Se quedó quieta mientras su más nueva
amiga la maquillaba.
La otra al terminar tomó distancia y la
miró.
-Ponte de pie. Quiero verte bien.
Vanina obedeció. Ahí se encontraba con un
aspecto muy diferente al que acostumbraba. En ese momento no lucía esa forma de
vestir poco llamativa y además estaba maquillada. Tenía una falda corta a
cuadros y una blusa escotada que resaltaba sus pechos, los cuales llamarían la
atención de cualquiera que la viera aunque no eran muy grandes. Se sentía muy
diferente. Como si no fuera ella.
-¿Quieres verte al espejo?
Lo hizo. Se miró frente al espejo que
había en su habitación y se quedó boquiabierta.
-¿Esa soy yo?
-No creo que el espejo esté funcionando
mal. Asi que... Sí. Eres tu, preciosa.
El escote no la incomodaba para nada, pero
se sonrojó al ver sus piernas tan descubiertas.
-Ah... ¿Es necesario que sea tan corta?
-No es tan corta. Tengo faldas que cubren
menos que esa.
-¡¿Cómo?! No hablas en serio. Para eso
directamente paséate por la calle en ropa interior. Daría lo mismo.
-No exageres. Además no estamos aquí para
discutir por mi forma de vestir u otra cosa.
-Hey, yo no tengo problema con esto. Yo te
pedí que me ayudaras y haré lo necesario para lograr mi objetivo. Seguiré tus
indicaciones, pero hay un pequeño inconveniente.
-¿Cuál?
-Mi mamá se va a poner como loca si me ve
así. Si tengo que ir a una cita con Fabricio tengo que llegar con mi nuevo
aspecto. Si me ve mi mamá seguro que muero sin salir de casa siquiera.
-Eso se soluciona fácil. Sales de casa
diciéndole a tu madre que vas a hacer tareas a la casa de una amiga. Vas a mi
casa, te cambias de ropa y te maquillas, y vas a la cita. Muy simple.
Vanina la miró sorprendida.
-¿En serio me ayudarías tanto?
-Claro. Quiero que todo te salga bien.
Fabricio será muy afortunado de tenerte como novia. Sé que lograrás enamorarlo
y seducirlo como tanto deseas, guapa. Y que no se te olvide. No solo basta con
tu cambio en el exterior. Tienes que tener otra actitud estando el presente o
estando a solas con él. Haz todo lo necesario para dejarle claro que estás
interesada en él. Tanto en lo sentimental como en lo relativo al sexo. Porque
es así. Tu lo amas y lo deseas por igual, ¿no?
-Sí-respondió tímidamente la chica de
anteojos.
-No estaría mal que no seas tan obvia. Que
él también demuestre que está interesado en ti y mucho. Haz que dude un poco.
Bueno. Ya hicimos bastante por hoy. ¡Ah! Antes de que me olvide. Tengo que
darte algo.
Erica fue por su mochila, la cual estaba
sobre la cama de su amiga.
Vanina la siguió. Se sentó al borde de la
cama. Tenía mucha curiosidad.
La otra finalmente sacó algo de su
mochila. Algo envuelto como regalo. Se lo entrego.
-Abrelo-le dijo soltando una risa como si
estuviera haciendo alguna clase de broma graciosa..
Sabía cual sería la reacción de su amiga
al abrirlo.
Vanina se sorprendió que el regalo era
nada más y nada menos que un objeto que tenía la forma de un pene. Se sonrojó
como nunca. Inmediatamente lo dejó sobre la cama y habló con voz temblorosa.
-Un dildo. Oye... Ah... Pero... ¿Qué
esperas que haga con eso? ¿Es una broma? Aunque... Me gustaría jugar con esto
rompería mi himen. ¡No! ¿Qué estoy diciendo?
-No es para eso. Al menos por ahora.
Después haz lo que quieras con él. Es para que practiques.
-¿Para que practique? Explícate.
-Muy simple. Tomarás ese juguetito y lo
rozarás con tus labios, lo besarás, lo lamerás y lo chuparás como si en
realidad tuvieras en tus manos el miembro de tu amorcito. Practica mucho, ¿si?
Debes tenerte confianza cuando se lo hagas y no querrás hacerle daño. Mucho
cuidado con los dientes.
Erica vio la hora en su celular.
-Tengo que irme. Sino se me hará tarde
para ir a ver a mi novia. Le disgusta mucho la impuntualidad.
-Bien. Te acompañaré hasta afuera.
La chica de anteojos se sorprendió cuando
la otra le dio un beso como despedida provocando que se sonrojara.
-Lo siento. No pude contenerme. Te ves tan
linda así. Hasta pronto. Recuerda lo que te dije. Practica.
Vanina regresó a su habitación. Recién
entonces se dio cuenta de que había salido luciendo su nuevo look y había
tenido suerte de que su madre no la viera.
Se quitó el maquillaje y se cambió de
ropa. Fue hacia su cama.
El regalo que le hizo Erica aun estaba ahí
esperándola.
Lo miraba acuclillada en su cama.
Inmediatamente desviaba la mirada algo sonrojada.
Estuvo así un rato. Luchando contra sí
misma para convencerse de tomarlo y practicar como le había dicho su amiga.
Finalmente se animó a tomarlo con su mano
derecha. Se sentó sobre la cama para estar más cómoda. Suspiró.
-Bueno. Aquí vamos.
Fue pasando sus manos sobre el dildo.
Acariciándolo. Poco después se animó a sostenerlo con una mano y a tomarlo con
otra para hacer un movimiento con la otra. De adelante hacia atrás.
Cerró sus ojos. Trataba de hundirse en una
fantasía. Convencer a su mente por un momento de que en sus manos tenía el
miembro de su amado
-Mi amor. ¿Te gusta como te masturbo?
Seguro vas a echar tu leche en cualquier momento.
Se excitaba solo de imaginar esa
situación. Esa agradable sensación en su entrepierna se hacia presente.
-Pero no. No acabes todavía. Falta lo
mejor. No quiero que tu leche se desperdicie. La quiero en mi boca. La beberé
toda.
Lamió la punta del dildo apenas con la
punta de su lengua por unos segundos. Luego se animó a lamerlo. Desde la base
hasta la punta.
En ese momento la chica tímida que ella
solía ser había desaparecido. Solo estaba disfrutando de ese momento imaginando
que le practicaba sexo oral a Fabricio. Sentía la calidez y la humedad en su
sexo.
Se excitó aún más cuando posó aquel dildo
sobre sus labios. Lo acarició con su lengua y luego fue metiendolo lentamente
en su boca. Lo chupó deseando vivir ese momento que se daba en su imaginación.
Se detuvo cuando su sexo le pedía atención
a gritos. Bajó sus pantalones hasta sus rodillas, dejando a la vista sus
bragas.
Acarició su intimidad por encima de su
ropa interior usando ese juguete que la había inquietado en un principio, pero
que ahora le gustaba tanto. Hacía lo posible por contener sus gemidos. No
quería que nadie más que estuviera en la casa la escuchara.
Pero eso no le bastaba. Quería sentirlo
directamente. Por eso corrió sus bragas y empezó a frotar el dildo contra su
sexo.
El
placer que le provocó ese objeto acariciando su clítoris y los labios de su
parte más intima la hicieron gemir con mayor intensidad. Sin que pudiera
contenerse.
-¡Ah! Yo... Quiero que tu... ¡Ah! Solo tu.
Desvírgame, mi amor. ¡Ah! ¡Ah!
Siguió hasta que su cuerpo se vio sacudido
por el intenso placer del orgasmo. Acabó derramando muchos fluidos.
Ahí se encontraba. Acostada y respirando
profundamente.
La chica tímida regresó. Se sonrojó.
-No puedo creer lo que acabo de hacer. Soy
una pervertida.
Alex y Fabricio se sentaron sobre uno de
los bancos de piedra que habían en el patio del colegio.
Poco después se les sumaron esas dos
atractivas que solían acompañarlos.
Priscila se sentó junto a su novio y como
siempre empezó con su habitual actividad. Lo recorría con sus manos. Sin
importarle que quienes estaban alrededor pudieran verla.
Erica conversaba con sus amigos y miraba a
su alrededor por momentos, lo cual hacía que los demás se preguntarán si estaba
buscando a alguien.
-Quizá debamos ocuparnos de hacer más
amistades-dijo Fabricio-. Sino el año próximo vamos a estar muy solos.
-Hagan más amigos el año próximo-intervino
Priscila-. Ahora nos tienen a nosotras. Y les damos todo lo que necesitan.
Todo-concluyó tirandole un beso al mejor amigo de su novio.
Alex notó que Erica sonrió al ver
acercándose a una chica que tenía anteojos. La reconoció. Sabía que estaba en
el mismo salón que él y su amigo.
Pero en ese momento se veía distinta. Como
segura de sí misma. Sonreía y caminaba como una modelo pasando por una
pasarela. Tenía un peinado distinto. La camisa que tenía puesta tenía algunos
botones desabrochados. Su falda estaba un poco por encima de sus rodillas,
dejando ver un poco más de sus piernas. Resultaba agradable a la vista su
aspecto.
Ella saludó a Erica y luego a los demás.
Se sentó junto a Fabricio cuando le dejaron lugar para sentarse.
En ese momento Vanina no pudo evitar
sonrojarse un poco. Al estar al lado de él.
-Asi que eres del mismo curso que
Alex-señaló Priscila-. ¿Cómo es que se hicieron amigas Erica y tu?-preguntó
sonriendo.
La chica pervertida de cabello negro sabía
perfectamente que la respuesta probablemente era que su amiga había seducido a
la de anteojos, quien pensó improvisar una respuesta. Prefería que no se
supiera como había sucedido, pero alguien se encargó de responder por ella.
-La seducí y terminamos teniendo sexo en
su habitación. No es una larga historia.
La imaginación de Alex entró en acción.
Imaginó a esa linda chica con su amiga Erica en una cama entregándose a sus
deseos lujuriosos. Su miembro se puso algo rígido
Priscila sonrió al sentir eso, ya que
tenía una mano en esa parte del cuerpo de su novio, y miró a quien ya
consideraba una posible buena amiga y una interesante compañera de cama.
-¿De qué juegas?
-¿De qué juego? ¿Qué debería responder?
-Sé más clara con tus preguntas, Pris-dijo
Erica-. Se refiere a si eres bisexual, lesbiana o eres hetero, pero te gusta
variar. Eso.
Vanina se ponía algo nerviosa al tener que
hablar de eso.
-Bueno. La verdad tengo dudas al respecto.
Siempre me atrajeron los chicos. Pero hace tiempo terminé haciéndolo con Eri y
me gustó mucho. No sé si soy bisexual o como ha dicho recién. Hetero, pero que
le gusta variar. Lo único que tengo claro es que me gustan los chicos. Eso es
seguro.
Fabricio pensó hacer algo para cambiar de
tema. Notaba que a su compañera de clases le incomodaba un poco hablar de eso.
-¿Sabés? No recuerdo haberte visto antes.
Y es raro. ¿Cómo pasar por alto a una chica linda como tu? Soy tan tonto.
Vanina le sonrió. Disimuladamente puso una
mano sobre el muslo de su amado.
Fabricio lo notó, pero no creyó que ella
le estuviera insinuando algo. Sentía el delicado roce de sus dedos en esa parte
de su cuerpo. Lo excitaba un poco.
-Primero que nada gracias por el cumplido.
No es que seas tan distraído. Es que yo no me esforzaba mucho para hacerme
notar. Ahora dime... ¿Te gusta lo que ves?
-Sí. Suerte que estamos en la misma clase.
Siguieron conversando todos hasta que
terminó el recreo.
Erica tomó de la mano a Vanina y la apartó
de los demás un momento para hablar con ella en privado.
-No estuviste nada mal, linda. Mejor
actitud. Menos tímida por momentos. Algo provocativa. Sigue así.
-Sí, hice uso de toda mi fuerza de
voluntad para no salir corriendo avergonzada por haberle puesto una mano encima
de esa manera.
-Nos vemos después. En el segundo recreo.
La chica de anteojos pensaba dirigirse a
su salón, pero fue detenida por alguien que la abrazó por detrás. Se sonrojó
con la ilusión de que fuera Fabricio. Pero escuchó una voz femenina muy cerca
de su oído.
-¿Priscila?
-Sí, soy yo. Me gustas, amiguita. Uno de
estos días quiero pasar un buen rato contigo.
-Me siento halagado. Lo pensaré.
-¿Lo pensarás? Esa no es la respuesta que
quiero.
-Sí, lo haremos un día.
-Así me gusta, chica sumisa.
Sintió las manos de esa experimentada
chica tocándola. Apretando delicadamente sus pechos. Gimió suavemente.
La otra la dejó ir poco después porque
también debía volver a clases.
Alex se sentó sobre su silla y miró a su
amigo.
-Es una buena oportunidad para ti.
-¿De qué hablas?
-De Vanina. Te gusta, ¿no?
-Es muy linda.
-Es muy linda. ¡Claro! Esta noche seguro
te masturbas pensando en ella.
-¿Creés que yo podría lograr que se
interese en mi?
-Creo que ella podría estar interesada en
ti. O al menos le atraes un poco.
-No. Sería demasiada suerte para un idiota
como yo.
-Suerte o no serías un idiota si no
intentarás nada. Invitala a salir o algo.
La profesora que tuvieron en esa hora
encargó hacer una tarea grupal.
Alex pensó rápido.
Miró hacia donde estaba la chica de
anteojos.
-¡Hey! ¡Vanina! ¿Te gustaría juntarte con nosotros para que nos
encarguemos de eso?
-¡Sí! Bueno. Después acordamos cuando nos
vamos a encontrar, ¿si?
-De acuerdo.
-Bien pensado-dijo Fabricio.
-Cuando ella pase tiempo con nosotros y
vayamos entrando en confianza es probable que acepte tener una cita contigo.
Llegó otro sábado. Alex y Fabricio
esperaban en el patio de la casa del primero a la chica de anteojos.
-Aún no llega. ¿Vendrá?
-Sí, Fabri. Ya me mandó un mensaje de texto.
Dijo que tardaría un poco. Miren quien se vistió un poco mejor que de costumbre
por la ocasión.
-Callate-respondió Fabricio frunciendo el
ceño.
Salió Sofía a ver su hijo.
-¿Cómo están? ¿Aún esperan por esa chica?
Lo bueno se tarda en llegar. ¿Qué tal está? ¿Es atractiva?
-¿Y eso por qué te interesa?-preguntó Alex
a su madre.
-¿Qué actitud es esa, niñito? ¿No puedo
hacer una simple pregunta sin que me cuestiones?
-Es que comúnmente tus preguntas o lo que
sea que digas termina conduciendo a...
-¡Hola! ¡Lamento la tardanza! Es que me
acosté en mi cama y de la nada me quedé dormida. Qué tonta, ¿no?
En realidad había llegado tarde porque al
salir de su casa había ido la de Erica para cambiarse de ropa.
Vestía un pantalón jean algo ajustado que
resaltaba la forma de su trasero y lo hacía llamativo. También una blusa
celeste. Llevaba en una mano un suéter para ponerse por si hacía frío más
tarde.
Fabricio abrió el portón de la verja para
que pasara al patio de la casa.
La
chica de anteojos saludó a sus compañeros y luego a Sofía, quien se acercó a su
hijo para hablarle.
-Qué linda chica, mi amor. Dime...
¿Quieren que Jesica y yo salgamos por un rato para que puedan divertirse con
ella?
-¿Divertirnos con ella? ¿Qué idea
pervertida está pasando por tu cabeza?
-Van a hacer un trio con ella, ¿no?
¿Priscila sabe?
Alex se sonrojó y levanto un poco el tono
de voz, llamando la atención de Fabricio y Vanina, quienes en ese momento
estaban hablando.
-Eres terrible. Siempre pensando de esa
manera. ¿Qué te sucede?
-Bueno. Desde que estás con Priscila
podrías haberte vuelto un poco más atrevido. ¿Qué sé yo?
-Entremos, chicos. Dejemos a mi demente
madre y encarguémonos de nuestra tarea.
Sofía se quedó parada viéndolos pasar a la
casa. Cuando la chica de anteojos pasó frente a ella se le acercó para tocarle
el trasero. Apretó un poco sus nalgas.
-Qué culito delicioso tienes, pequeñita.
-¡Oiga! ¿Qué hace?
-¡Mamá! Quita tus manos de las pompas de
esa chica, ¿quieres?
Después de otro breve enfrentamiento entre
madre e hijo pasaron a encargarse de su tarea.
Se concentraron todo lo que pudieron en
ello para terminar rápido. Trataron de no distraerse conversando. Así
terminaron lo que tenían pendiente en una hora y media.
En todo el tiempo Fabricio no había podido
evitar ver a la chica de anteojos, la cual estaba sentada a su lado. Eso fue lo
único que lo había distraído un poco de su tarea.
Vanina era conciente de que el chico que
le gustaba la miraba tanto. Eso la había puesto algo contenta, pero también un
poco nerviosa.
-Bien-dijo Alex-. Ya terminamos. Nos toca
nuestro merecido descanso. ¿Quieren algo para beber o comer?
-Sí. ¿Puedes darme un vaso con leche?
-¿Tienes frutas?-preguntó Vanina.
-Sí.
-Quisiera un platano.
-Está bien. Volveré pronto.
Alex se fue y luego volvió con lo que
pidieron sus compañeros de clase. Luego se distrajo revisando la tarea que
habían hecho. Verificaba que estuviera todo bien hecho. Por un momento se había
centrado totalmente en eso. Por lo cual tranquilamente se podía decir que los
había dejado solos a los otros dos.
Vanina decidió dar un lindo espectáculo
para ver. Comió ese platano de una manera llamativa. Apartó la cascara para
luego rozar sus labios con él antes de meterselo lentamente en la boca. Jugó un
poco con él como si en su mano tuviera su dildo y no un platano. Hacer eso la
excitó un poco. Con una mano acarició su entrepierna.
Esa escena provocó que Fabricio tuviera
una erección y deseara que su miembro recibiera aquella atención.
Cuando la chica de anteojos terminó con
eso lo miró.
-¿Sabes? Me gustaría beber tu leche. ¿Me
das solo un poquito?
-Ah. ¿De qué hablas?
Vanina se le acercó y tomó el vaso que
estaba frente al chico. Bebió un poco de leche.
-De esto. ¿Tu qué pensaste?
Tanto uno como otro se sonrojaron en ese
excitante e algo incomodo momento.
Alex terminó de revisar la tarea. Luego se
retiró diciendo que tenía que hablar con su hermana menor. No dijo de qué
asunto. La verdad era que solo quería dejar solos a su amigo y a la chica de
anteojos por un rato.
Cuando Vanina pensó que ya era buena hora
para volver a su casa Fabricio se ofreció a acompañarla. Se despidieron de Alex
y se fueron.
Cuando iban por la calle siguieron
conversando con algo de timidez.
La chica de anteojos rogaba que se animara
a invitarla a salir.
Finalmente sucedió cuando estuvieron cerca
de la casa de ella.
Acordaron verse algún sábado para tener
una cita.
Vanina sonrió pensando que aún su amado no
había visto todo de ella y que no se imaginaba lo lejos que estaba dispuesto a
llegar por él aún sin tener tanta experiencia sexual. Le estaba yendo bien
seduciéndolo. Solo le faltaba enamorarlo.
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