó junto a Fabricio cuando le dejaron lugar para sentarse.
    En ese momento Vanina no pudo evitar sonrojarse un poco. Al estar al lado de él.
    -Asi que eres del mismo curso que Alex-señaló Priscila-. ¿Cómo es que se hicieron amigas Erica y tu?-preguntó sonriendo.
    La chica pervertida de cabello negro sabía perfectamente que la respuesta probablemente era que su amiga había seducido a la de anteojos, quien pensó improvisar una respuesta. Prefería que no se supiera como había sucedido, pero alguien se encargó de responder por ella.
    -La seducí y terminamos teniendo sexo en su habitación. No es una larga historia.
    La imaginación de Alex entró en acción. Imaginó a esa linda chica con su amiga Erica en una cama entregándose a sus deseos lujuriosos. Su miembro se puso algo rígido
    Priscila sonrió al sentir eso, ya que tenía una mano en esa parte del cuerpo de su novio, y miró a quien ya consideraba una posible buena amiga y una interesante compañera de cama.
    -¿De qué juegas?
    -¿De qué juego? ¿Qué debería responder?
    -Sé más clara con tus preguntas, Pris-dijo Erica-. Se refiere a si eres bisexual, lesbiana o eres hetero, pero te gusta variar. Eso.
    Vanina se ponía algo nerviosa al tener que hablar de eso.
    -Bueno. La verdad tengo dudas al respecto. Siempre me atrajeron los chicos. Pero hace tiempo terminé haciéndolo con Eri y me gustó mucho. No sé si soy bisexual o como ha dicho recién. Hetero, pero que le gusta variar. Lo único que tengo claro es que me gustan los chicos. Eso es seguro.
    Fabricio pensó hacer algo para cambiar de tema. Notaba que a su compañera de clases le incomodaba un poco hablar de eso.
    -¿Sabés? No recuerdo haberte visto antes. Y es raro. ¿Cómo pasar por alto a una chica linda como tu? Soy tan tonto.
    Vanina le sonrió. Disimuladamente puso una mano sobre el muslo de su amado.
    Fabricio lo notó, pero no creyó que ella le estuviera insinuando algo. Sentía el delicado roce de sus dedos en esa parte de su cuerpo. Lo excitaba un poco.
    -Primero que nada gracias por el cumplido. No es que seas tan distraído. Es que yo no me esforzaba mucho para hacerme notar. Ahora dime... ¿Te gusta lo que ves?
    -Sí. Suerte que estamos en la misma clase.
    Siguieron conversando todos hasta que terminó el recreo.
    Erica tomó de la mano a Vanina y la apartó de los demás un momento para hablar con ella en privado.
    -No estuviste nada mal, linda. Mejor actitud. Menos tímida por momentos. Algo provocativa. Sigue así.
    -Sí, hice uso de toda mi fuerza de voluntad para no salir corriendo avergonzada por haberle puesto una mano encima de esa manera.
    -Nos vemos después. En el segundo recreo.
    La chica de anteojos pensaba dirigirse a su salón, pero fue detenida por alguien que la abrazó por detrás. Se sonrojó con la ilusión de que fuera Fabricio. Pero escuchó una voz femenina muy cerca de su oído.
    -¿Priscila?
    -Sí, soy yo. Me gustas, amiguita. Uno de estos días quiero pasar un buen rato contigo.
    -Me siento halagado. Lo pensaré.
    -¿Lo pensarás? Esa no es la respuesta que quiero.
    -Sí, lo haremos un día.
    -Así me gusta, chica sumisa.
    Sintió las manos de esa experimentada chica tocándola. Apretando delicadamente sus pechos. Gimió suavemente.
    La otra la dejó ir poco después porque también debía volver a clases.
    Alex se sentó sobre su silla y miró a su amigo.
    -Es una buena oportunidad para ti.
    -¿De qué hablas?
    -De Vanina. Te gusta, ¿no?
    -Es muy linda.
    -Es muy linda. ¡Claro! Esta noche seguro te masturbas pensando en ella.
    -¿Creés que yo podría lograr que se interese en mi?
    -Creo que ella podría estar interesada en ti. O al menos le atraes un poco.
    -No. Sería demasiada suerte para un idiota como yo.
    -Suerte o no serías un idiota si no intentarás nada. Invitala a salir o algo.
    La profesora que tuvieron en esa hora encargó hacer una tarea grupal.
    Alex pensó rápido.
    Miró hacia donde estaba la chica de anteojos.
    -¡Hey! ¡Vanina! ¿Te gustaría juntarte con nosotros para que nos encarguemos de eso?
    -¡Sí! Bueno. Después acordamos cuando nos vamos a encontrar, ¿si?
    -De acuerdo.
    -Bien pensado-dijo Fabricio.
    -Cuando ella pase tiempo con nosotros y vayamos entrando en confianza es probable que acepte tener una cita contigo.




    Llegó otro sábado. Alex y Fabricio esperaban en el patio de la casa del primero a la chica de anteojos.
    -Aún no llega. ¿Vendrá?
    -Sí, Fabri. Ya me mandó un mensaje de texto. Dijo que tardaría un poco. Miren quien se vistió un poco mejor que de costumbre por la ocasión.
    -Callate-respondió Fabricio frunciendo el ceño.
    Salió Sofía a ver su hijo.
    -¿Cómo están? ¿Aún esperan por esa chica? Lo bueno se tarda en llegar. ¿Qué tal está? ¿Es atractiva?
    -¿Y eso por qué te interesa?-preguntó Alex a su madre.
    -¿Qué actitud es esa, niñito? ¿No puedo hacer una simple pregunta sin que me cuestiones?
    -Es que comúnmente tus preguntas o lo que sea que digas termina conduciendo a...
    -¡Hola! ¡Lamento la tardanza! Es que me acosté en mi cama y de la nada me quedé dormida. Qué tonta, ¿no?
    En realidad había llegado tarde porque al salir de su casa había ido la de Erica para cambiarse de ropa.
    Vestía un pantalón jean algo ajustado que resaltaba la forma de su trasero y lo hacía llamativo. También una blusa celeste. Llevaba en una mano un suéter para ponerse por si hacía frío más tarde.
    Fabricio abrió el portón de la verja para que pasara al patio de la casa.
    La chica de anteojos saludó a sus compañeros y luego a Sofía, quien se acercó a su hijo para hablarle.
    -Qué linda chica, mi amor. Dime... ¿Quieren que Jesica y yo salgamos por un rato para que puedan divertirse con ella?
    -¿Divertirnos con ella? ¿Qué idea pervertida está pasando por tu cabeza?
    -Van a hacer un trio con ella, ¿no? ¿Priscila sabe?
    Alex se sonrojó y levanto un poco el tono de voz, llamando la atención de Fabricio y Vanina, quienes en ese momento estaban hablando.
    -Eres terrible. Siempre pensando de esa manera. ¿Qué te sucede?
    -Bueno. Desde que estás con Priscila podrías haberte vuelto un poco más atrevido. ¿Qué sé yo?
    -Entremos, chicos. Dejemos a mi demente madre y encarguémonos de nuestra tarea.
    Sofía se quedó parada viéndolos pasar a la casa. Cuando la chica de anteojos pasó frente a ella se le acercó para tocarle el trasero. Apretó un poco sus nalgas.
    -Qué culito delicioso tienes, pequeñita.
    -¡Oiga! ¿Qué hace?
    -¡Mamá! Quita tus manos de las pompas de esa chica, ¿quieres?
    Después de otro breve enfrentamiento entre madre e hijo pasaron a encargarse de su tarea.
    Se concentraron todo lo que pudieron en ello para terminar rápido. Trataron de no distraerse conversando. Así terminaron lo que tenían pendiente en una hora y media.
    En todo el tiempo Fabricio no había podido evitar ver a la chica de anteojos, la cual estaba sentada a su lado. Eso fue lo único que lo había distraído un poco de su tarea.
    Vanina era conciente de que el chico que le gustaba la miraba tanto. Eso la había puesto algo contenta, pero también un poco nerviosa.
    -Bien-dijo Alex-. Ya terminamos. Nos toca nuestro merecido descanso. ¿Quieren algo para beber o comer?
    -Sí. ¿Puedes darme un vaso con leche?
    -¿Tienes frutas?-preguntó Vanina.
    -Sí.
    -Quisiera un platano.
    -Está bien. Volveré pronto.
    Alex se fue y luego volvió con lo que pidieron sus compañeros de clase. Luego se distrajo revisando la tarea que habían hecho. Verificaba que estuviera todo bien hecho. Por un momento se había centrado totalmente en eso. Por lo cual tranquilamente se podía decir que los había dejado solos a los otros dos.
    Vanina decidió dar un lindo espectáculo para ver. Comió ese platano de una manera llamativa. Apartó la cascara para luego rozar sus labios con él antes de meterselo lentamente en la boca. Jugó un poco con él como si en su mano tuviera su dildo y no un platano. Hacer eso la excitó un poco. Con una mano acarició su entrepierna.
    Esa escena provocó que Fabricio tuviera una erección y deseara que su miembro recibiera aquella atención.
    Cuando la chica de anteojos terminó con eso lo miró.
    -¿Sabes? Me gustaría beber tu leche. ¿Me das solo un poquito?
    -Ah. ¿De qué hablas?
    Vanina se le acercó y tomó el vaso que estaba frente al chico. Bebió un poco de leche.
    -De esto. ¿Tu qué pensaste?
    Tanto uno como otro se sonrojaron en ese excitante e algo incomodo momento.
    Alex terminó de revisar la tarea. Luego se retiró diciendo que tenía que hablar con su hermana menor. No dijo de qué asunto. La verdad era que solo quería dejar solos a su amigo y a la chica de anteojos por un rato.
    Cuando Vanina pensó que ya era buena hora para volver a su casa Fabricio se ofreció a acompañarla. Se despidieron de Alex y se fueron.
    Cuando iban por la calle siguieron conversando con algo de timidez.
    La chica de anteojos rogaba que se animara a invitarla a salir.
    Finalmente sucedió cuando estuvieron cerca de la casa de ella.
    Acordaron verse algún sábado para tener una cita.
    Vanina sonrió pensando que aún su amado no había visto todo de ella y que no se imaginaba lo lejos que estaba dispuesto a llegar por él aún sin tener tanta experiencia sexual. Le estaba yendo bien seduciéndolo. Solo le faltaba enamorarlo.