sábado, 16 de junio de 2012

13-No hay dos sin tres.


Alex golpeó la mesa que ocupaban él y su amigo en aquel salón de clases.
    -Odio esta materia. Esto es tan estúpido.
    Fabricio no le respondió nada. Estaba completamente distraído. Mirando hacia donde estaba una linda chica que tenía unos anteojos que se ocupaba de la tarea que les acababan de dar.
    -¡Hey! Te estoy hablando.
    -¿Eh?
    Notaron que la profesora los observaba por lo que permanecieron callados por un momento.
    -Sí. ¿Qué me decías?
    -No importa. Esa chica si que está llegando, ¿no? Aunque tal vez ya llegó y no me di cuenta.
    -¿A qué te refieres?
    -Que creo que estás enamorado. En clases comúnmente estás muy atento. A lo que dice la profesora o a lo que yo diga. Pero ahora estás todo el tiempo mirando para allá. Y cuando ella te mira y te sonríe ni hablar. Pasas el día tan alegre como si hubieras ganado cien millones en la lotería.
    -Tienes razón.
    -¿Qué has dicho?
    La profesora los miró otra vez.
    Recurrieron a su forma alternativa y silenciosa de hablar en clases. Escribían lo que querían decir en una hoja. Asi siguieron la conversación. Escribiendo y pasándose ese papel uno a otro.
    -Dije que tienes razón. ¿Por qué voy a negarlo? Solo los niños niegan que les gusta una compañera o que la aman aunque sea verdad. No es motivo para avergonzarse.
    -Ya veo. Y yo que pensaba molestarte todo el tiempo hasta que admitieras que la amas. Arruinaste mi día, mal amigo. ¿Ya se lo has dicho?
    -Aún no. ¿Crees que debería hacerlo?
    -¿Por qué no?
    -¿Salimos juntos unas cuantas veces y ya le diría que la amo? Quizá sería apresurarse demasiado. Solo tuvimos algunas citas. Tal vez ella no quiera escuchar que le diga eso al menos por ahora. Quiero que me conozca más. Si ella sabe más sobre mi y veo que está todo bien tendría más probabilidad de que me corresponda. Eso creo.
    -Yo creo que esa chica está muy interesada en ti, amigo. Cuando se trata de amor no creo que sea adecuado hablar de probabilidades, pero... Creo que no es muy probable que ella te rechace.
    -¿En serio?
    Vanina miró hacia donde estaba su amado y sonrió. Sintió que su celular vibró. Disimuladamente lo sacó del bolsillo de su chaqueta y vio el mensaje que le había llegado.
    Eso de no llevar un celular al colegio no lo cumplía ni el más apegado a los buenos comportamientos.
    Era un mensaje de texto de Erica.
    -Hola amiguita. ¿Cómo estás?
    Le respondió.
    -Bien. Tuve un sueño XXX y ni bien me desperté me masturbé. Estoy ansiosa de que llegue el recreo para estar con mi amorcito.
    Poco después llegó la respuesta a ese mensaje.
    -Estás ardiendo en ganas de hacerlo. ¿Aún no lo han hecho?
    -Es que espero que él me diga algo.
    -Un “te amo”. Tal vez.
    -Sí. Eso quiero.
    -Quiero pedirte algo. Cuando estés por hacerlo con él por primera vez avísame, ¿si?
    Vanina quedó algo desconcertada al leer ese mensaje.
    -¿Por qué quieres que te avise?
    -No preguntes. Tu solo hazlo.
    Al recibir ese último mensaje guardó su celular en el bolsillo de su chaqueta, pero poco después volvió a retirarlo.
    -¿Qué harás, mañana?
    -Acordamos con Fabricio para tener otra cita.




    Priscila miró a su compañera, la cual estaba ocupada mandando mensajes de texto. Frunció el ceño.
    Desvió la mirada.
    -¡Jum!-expresó como demostrando estar ofendida.
    Erica la miró.
    -Ah... ¿Qué sucede?
    -Pasas mucho tiempo con esa nueva amiga tuya. ¿Qué pasa? ¿Ya no quieres estar conmigo? ¿No te intereso más? ¿Solo me querías para tener sexo? ¿Ella hace algo en la cama que yo no? Mala amiga.
    Erica se rió.
    -No digas esas cosas, tontita. Te amo tanto como siempre, mi mejor amiga. Pero sucede que... Bueno. No te lo he dicho hasta ahora. Estoy haciendo lo mejor para unir definitivamente a nuestra pareja recién formada. Por eso es que estoy todo el tiempo atenta a como va el asunto y hablo mucho con ambos.
    -¿Te refieres a Fabricio y a Vanina?
    -Sí. Los quiero mucho a los dos y hacen buena pareja.
    -Ah. Ya entiendo.
    Erica acarició el rostro de su mejor amiga.
    -Te ves tan linda cuando te pones así. Demandante de atención. Si no estuviéramos en clases te daría un rico beso.
    -Estar en clases no es ningún impedimento para mi.
    Priscila rodeó con sus brazos a su amiga y le dio un beso.
    Erica a pesar de saber que hacía algo por lo que podían meterse en problemas la correspondió. Permitió que invadiera su boca.
    Cuando el beso terminó descubrieron muchas miradas posadas en ellas.
    Chicas que quedaron boquiabiertas ante esa exhibición lesbica.
    Chicos sonriendo de forma pervertida y haciendo comentarios en voz baja.
    Incluso la de una profesora homosexual que quedó con su rostro enrojecido al verlas.
    Aquella docente se levantó de su asiento y aprovechando que tenía que escribir algo en el pizarrón ocultó su sonrojo.
    Habló con voz temblorosa. Las regañó.
    -A... Alumnas. Al salón de clase vienen a estudiar. No a... Exhibirse de esa manera.
    Erica miró a su amiga.
    -¿Crees que podríamos terminar en dirección el día de hoy?
    -Nada de eso. Creo que hasta le gustó lo que vio.




    Vanina abrió la puerta de su casa. Acababa de llegar del colegio. Pensó pasar directamente a su habitación subiendo por las escaleras, pero su madre la detuvo al llamarla. Se dio vuelta.
    Sus miradas se encontraron.
    -Quería avisarte que por nuestro aniversario tu padre y yo vamos a salir y no volveremos hasta la mañana siguiente.
    -Bien-le sonrió a su madre-. Espero que la pasen muy bien, tontos amantes.
    -No tienes problemas con quedarte sola una noche, ¿no?
    -Claro que no. No soy una niñita.
    -Si quieres puedes llamar a tus amigas. Que vengan para acompañarte. Solo te pido que no hagan mucho desorden.
    -En realidad pensaba salir mañana por la tarde. Con Fabricio. ¿Debería cancelar o...?
    -No. Puedes salir. Pero asegúrate de cerrar bien todo.
    -Lo haré. Confía en mi.
    La chica de anteojos siguió su camino. Llegó a su habitación. Dejó su mochila y se cambió de ropa.
    Se acostó en su cama y cerró sus ojos.
    -Quisiera que mañana me lo dijeras. Para poder aprovechar que no habrá nadie más en casa. Quisiera hacerlo contigo. En esta misma cama.
    Llevó una mano a su entrepierna. La acarició.
    -Dime un “te amo”. Dimelo y me entregaré completamente, mi amor.
    Vanina se dejó llevar una vez más. Por el placer que le daban las caricias que ella misma le daba a su sexo.




    Finalmente había llegado el sábado a la noche.
    Caminaban juntos bajo el cielo nocturno.
    Afortunadamente había buen clima y no había nubes en el cielo.
    Fabricio miraba a su novia, la cual tenía su mirada fija en el cielo y sonreía.
    -Me gusta como te ves así.
    -¿Así? ¿A qué te refieres?
    -Como una linda soñadora que observa las estrellas. Así.
    Vanina lo miró.
    -¿Y no crees que parezco tonta quedándome mirando el cielo de esa manera sin ver por donde voy?-le preguntó-. Podría caerme-concluyó riéndose.
    -No hay problema si haces eso acompañada por alguien que no te dejará caer.
    -Qué amable.
    -Quiero decirte algo.
    Vanina lo notó muy serio. Su corazón latió rápido. Pensó que finalmente se lo diría. Casi temblaba de la emoción.
    Se trataba de lo que ella pensaba, pero Fabricio no se atrevió a decirselo porque estaba muy nervioso.
    -Más bien. Quiero preguntarte algo.
    La chica de anteojos suspiró.
    -Dime.
    -Bueno. Es que... Ya vas conociendo a todos. A Alex, Priscila, Erica. ¿Qué opinas de ellos?
    -¿No es de mala educación hablar de la gente a sus espaldas?
    -Según entiendo es mala educación decir cosas malas de la gente a sus espaldas. No es necesario que respondas. Si no quieres.
    -No. Está bien. Veamos. Alex... Me parece alguien muy responsable. Se toma bastante en serio el estudio, pero aún así se toma su tiempo para sus gustos y para pasar tiempo con su novia. A decir verdad me sorprende que esté con Priscila. Parece algo tímido y Pris es una pervertida. No creo que eso tenga algo de malo, pero... Me parece que son algo disparejos. ¿No te parece?
    -A mi también me parecía. Pero Priscila me ha dicho que en un lugar con cuatro paredes y una cama el chico tímido se va al diablo. Pero sean o no disparejos lo importante es que se aman. Al menos eso creo. ¿Qué opinas de Pris?
    -Me agrada su forma de ser. Tiene una gran determinación. Está decidida a lograr lo que se proponga sin importar quien o qué se interponga. Eso me gusta de ella.
    -¿Y qué no te gusta de ella?
    -No es que no me guste. Es que... ¡Quiero decir! Bueno. Ella siempre puede ser algo provocativa y eso me incomoda un poco. Solo por estar cerca de ella como que te seduce. Aún más que Erica. No sé qué tiene. Y con respecto a Erica... Entiendo porque Pris la tiene como su mejor amiga y no la suelta nunca. Es la persona más confiable sobre la Tierra y si puede ayudarte lo hará. Te hace sentir protegida. Es muy buena amiga.
    -Muy cierto.
    -Ahora yo quisiera preguntarte algo.
    -Adelante.
    -Bueno. Como dijiste que por muy disparejos que sean Alex y Priscila lo importante es que se amen. ¿Tu crees en el amor?
    -Sí. Voy a ser sincero contigo. No soy ni nunca seré de esos grandes románticos que escriben poemas y otras tonterías. Pero sí. Creo en el amor.
    -En realidad el día de hoy que un hombre simplemente crea en el amor ya lo hace un gran romántico.
    -Tal vez. Y no debería ser así. Las cosas cambiaron mucho. Hoy la gente cree que tener fé en el amor es cosa de idiotas y no debería ser así. Y lo peor es que hay personas que creen en el amor, pero que se dejan llevar por esa imposición del mundo de hoy. Por adaptarse. Por no ser etiquetados como idiotas. Yo no pienso dejar que el mundo me convierta en lo que quiere convertirme. Yo estoy bien como estoy.
    -¿Alguna vez te enamoraste de una chica?
    -Sí.
    -¿De quién?
    Fabricio permaneció en silencio unos momentos antes de responder.
    -Te lo diré en otro momento, ¿si?
    -Está bien.
    Siguieron caminando hasta que estuvieron frente a la casa de Vanina.
    -Gracias por acompañarme. Pasamos una buena tarde juntos. Como siempre.
    -Ahora puedo decirte.
    -¿Eh?
    -La chica de la que me enamoré eres tu. Te amo, Vanina.
    Se le acercó para besarla y ella lo correspondió.
    Un beso apasionado.
    Ambos con sus corazones latiendo rápido.
    -Te amo-le dijo Vanina a Fabricio cuando concluyó ese beso-. No sabes cuanto ansiaba que me lo dijeras.
    Quedaron en silencio mirándose uno a otro.
    -Bueno... Tengo que irme. Te avisaré por mensaje de texto cuando llegue a casa.
    La chica lo tomó por los hombros.
    -No. Quédate más tiempo. Quédate conmigo un poco más.
    -Pero...
    -Mis padres no están. Acompáñame.
    -Pero no puedo quedarme a dormir. Sino me matarán.
    -No te pido eso. Solo quédate más tiempo. Puedes irte más tarde.
    La verdad es que si ella le hubiera estado pidiendo quedarse a dormir lo hubiera hecho aunque sus padres se enojaran con él.
    Lo tenía hipnotizado.
    Era imposible negarse a sus deseos expresados con esa tierna mirada.
    Vanina abrió la puerta de su casa y entró junto con su novio. Antes de seguir con lo que tenía pensado hacer se detuvo para mandar un mensaje de texto que estaba guardado en su celular con un destino predeterminado.
    -¿Qué haremos? ¿Quieres ver una película o algo?
    -No. Sigueme. Vamos a mi habitación.
    Fabricio pensó que no podía tratarse de lo que él pensaba. Se regañó a si mismo por pensar que esa chica tenía intenciones de hacer cosas XXX. Poco después supo que se equivocaba.
    La chica de anteojos casi por la fuerza lo llevó cerca de la cama y empezó a besarlo. Primero con ternura. Luego un deseo profundo se hacía presente en ella. Quería ir más allá. Quería entregarse completamente esa noche.
    -Vanu, ya detente porque sino podría pensar que quieres hacer algo más que darnos unos ricos besos. Me estás encendiendo.
    -Eso quiero. Hagámoslo, amorcito. Hagamos lo que los que se aman de verdad hacen. Hagamos el amor.
    -¿Estás segura?
    -Me has dicho que me amas y eso me basta para estar completamente segura de querer hacerlo contigo. No sé si me seguirás amando mañana, pero sé que hoy sí. Esta noche quiero que seas solo para mi y yo quiero ser solo para ti.
    Se le acercó para besarla en el cuello.
    -Por eso no te preocupes. Te seguiré amando mañana y el día siguiente. Te amaré mientras el sol siga brillando cada mañana como tu sonrisa.
    La hizo suspirar y sonrojarse. Su corazón latió rápido.
    -Mi amor. ¿No dijiste que no eras un gran romántico?
    -No lo soy, pero para ti seré lo que necesites que sea. Siempre.
    Fabricio le quitó los anteojos y lo dejó en una pequeña mesa que estaba junto a la cama.
    -Casi nunca te veo sin anteojos. ¿Qué tanto no ves sin ellos?
    -Solo no veo bien de lejos. Pero eso me molesta mucho y por eso los uso casi todo el tiempo.
    Acarició su rostro.
    -Me gusta como te ves sin anteojos.
    -Si lo prefieres podría usar lentes de contacto.
    -No. Mejor no. Eso le quitaría lo especial al hecho de ver tu rostro al descubierto. Además, te ves bien con anteojos también.
    -Mi amor.
    Siguieron besándose. Quitándose el aliento uno a otro repetidamente. Descansando solo para decirse uno a otro cuanto se amaban.
    Vanina posó su cuerpo sobre el de él. Para hacerlo perder el equilibrio para hacer que cayera sobre la cama. Fue hacia su cuello y lo besó. Le dio una suave mordida, que provocó que su amado la mirara sorprendido.
    -¿Muerdes mi cuello, linda vampiresa?
    -Lo siento-se disculpó totalmente sonrojada.
    -No te disculpes. No me molesta.
    La ropa ya les empezaba a estorbar terriblemente.
    -Quiero sentir tu calor. Tocar tu piel. Permíteme.
    -Por supuesto,
    Vanina le fue quitando prendas a su amado hasta que la parte superior de su cuerpo quedó al descubierto. Besó su pecho. Disfrutó al oir los leves gemidos que su chico dejaba salir. Se animó a darle unas lamidas antes de detenerse.
    -Bueno. Tu también mereces ver más. Sentir mi piel que arde por ti.
    Se quitó la blusa que llevaba puesta. Dejando a la vista su sostén.
    Fabricio besó y lamió delicadamente los hombros de la chica. De ahí fue hacia su cuello. La escuchó gemir y suspirar.
    -Sí. Recorreme con tus labios. Me encanta. ¡Ah!
    Entonces se escuchó un sonido. Era el timbre de la casa.
    ¡Ring! ¡Ring!
    -¡Maldición!-gritó Vanina dejando sorprendido a su novio-. ¡¿Quién se atreve a interrumpir mi primera vez?!
    -¿Quién será?
    -Quedate aquí amor. Iré a ver.
    -¿No deberías ponerte algo? Estás en sostén.
    -Veré por la ventana quien es. Si no es alguien conocido o de mi familia no saldré a atender. Estoy ocupada con algo importante.
    Vanina salió de su habitación y bajó las escaleras.
    Al ver por una ventana se encontró con que Erica esperaba afuera. La dejó pasar mirándola con el ceño fruncido.
    -Erica, eres una muy buena amiga y todo eso. Pero ahora tengo que decir que eres una tonta. ¿Para esto querías que te avisara? ¿Para venir a interrumpirme?
    -Para nada. Me sumo a la diversión.
    -¿De qué hablas? ¡Vete!
    -No lo haré-le dijo mostrándole su lengua antes de subir la escalera rápidamente.
    -¿Qué crees que haces?
    La siguió. Cuando llegó a su habitación se encontró con un sorprendido Fabricio y a Erica en ropa interior. No pudo evitar excitarse un poco al verla.
    -¿Qué haces aquí, Eri?-preguntó Fabricio.
    -Me sumo a la diversión-respondió antes de acercarse a Vanina para darle un beso y susurrarle al oído.
    -¿Qué haces?
    -Vamos. Te ayudé mucho y sin pedirte nada a cambio. ¿Me dejas participar en esto? Ando con muchas ganas de un trio. Vamos. Di que sí.
    -Está bien. Lo mereces.
    Vanina se quitó el sostén. Dejando al descubierto sus pechos. Y se acercó a su amado, quien en ese momento estaba arrodillado sobre la cama. Lo rodeó con sus brazos. Acercando la cara de él a sus pechos.
    Fabricio sabiendo perfectamente que le pedía que hiciera su novia empezó a lamer sus pechos. Chupó sus pezones, provocando que de su boca salieran unos fuertes gemidos. Al mismo tiempo sintió mucho placer porque alguien lo masturbaba.
    Era Erica que se le había acercado por detrás y le había bajado los pantalones y la ropa interior hasta las rodillas para poder tomar su miembro con sus manos.
    Disfrutaba oyendo los gemidos de su amiga y los del chico que eran contenidos porque tenía su boca ocupada.
    -Qué duro se puso tu miembro como roca, Fabri. Seguro que vas a gritar de placer cuando lo sientas dentro de ti, Vanu. Lo digo por experiencia.
    Vanina se apartó de su novio y se recostó. Quedó ahí. Sonrojada, sintiendo un inmenso placer que la desbordaba y solo con una prenda cubriendo su sexo que su amiga se encargó de retirarla.
    Erica se mantuvo ajena a esa situación en aquel momento. Sabía que ese era un momento importante solo para ellos dos. Después podría divertirse más con ambos. Se limitó a observar y acariciar su sexo mientras los observaba.
    Fabricio se acercó y posó su miembro sobre la entrada de su vagina. La miró como pidiendo permiso para seguir adelante.
    -Hazlo, amor. Quiero sentirte dentro de mi. No te detengas.
    El siguió adelante. La penetró lentamente hasta que sintió que algo dentro de ella le impedía el paso. Haciendo un poco de fuerza logró seguir. Su himen cedió. La desvirgó.
    Vanina gimió de placer y dolor a la vez.
    -Sigue. Despacio, ¿si?
    Erica se excitaba mucho al observar esa situación. Ver como una chica era desvirgada frente a ella despertaba su lujuria. Sentía su sexo tan húmedo. Introdujo un dedo en su vagina para masturbarse de esa manera.
    Fabricio cogió a su novia conteniendo su deseo de hacerlo rápido y con fuerza. Hasta que ella misma le pidió que acelerara el ritmo.
    -¡Más! ¡Quiero más! ¡Ah! ¡Ah!
    -Dale duro-dijo Erica en voz baja, quien ya se sentía a punto de acabar-. Sí, precioso.
    Vanina se sintió tan satisfecha en ese momento. Sintiendo el miembro de su amado dentro de ella dándole esas insistentes estocadas que la hacían vibrar de placer. Finalmente acabó dando un grito de placer al tiempo que sintió un algo cálido y agradable llenando su interior.
    Fabricio derramo su semen dentro de ella.
    -¿Te gustó, mi amor?
    -Mucho. Tu esencia. Se siente tan bien dentro de mi.
    Erica acabó y si no se hubiera quitado sus bragas las habría dejado empapadas por sus fluidos.
    -Chicos, fue tan lindo verlos hacer eso.
    Ambos descansaron por unos minutos.
    La primera en tomar la iniciativa para seguir habló.
    -Ahora me toca a mi. Hay que poner ese miembro en acción otra vez y yo sé como hacerlo.
    Fabricio ya sabía que pretendía hacer su amiga. Se recostó.
    Erica tomo el miembro del chico con una mano y los masturbó al tiempo que lamía el glande con la punta de su lengua.
    Vanina observó esa situación muy excitada. Acariciando su sexo.
    -No te quedes ahí mirando niña. Hagámosle una buena mamada entre las dos.
    Cuando la escuchó decir eso fue de inmediato y se le sumó.
    Fabricio gimió de placer y como nunca al sentir sus lenguas acariciando su sexo. Se turnaban para chupar su miembro. Acabó varias veces, pero su miembro se ponía rígido al instante por sentir tan excitante atención.
    Las dos se saciaron saboreando su semen. Disfrutaron ese momento.
    Erica se posó sobre el miembro de Fabricio y fue descendiendo hasta que estuvo dentro de ella por completo. Dio un fuerte gemido.
    -Tu pene se siente tan rico, Fabri-dijo al tiempo que empezaba a mover sus caderas a un ritmo hipnotico subiendo y bajando para que el roce de ese miembro con sus paredes vaginales la llenara de placer-. Acaba dentro de mi quiero sentirte. ¡Ah!
    Por su lado, Vanina con su sexo cálido y húmedo por la excitación se sentó sobre su novio de forma de que su sexo quedara frente a la cara de él.
    -Lameme. Prueba mis fluidos, mi amor.
    Ambas chicas sentían un inmenso placer.
    Erica por el miembro en su interior que entraba y salía con rapidez al ritmo de sus fluidos movimientos.
    Vanina por la lengua de su amado que acariciaba su sexo.
    Fabricio por un momento pensó que eso solo podía ser un sueño. Sentía la calidez de ese sexo femenino sobre su miembro y esos tibios fluidos que bebía como si fuera un elixir divino.
    Los tres acabaron.
    Vanina derramó sus fluidos en la boca de su amado, quien los bebió con gusto.
    Erica gritó de placer al llegar al orgasmo sintiendo el semen derramándose en su interior.
    Después de ese excitante momento las dos chicas decidieron ofrecer algo lindo para ver.
    Se acercaron la una a la otra y entrecruzaron sus piernas de forma de que sus sexos hicieran contacto. Movieron sus caderas para rozarse una contra la otra.
    Con el calor y la excitación de ambas también aumentaba la velocidad de sus movimientos. Se acariciaban. Sus sexos ardían.
    Las dos acabaron dando fuertes gemidos de placer.
    Vanina prosiguió lamiendo el sexo de su amiga.
    Está de más decir que Fabricio se excitó mucho al observar esa situación. Pronto se cansó de ser solo espectador. Se acercó por detrás a su novia y la penetró. Con tanta excitación que casi dejó de lado la delicadeza de la primera vez que la había penetrado. La cogía duro y rápido.
    La chica disfrutó sentir eso y siguió lamiendo la intimidad de Erica hasta que logró hacerla acabar. Poco después ella también acabó y sintió con tanto placer el semen derramándose en su interior. Podía jurar que su novio la había llenado mucho más que la primera vez.
    Finalmente se recostaron.
    Erica pensó retirarse. Dejar a la pareja sola.
    Vanina la detuvo tomándola de un brazo.
    -No te vayas.
    -Pensé que preferirían estar solos en este momento.
    -Que esté viviendo esto te lo debo a ti. Quedate. Descansa con nosotros.
    -Está bien-le dijo sonriendo Erica.
    Más tarde se levantaron los tres.
    Erica preparó la cena para los dos amantes. Más tarde tanto ella como Fabricio se fueron a sus respectivas casas con el recuerdo de una buena noche de sábado inolvidable.

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