sábado, 28 de enero de 2012

5-Las mejores amigas.

    Se detuvo frente a la puerta. Se aseguro de que no se olvidaba su celular y algo de dinero que llevaba siempre que salía por si llegaba a necesitarlo.
    Su madre pasaba cerca. Estaba barriendo el piso. Se detuvo y lo miró con el ceño fruncido.
    -¿Adonde crees que vas, nene?
    -Ya hablamos ayer, mamá. Voy a ir a la casa de Priscila.
    -¡Cierto! Ah, tengo que hacerte una pregunta. ¿Tu piensas...?
    -¿Qué cosa?
    -Ya sabes-dijo Sofia al tiempo que se sonrojaba. n//////n
    -No. No sé. Dime qué quieres saber. ¿Por qué te pones así? O__O
    -¿Vas a tener sexo con Priscila?
    Alex sintió el ardor en sus mejillas.
    -¡Mamá! ¿Cómo puedes preguntarme eso?
    -Alex, ya no eres un niño. Además tu padre me contó lo que te encontró haciendo hace un tiempo.
    -Bueno. Eso es verdad. Ella y yo hemos hecho algunas cosas, pero hasta ahora nunca... Ya sabes.
    -Nunca se la metiste. ¬¬
    -Exacto.
    -Esperame aquí. No te vayas. Debo darte algo.
    Sofía le ofreció a su hijo unos preservativos.
    Alex en principio se negó, pero finalmente los aceptó. Si no los tomaba su madre nunca lo dejaría ir.



    Priscila guardó sus cosas en su mochila después de que terminó su tarea. Estaba en el comedor de su casa acompañada por su buena amiga Erica.
    Siempre se reunian para terminar con todo lo que tuvieran que hacer para el colegio y asi tener lo que les quedara del fin de semana libre.
    -Ah, ya está todo listo. Odio a esos malditos profesores. Debería haber una ley que prohiba dar tanta tarea.
    -Tenemos suerte de ser las más inteligentes además de las más sexies de ese podrido salón.
    -¿Qué harás el resto del día, Erica?
    -No lo he pensado. Tal vez vaya a ver a mi novia. ¿Por qué preguntas? No me digas que tu chico no vendrá a hacerte compañía. Si es así podemos llamar a mi chica y decirle que venga. Podriamos hacer un trío.
    -Lo del trío no es mala idea, pero no es por eso. Él vendrá. Pero su idea es quedarse hasta la noche. Yo pretendo convencerlo para que se quede toda la noche jugando conmigo. Mi querido Alex va a dejar de ser virgen.
    -Espero que te diviertas.
    Priscila cerró los ojos y suspiró.
    -Hoy está haciendo mucho calor.
    Erica la miró. Le gusto verla así. Suspirando con los ojos cerrados. Le recordaba a las montones de veces en que su amiga había estado suspirando y gimiendo estando ambas desnudas sobre una cama explorando sus cuerpos sin restricciones. La camiseta escotada que tenía puesta en ese momento su amiga le permitía apreciar sus pechos.
    -Sí, hace calor. Tu lo provocas, linda.
    La bella chica de cabello negro miró a su amiga. Sonrió y posó el dedo indice de su mano derecha sobre sus labios.
    -Qué extraño que digas eso, Eri. Si no te conociera pensaría que estás coqueteando conmigo.
    -¿Tu que crees, mi amiga?
    Se dirigieron una mirada. Ambas se conocían tan bien que hasta casi podía decirse que podían leerse el pensamiento con solo un contacto visual.
    Se levantaron.
    Priscila se acercó a su amiga para besarla tiernamente, pero inmediatamente notó que la otra no quería perder tiempo.
    Erica sintió la calidez de la boca de su compañera al meter su lengua. Recorrió su cuerpo con sus manos. Frotó su rodilla contra la entrepierna de esa chica que era tan atrevida como ella. La hizo gemir. La ropa le resultaba tan molesta en ese momento.
    -¡Ah! ¿Qué te pasa, Eri? Estás tan caliente. Quieres hacerme tuya y se nota que no puedes esperar para tenerme sobre la cama sin ropa.
    -Te deseo tanto, Pris-le dijo mientras seguía frotando su rodilla contra su entrepierna-. Verte suspirar así hizo que me ponga húmeda. Vamos a tu habitación ya mismo. Sino te voy quitar la ropa aquí mismo y jugaré contigo.
    -¿Solo porque suspiré? No suele ser tan fácil calentarte. Vamos.
    Fueron juntas a la habitación. Se dirigieron a la cama.
    -Se ve que hoy no tienes ganas de ser la que se deje hacer, ¿no?
    -Pero te gusta.
    -No está mal el cambio de roles.
    Erica le quitó la camiseta a su amiga y también se quitó la suya. Posó su cuerpo sobre el de ella. Siguió besándola. Besó sus labios. Volvió a invadirla con su lengua mientras seguía acariciándola. Recorrió sus piernas con una mano. Se detuvo por un momento para acariciar su muslo derecho. Fue acercándose hacia esa zona tan intima, pero no llegó a ella. Deseaba hacerla suya pronto, pero no quería apresurarse demasiado.
    Priscila la correspondía. Sus besos hacían que la otra la deseara aún más. Suspiró al sentir esas caricias. Esa mano que se acercaba tanto a su sexo.
    -Sí, tocame. Quiero sentir tus dedos dentro de mi otra vez.
    -Los sentirás, pero antes quiero seguir probando tu dulce piel. Jugar contigo un poco más.
    Siguió recorriéndola. Pasó tiempo besándole el cuello. Lo lamió. Le dio una suave mordida.
    Priscila gemía mientras acariciaba la espalda de su amiga. Quería más. La apartó y se incorporó para poder quitarse el sostén.
    Erica la observó relamiéndose.
    -Me gustan tanto tus tetas, mi amor.
    -No me hagas esperar. Acercate.
    La obedeció. Fue hacia ella y acarició sus pechos. Los apretó haciendo que la otra dejara escapar de sus labios unos leves gemidos. Siguió moviéndolos, apretándolos con delicadeza. Sintió sus pezones erectos.
    -¡Ah! ¡Quiero más, Eri! ¡Sabes que hacer! ¡Por favor!
    -Sí, lo sé. Pero quiero escucharte pidiéndomelo.
    -Chupame las tetas, Eri. Lo deseo tanto.
    Sin responderle nada acercó su boca al pecho izquierdo de su compañera mientras seguía acariciando el otro. Lamió el pezón. Primero con delicadeza y luego con deseo. Lo dejó impregnado con su saliva. Lo cubrió con su boca. Luego fue por el pecho derecho.
    Priscila sintió el calor y la humedad en su entrepierna. Complacía a su amiga con sus fuertes gemidos.
    Erica se detuvo para quitarse las prendas que aún cubrían su cuerpo y le impedían sentir el calor del cuerpo de su amiga. Lo hizo rápido. Con sus manos temblorosas por la lujuria que en ese momento la invadía.
    Priscila observó detenidamente el cuerpo de la otra. Le encantaba esa suave y delicada piel. Esos pechos que le hacían agua la boca. Su sexo cálido y humedo que demandaba atención. Pero no tuvo mucho tiempo para observarla ya que la otra volvió a posar su cuerpo sobre el de ella. Se movió hacia delante y hacia atrás generando un placentero roce entre los pechos de ambas.
    -¡Ah! ¡Ah! ¡Eri!
    -Sí, grita de placer. Grita mi nombre.
    Prosiguió quitando esos pantalones cortos que tanto la estorbaban en ese momento. Acarició el sexo húmedo de su amiga por encima de sus bragas.
    -Mi vida. Qué humeda estás. Creo que manchaste tu ropa interior.
    -¡Ah! Tu... Me pones tan humeda. ¡Ah!
    Siguió moviendo sus dedos. Quería escucharla gritar de placer. Sentirla al límite.
    -¡Eri! ¡Asi! ¡Me encanta! ¡Más! ¡Ah! ¡Ah!
    Se detuvo. Aún no quería hacerla acabar.
    Priscila suspiró. Sintió mucho placer, pero también algo de incorformidad porque no había acabado. Sabía que su amiga no la dejaría así y por lo tanto no se quejaría.
    Erica le quitó las bragas. Las deslizó lentamente por sus bellas piernas haciendola suspirar. Finalmente dirigió su mirada a su entrepierna. Apartó los labios de su sexo para poder ver su interior. Se relamió al apreciar la humedad presente en esa rosada intimidad.
    -¡Ah! Hazlo Eri. Penetrame. Con tus dedos. Con tu lengua. Hazme tuya.
    Por supuesto que no podía negarse a ese pedido.
    La estimuló con sus dedos. La acarició. Sus labios, su clítoris. La penetró. Movió sus dedos dentro de ella haciendola gritar de placer.
    -¡Eri! Vas a... hacerme acabar. ¡Más! ¡Dame duro con tus dedos! ¡Me vuelves loca! ¡Ah! ¡Ah!
    Sin retirar sus dedos acercó su rostró. Lamió su sexo caliente y húmedo. Volvió a probar sus fluidos. La recorrió con su lengua. La llevó al limite cuando rozó su clítoris. Deseaba tanto que acabara en su boca.
    -Pris, eres deliciosa.
    -¡Eri! ¡Ah! ¡No resisto más! Voy a... ¡Ahhhh!
    Arqueó su espalda y dio un fuerte grito al acabar. Derramó sus fluidos en la boca de su amiga. Sintió un inmenso placer.
    Erica tragó esa dulce esencia femenina. Lamió sus dedos para probar hasta el último resto de ese líquido que le gustaba tanto. Sentía el calor y la humedad en su entrepierna. Se recostó boca abajo dándole la espalda a su amiga, flexionó sus piernas y apartó los labios de su sexo con sus dedos.
    -Pris. Te necesito. Necesito sentirte. Hazme tuya.
    Le pidió con la voz cargada de deseo.
    Priscila sonrió. Una sonrisa pervertida. Se le acercó primero para olerla. Le gustaba mucho el aroma de ese sexo femenino.
    Erica gimió solo por sentir su aliento.
    -Ah. Pris. Sí. Mmmm.
    -Ni siquiera empecé y ya estás gimiendo, chica pervertida.
    -Miren quien lo dice.
    -Sí, pero hoy no fui yo la que empezó.
    Priscila la lamió. Primero delineó sus labios con su lengua. Luego los apartó y recorrió su sexo. Iba de arriba hacia abajo y viceversa. Le gustaba tanto su sabor. Sus fluidos. Escuchaba los gemidos de la otra.
    -¿Te gusta?-le preguntó mientras seguía estimulándola-. ¿Mi lengua te pone caliente?
    -¡Muchísimo! ¡Ah! ¡Ah! ¡Vas a hacerme acabar! ¡Ah!
    La llevó al limité acariciando la entrada de su vagina al tiempo que estimulaba su clítoris con sus dedos.
    -¡Pris! ¡Ah! ¡Ah! ¡Me vengo! ¡Ahhhh!
    Erica derramó sus fluidos en la boca de la otra. La besó y así sintió el sabor de sus propios fluidos.
    Siguieron besándose. Abrazadas. Sintiendo el calor de sus cuerpos. Humedas por la transpiración. Tocándose una a otra. Pronto sintieron el calor en la entrepierna nuevamente. El deseo lujurioso.
    Se sentaron sobre la cama entrecruzaron sus piernas de forma de que sus sexos entraran en contacto.
    Ambas gimieron y movieron sus caderas lentamente.
    -¡Pris! ¡Te siento tan caliente! ¡Ah! ¡Ah!
    -¡Acabemos juntas!
    En ese ardiente contacto sus sexos se rozaban. Se mezclaban sus fluidos. Las dos se calentaban tanto. Movieron sus caderas más rápido.
    Las dos gemían y gritaban de placer. Eran un dueto lujurioso.
    Finalmente las dos acabaron dando un fuerte grito de placer.
    -¡Ahhhhh!
    Priscila se recostó.
    Erica la besó apasionadamente antes de acostarse junto a ella. Posó su cabeza sobre los senos de su amiga.
    -Te amo, amiga. Agradezco tanto que mi novia me deje seguir jugando contigo. Sino viviría aguantándome las ganas de violarte.
    -Creo que disfrutaría ser violada por ti. No tendrías que aguantarte.
    Ese placentero momento fue interrumpido por la alarma de un celular que estaba en uno de los bolsillos de los pantalones cortos de Priscila que habían ido a parar quien sabe adonde después de que Erica se los quitó.
    -¡Ah! Falta poco para que llegue, Alex. Será mejor que me de una ducha.
    Salió de la cama dispuesta a ir al baño. Entonces sintió unos brazos rodeando su cintura. Giró su cabeza para que sus labios pudieran encontrarse con los de su amiga.
    Se besaron apasionadamente.
    -Supongo que no te molestará que te acompañe. Necesitas que alguien te enjabone la espalda.
    -No solo quieres enjabonarme la espalda, chica sucia. Lo sé muy bien. Vamos.



   
    -¡Pasa Alex!
    Escuchó la voz de su novia que provenía desde el interior de la casa. Abrió la puerta y entró. Priscila lo invitó a sentarse.
    Las paredes del interior estaban pintadas de azul y adornadas con cuadros de paisajes y fotos.
    En el living había un amplio sofá, un sillón individual, una pequeña mesa rectangular, un televisor que reposaba sobre una mesa que también albergaba a un reproductor de dvd.
    -Bueno-dijo Erica después de que ella y su amiga saludaran al recién llegado-. Creo que será mejor que me vaya. No quiero interrumpirlos.
    -Nada de eso. Haremos eso más tarde. No te molesta que se quede un poco más, ¿no, Alex?
    El chico se sorprendió cuando la escuchó decir que lo harían más tarde y por eso no prestó mucha atención a la pregunta. Solo respondió:
    -No. No... hay problema.
    Pasaron algo de tiempo los tres conversando y viendo televisión.
    Erica miró al novio de su amiga y tuvo una idea. Se acercó a Priscila para hablarle al oido.
    Alex las observó. Se preguntó de que estarían hablando.
    Las dos hablaban en voz baja.
    -Pris, ¿me das permiso para jugar con tu chico?
    -Todavía no lo desvirgué. Espera un poco más.
    -No voy a hacer eso con él obviamente. Sé que eso te corresponde a ti. Solo quiero... Ya sabes.
    -Está bien.
    -Podríamos hacerlo los tres. Imagínate. Su primera vez con dos chicas. Sería inolvidable.
    -Estás loca. No podría soportar algo así. Sería demasiada emoción para él. Se le detendría el corazón. Solo diviértete con él un poco y yo observaré. Lo del trío lo dejaremos para más adelante.
    -De acuerdo.
    Erica se levantó y fue hacia donde estaba el chico, quien ocupaba el sillón individual. Se posó sobre él. Rodeó su cuello con sus brazos. Se relamió.
    -Soy la mejor amiga de Pris. Ten confianza. Lo que le hagas a ella puedes hacérmelo a mi también.
    La reacción inmediata de Alex fue mirar a Priscila, como pidiéndole que le diga qué hacer.
    -Tiene mi permiso. Hacé lo que quieras con ella. Que no te avergüence que yo esté mirando. Déjate llevar, amorcito.
    Erica lo besó. Acarició su espalda. Frotaba sus senos contra el pecho del chico para provocarlo.
    Alex la correspondía. Sentía las manos de la chica. Pero no se animaba a hacer lo mismo. Solo puso sus manos sobre la cintura de ella y le dio suaves caricias. El hecho de estar siendo observado y justamente por su novia lo inhibía.
    Priscila se excitaba observándolos. Acariciaba sus senos y su sexo sobre la ropa. No le bastaba lo que veía. Quería más.
    -Vamos-pensó-. Me divierto más viendo una película XXX. Háganme disfrutarlo. Quiero ver más.
    Erica le quitó la camiseta a Alex, quien aún se sentía inhibido, pero que se excitó mucho al notar que su novia se excitaba mirándolos.
    -Anímate-le dijo la pervertida amiga de su chica mientras besaba su pecho y le lamía los pezones-. Tenemos que ofrecerle algo bueno para ver.
    El miembro del chico reaccionaba a los estimulos. Gimió de placer. La inhibición se fue por la borda. La acarició. Una mano pasó por debajo de la camiseta de Erica mientras la otra fue hacia su pantalón. Le acarició la espalda y las nalgas, las cuales también apretó para sentir su firmeza. La alejó de su pecho para poder besarle el cuello.
    Erica se quitó su camiseta y su sostén. Arrojó esas prendas hacia algún lado. Sintió un inmenso placer cuando sintió las manos del chico acariciando sus pechos. Su lengua acariciando sus pezones.
    -Ah si-dijo entre gemidos-. Chupame las tetas. Me gusta tanto.
    Priscila se excitó aún más. Metió su mano derecha dentro de su pantalón. La pasó por debajo de sus bragas. Tocó su sexo húmedo y caliente. No dejaba de mirarlos en ningún momento.
    Lo detuvo para besarlo una vez más al tiempo que acariciaba su entrepierna con una mano.
    -Qué duro está. Como una roca. Tu amada novia me dijo que vas bien armado. Tengo que comprobarlo.
    Sin más rodeos le bajó los pantalones y la ropa interior. Sonrió de forma pervertida al ver ese miembro erecto el cual tomó con una mano. Lo masturbó.
    -¡Ah! ¡Ah!
    -¿Te gusta, chiquito virgen? ¿Te gusta? Lo que viene te gustará aún más.
    Se acercó para lamerlo. Lo hizo tomándose su tiempo. Yendo de la base hacia la punta lentamente. Acarició sus testículos. Lo acarició con su lengua una y otra vez hasta que se detuvo para posar el glande sobre sus labios.
    Abrió su boca y lo introdujo en ella lentamente mientras lo miraba.
    Alex gemía de placer. No era capaz de articular palabras. Quería decirle que le gustaba. Que quería llenarle la boca de semen, pero no era capaz.
    Mientras Priscila acariciaba sus senos y penetraba su sexo con sus dedos. Entraba y salía rapidamente.
    -Así-pensaba esa pervertida chica mientras observaba-. Llénala, Alex. Trágatelo todo, Erica.
    Erica lo escuchó dar un grito de placer al tiempo que sintió su boca llenándose con su esencia. Siguió succionándolo para asegurarse de sacarle hasta la última gota.
    Priscila acabó. Sus dedos se empaparon con sus propios fluidos. Su cuerpo sintió la placentera sacudida del orgasmo.
    Así terminó aquella situación digna de una película para adultos.
    Erica se levantó relamiéndose.
    -Tu chico no lo hace nada mal, Pris. Te vas a divertir mucho con él. Mucho más cuando lo vayas entrenando. ¿Te gustó, Alex?
    -Sí-respondió con timidez.
    El mismo se daba cuenta de que su actitud era algo extraña. Cuando se dejaba llevar hacia y decía todo lo que su lado pervertido le decía. Una vez que terminaba se sentía algo incomodo para responder una pregunta simple como esa.
    -Creo que ya es algo tarde. Será mejor que me vaya. Voy a vestirme.
    -Te acompañaré hasta la puerta, amiga.
    Cuando estuvo lista se dispuso a volver a su casa.
    -Hasta pronto, Alex-le dijo Erica al novio de su amiga guiñándole un ojo.
    Las dos chicas salieron de la casa.
    -Hasta pronto, Eri.
    -Hasta pronto. Creo que más tarde iré a ver a mi novia.
    -Con todo lo que hicimos sigues teniendo ganas. ¿Qué te habrá pasado hoy? Estás caliente como un volcán.
    -No digas eso. Como si no te gustara.
    Priscila se rió por lo último que le dijo su amiga y volvió a entrar en su casa. Miró a su novio y le sonrió.
    -Ya estamos solos. Vamos a pasarla bien juntos.

4-Terminan lo que empezaron.

   -¿Por qué todo el mundo nos mira?-preguntó Fabricio a su mejor amigo mientras miraba a su alrededor.
    Ambos estaban en el patio del colegio.
    -Supongo que porque ayer te vieron a ti entrando al baño con Erica y a mi me vieron besándome con Priscila-respondió Alex.
    -Al fin la gente se fija en mí y no porque me hayan humillado de alguna forma. Por cierto. ¿Cómo te fue ayer? Fuiste con ella a tu casa, ¿no?
    -Sí.
    -Y bien.
    -¿Qué quieres?
    -Que me digas que pasó.
    -Ah. Preferiría no hablar de eso.
    -¿Pasó algo malo? ¿Acabaste rápido? ¡Espera! ¡No me digas que no se te paró! Eso a nuestra edad sería muy preocupante.
    -¡Baja la voz!-regañó Alex a su compañero-. Hicimos algunas cosas, pero no cogimos. Aún soy virgen.
    -¿Qué cosas hicieron? ¿Te la chupó?
    -No quiero hablar de eso. Preferiría no hablar de lo que haga en privado con una mujer.
    -No hace falta que me des detalles obviamente. Sólo decime que hicieron.
    Alex escuchó a alguien llamándolo. Era nada más y nada menos que su novia, la cual estaba acompañada como siempre por su mejor amiga.
    -Te llaman-señaló Fabricio-. Bueno. Hablamos después. Si Priscila y vos necesitaran hablar en privado llámame-concluyó guiñándole un ojo a su amigo.
    -¡Nunca cambias, degenerado!
    -¿Degenerado yo? Tu eres el que no se anima a decir lo que hizo en privado con una chica. ¿Qué cosas sucias hiciste? ¿Ahora te avergüenzas de lo que hiciste?
    -¡No es asunto tuyo!
    Las chicas de tercer año notaron que Fabricio se alejaba.
    -Dile a tu amigo que venga-dijo Erica-. No lo dejemos de lado, Alex.
    -Sí, que venga-la apoyó Priscila.
    Volteó para ver a su compañero.
    -No te vayas, Fabri. Las chicas quieren que vengas.
    -Ah. Está bien.
    Pasaron el recreo conversando con esas bellas y atractivas chicas. Solo estar junto a ellas ya era una suerte.
    Sonó el timbre.
    -¡Ay, ya terminó!-se lamentó Priscila-. Nos vemos en el segundo recreo, amorcito.
    -Como me gustas-dijo en voz baja Alex.
    Su novia lo escuchó. Sonrió.
    -Sé que te gusto mucho. Quisieras tenerme toda para ti una noche entera, ¿no?
    -¿Escuchaste lo que dije? O__O
    -Tengo muy buen oído.
    Se dividieron. Ya tenían que volver a clases.
    Fabricio fue detenido por alguien mientras volvía a su salón junto con su amigo. Cuando se dio vuelta para saber quien lo había agarrado del brazo se encontró con Erica.
    -Tengo que hablar contigo-le dijo sonriendo la chica.
    Alex siguió su camino. Los dejó solos.
    -Sí. ¿Que se te ofrece?
    Se había puesto algo nervioso. Cada vez que la miraba recordaba lo que había sucedido apenas el día anterior. No podía evitar pensar en eso.
    -Sólo quiero decirte que me dio pena dejarte a medias ayer. Uno de estos días podemos hacer lo que falta si quieres. Tal vez prefieras tener tu primera vez con una chica de la que estés enamorado.
    -¿Por qué no lo hacemos ahora?
    -¿Qué has dicho?-preguntó sorprendida Erica.
    -Solo bromeaba. Ya terminó el recreo y tenemos que volver a clases. Si no aparecemos se van a preguntar donde estamos. Sé que no podemos hacerlo ahora..
    -Sí que podemos. Es una buena idea. Deberíamos ir al salón, pero no lo haremos.
    Agarró del brazo al chico y lo llevó con ella.
    -Esta vez lo haremos en el baño de chicas. Para variar.
    -¡No puedo entrar ahí!
    -Yo no puedo entrar en el baño de chicos y ayer entré sin problemas. No te vas a morir por entrar en el baño que no te corresponde.
    Otra vez la misma situación. Entraron en una de las cabinas que contenía un inodoro.
    Erica empezó a besar y acariciar a Fabricio con toda libertad. Puso su mano en la entrepierna del chico. Frotó esa parte tan sensible. Escuchó sus gemidos.
    -No deberíamos estar aquí-dijo ella-. Eso lo hace tan tentador. Es algo prohibido. No seas tímido. Tócame. Todo está permitido.
    El joven la besó. Le desabrochó la chaqueta y la camisa. Por último levantó su sostén. No quería esperar a que ella misma se lo quitara.
    -No puedes esperar a que me desvista, ¿no? Adelante. Haz lo que quieras.
    La chica gimió cuando sintió sus manos acariciando y apretando sus pechos.
    Gemidos que pronto fueron acallados por los besos de ese chico que tanto la deseaba.
    Fabricio dejó de besarla. Posó su boca sobre el pecho derecho de Erica. Lamió y chupó el pezón con todo gusto.
    -¡Ah! Así. ¡Ah! Chupame las tetas. Me encanta.
    No se detuvo ahí. Llevó una mano hacia la entrepierna de la chica. Frotó su intimidad por encima de la ropa interior. Aún así pudo sentir la humedad y calidez de su sexo.
    Erica gimió descontrolada. Le causaba tanto placer sentirlo lamiendo sus pezones y frotando su parte más intima. Sabía que si seguía así pronto llegaría al orgasmo.
    -¡Ah! ¡Ah! ¡Detente!
    El otro no reaccionaba.
    -¡Si sigues así voy a acabar! ¡Todavía falta lo mejor!
    Fabricio se detuvo. Se apartó de ella.
    Erica respiró profundamente.
    -Como me subiste la temperatura-dijo la chica.
    -Lo mismo digo.
    Se bajó los pantalones y su ropa interior. Dejó a la vista su miembro erecto.
    Ella tomó ese pene con una mano y lo masturbó.
    -Me gusta tanto sentirlo así. Duro como una roca. Ya quiero tenerlo dentro de mí.
    Procedió a quitarse la falda y la ropa interior. Le dio la espalda. Se movió al ritmo de una música que parecía que solo ella podía escuchar. Meneó su trasero para tentarlo aún más. Tocaba su cuerpo.
    -¿Te gusta mi culo?-le preguntó mirándolo por encima del hombro.
    -Sí. Me gustaría cogerte por detrás. Metertelo en el ano.
    -Qué sucio eres.
    Finalmente dejó su baile erótico y posó su espalda sobre una de las paredes de aquella cabina.
    -Acercate.
    Fabricio se le acercó. Posó la punta de su miembro sobre la entrada de su vagina. La miró fijamente antes de penetrarla. Fue tan excitante verla gemir con las mejillas enrojecidas cuando la penetró. Se sentía algo nervioso. Pensaba que podía acabar en cualquier momento.
    Erica acarició su mejilla.
    -¡Ah! Puedo sentirlo. Tomalo con calma, ¿si? Trata de no acabar enseguida. Hazme disfrutar el momento.
    Él simplemente asintió. Empezó a moverse. Hacia atrás y hacia delante. Lentamente.
    Ambos gimieron.
    Fabricio sintió el calor del cuerpo de esa chica tan atractiva. Lo excitaba mucho la calidez y humedad de ese sexo femenino cubriendo su miembro. Lo incitaba a moverse más rápido para escucharla gritar de placer.
    En ese momento una chica entró en el baño.
    Su nombre era Vanina. Era de baja estatura y llevaba unos anteojos. No era fea, pero no tenía un cuerpo que llamara la atención a muchos chicos. Era del mismo curso que Alex y Fabricio.
    Pensaba entrar en una de las cabinas para hacer sus necesidades, pero se detuvo cuando escuchó los gemidos, los ruidos que producían los dos que estaban teniendo sexo.
    -¡Muévete más rápido! ¡Ay! ¡Así! ¡Ah! ¡Ah!
    -¡Voy acabar!
    -¡No! ¡Aguanta un poco más, niño!
    La reconoció perfectamente. Era la voz del chico que le gustaba. Él estaba teniendo sexo.
    Vanina se excitó al oírlo. Se imaginaba a ella misma en el lugar de esa chica que estaba siendo penetrada por su amado. Llevó su mano hacia su entrepierna, la introdujo en su ropa interior. Tocó su sexo. Se masturbó.
    Fabricio se movió más rápido. Su pene entraba y salía de esa vagina con rapidez. Ya no podía resistir mucho más. Acabaría en cualquier momento.
    -¡No puedo contenerlo más! ¡Tengo que hacerlo! ¡Ah! ¡Ah!
    -¡Ah! ¡Ahora sí! ¡Hazlo! ¡Ah!
    Ambos llegaron al orgasmo.
    Erica sintió un gran placer cuando el otro descargó dentro de ella.
    La chica ajena a esa situación, pero que estaba tan excitada como ellos también acabó. Solo cuando terminó pensó en lo que había hecho y se sintió avergonzada. Tratando de no hacer ruido fue a lavarse las manos y se retiró de allí corriendo totalmente sonrojada.
    -¿Escuchaste algo?-preguntó Fabricio, quien aún estaba abrazado a esa chica de tercer año y sintiendo así el calor de su cuerpo.
    -No.
    -¿Cómo estuvo?
    -Nada mal. Pero te hace falta práctica.
    -Si tuviera con quien practicar practicaría.
    El chico se apartó de ella y se puso su ropa interior y sus pantalones.
    Erica se vistió también.
    -Quiero que sepas algo. Yo, al igual que Priscila, soy bisexual. Tengo una novia a la cual quiero mucho y de vez en cuando me divierto con mi amiga. Pero a veces me dan ganas de variar. Es decir, hacerlo con un chico. ¿Quieres ser mi compañero de juegos?
    -¡¿Hablás en serio?!-preguntó sorprendido Fabricio.
    -Claro.
    -Sí. Voy a ser tu compañero de juegos. Como quieras.




    Entró a su salón con miedo. Sabía que era más que obvio que lo regañarían, pero tenía preparado algo que él pensaba que era una buena excusa.
    -¿Por qué no vino inmediatamente al salón después de que sonó el timbre?-la pregunta amenazante de la profesora.
    -Estaba en el baño. No me sentía muy bien. Por eso.
    -Ah. ¿Estás bien? ¿Necesitas que llamemos a tu casa?
    -No. Voy a estar bien. Puedo aguantar hasta que llegue la hora de salir.
    -Ve a tu lugar.
    Su asiento estaba detrás de todo. Allí lo esperaba Alex.
    Por casualidad su mirada se encontró con la de una chica que usaba anteojos. Ella se sonrojó y agachó la cabeza. Le resultó muy extraña esa reacción.
    Finalmente ocupó su lugar.
    -¿Qué pasó, Fabri?
    Fabricio respiró profundamente.
    -Estuve divirtiéndome con la mejor amiga de tu novia. Después te cuento.
    -No. No es necesario que me cuentes. Ya me imagino qué sucedió.




    Erica llegó al salón y fue a sentarse ignorando totalmente los regaños de la profesora.
    -¿Haciendo de las tuyas?-le preguntó sonriendo Priscila.
    -Sí. Con el amigo de tu novio.
    -Espero que lo hayas disfrutado.
    -¿Cuándo lo vas a hacer con tu lindo y virgen novio?
    -Cuando tenga oportunidad para estar a solas con él en mi casa.
    -¿Por qué no lo haces en su casa?
    -En su casa siempre están su hermana menor y su mamá. No podemos estar a solas. No importa. Soy muy paciente. Ya tendré oportunidad.

3-Vamos a aprovechar.

    Priscila miró al joven al que acompañaba.
    Se dirigían a la casa de él.
    -¿Por qué no hablas?
    -Es que... No sé...
    -Dime. ¿Algo te preocupa?
    -No. Es solo que todavía no termino de entender todo esto.
    -¿A qué te refieres?
    -Todo pasó muy rápido. Ayer fue mi primer día de clases. Te conocí en esa plaza por la que pasamos hace un rato, nos besamos. Llega este día. Te vuelvo a ver, tu mejor amiga tuvo sexo oral con mi mejor amigo, me dijiste que querías ser mi novia y acepté, ahora estamos yendo a mi casa. Siento que esto está mal.
    -¿Por qué?
    -No te conozco. Creo que es demasiado pronto para que te considere mi novia. No te ofendas, ¿si? Creo que eres una buena chica. Me gustaría conocerte mejor y saber si podría resultar bien una relación contigo.
    Alex se detuvo.
    Priscila también.
    -Esto es una mala idea. Te acompañaré a tu casa. Es demasiado pronto como para que te lleve a mi casa. Espero que sepas entenderlo.
    -Sí. Lo entiendo, pero aún así quiero acompañarte.
    -¿Por qué insistes tanto?
    -Porque quiero conocerte y por otra razón que te diré cuando llegue el momento adecuado. Ya no puedes arrepentirte. Aceptaste que fuera tu novia. No te vas a librar de mi hasta que me muera o hasta que me de cuenta de que no eres mi hombre ideal.
    Alex observó el bello rostro de esa chica que en ese momento era iluminado por el sol del atardecer.
    Esa mirada era hipnótica. Era imposible resistirse a sus deseos.
    -Está bien. Vamos.
    -Si quieres conocerme mejor pregunta lo que quieras. Es la mejor manera de saber más sobre una persona.
    Siguieron su camino.
    -Puede que no quieras hablar de eso, pero debo preguntártelo. ¿Por qué terminaste con ese tipo que estaba contigo ayer? Si no quieres responderme no lo hagas.
    -No hay problema con esa pregunta. Puedo responderte. Decidí dejarlo porque era un bruto y no me amaba. Solo estaba conmigo porque le gustaba cogerme.
    Alex se sonrojó.
    -Ah. Ya... entiendo.
    -Si un hombre quiere estar conmigo tiene que corresponder mis sentimientos. Debe amarme.
    -¿Tu lo amabas?
    Priscila pensó en la noche anterior. Una expresión triste ensombreció su rostro. Ella había llorado hasta cansarse por aquel joven con el que había tenido una relación.
    -Sí, lo amaba. Pero ya no importa.
    -Perdóname. No quería hacerte sentir mal.
    -Lo dije. Ya no importa. Ahora me toca a mi preguntar.
    -Adelante.
    -¿Eres virgen?
    -Sí. ¿Por qué preguntas?
    -Curiosidad. Tu turno.
    -¿Crees que yo podría ser tu hombre ideal?
    -Tal vez. Y si no resulta bien podemos seguir como amigos, ¿no?
    -Sí. Seguro.
    -¡Qué serio! Pensé que me preguntarías otro tipo de cosas. Los programas o películas que me gustan, la medida de mi busto, mis comidas preferidas, si bese a una chica, que me gusta hacer en mi tiempo libre. Ya sabes. Cosas como esas.
    -Está bien. ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
    -Me gusta leer. Me gustan mucho las novelas de género fantástico. Dibujo, aunque sé que no lo hago muy bien. Navego en internet. Reviso mi facebook, mi msn, y de vez en cuando veo algo de pornografía como todo el mundo. Como dulces mientras veo televisión estando acostada en mi cama. Soy algo perezosa. Creo que no hago nada productivo con mi tiempo libre.
    -Así que tienes facebook.
    -Si tu tienes uno puedes mandarme una solicitud. Las fotos que subí van a hacer que se te ponga duro como una roca. También tengo cuenta en poringa. Subí unas cuantas cosas. Ahí podrás ver más de mi.
    Priscila le guiñó un ojo a su nuevo novio.
    Alex se puso rojo como un tomate una vez más.
    -Tu turno.
    Siguieron así. Dirigiéndose preguntas hasta que llegaron a la casa.
    Suspiró cuando estuvo frente a la puerta. Pensaba en la forma en la que reaccionaría su madre al ver a su nueva novia.
    -¿Qué pasa? ¿Por qué no entramos? ¿Hay que tocar un timbre o algo?
    -No sólo estoy reuniendo todo el valor que puedo en este efímero momento.
    La puerta se abrió.
    Una mujer se presentó. Vestía un jean azul, y un suéter morado. Su cabello era bastante largo y era de color castaño oscuro. Le habló a su hijo.
    -¿Qué estás haciendo? ¿Esperas que te invitemos a entrar o qué? ¿Por qué...?
    Se interrumpió al ver a Priscila.
    -Hola señora. Buenas tardes.
    -Hola. Qué linda chica. ¿Cómo te llamas?
    -Priscila. Mucho gusto. Y usted es...
    -Sofía. La señora de la casa.
    -Mamá-intervino Alex-, ella es una ami...
    -¡Soy su novia!-interrumpió Priscila.
    Sofía miró de arriba a abajo a la chica que estaba frente a ella.
    La mujer se colocó detrás de la chica. Le levantó la falda y le miró el trasero.
    -¿Qué está haciendo?-preguntó sorprendida por la forma de actuar de la madre de su novio.
    -¡Mamá! ¿Qué crees que estás haciendo?
    -Estoy viendo el trasero de tu nueva novia. ¡Está muy claro!
    A continuación soltó la falda de la chica y fue a abrazar a su hijo.
    -¡Estoy tan feliz! Es muy linda, tiene tetas grandes y buen culo. ¡Es perfecta! Al fin vas a poder darme nietos, mi amor.
    Alex frunció el ceño.
    -¿No crees que es demasiado pronto para hablar sobre nietos?
    Priscila se rió por la forma de actuar de aquella mujer.
    -Qué simpática es, señora.
    -No me llames señora. Llámame por mi nombre y no me trates de usted. También puedes llamarme mamá si quieres. Tenemos que hablar. Un té y galletitas. Quiero conocer a mi nuera.
    -Ah, mamá. En realidad pensaba pasar con ella a mi habitación.
    Sofía quedó sorprendida al escuchar a su hijo. Una pervertida sonrisa adornó su rostro. Se rió.
    -Ya veo. ¿Necesitas preservativos?
    Alex se sonrojó.
    -¡No vamos a hacer eso! Sígueme Priscila. Por favor.
    -Está bien, amorcito-dijo la chica-. Nos vemos después, mamá-dijo dirigiéndose a Sofía.
    Siguió a su nuevo novio al interior de la casa. Subieron por una escalera.
    La puerta de una habitación se abrió. Salió una pequeña chica que tenía el cabello corto. Estaba descalza. Tenía una camiseta blanca y unos pantalones cortos de color negro.
    -Buenas tardes, nii-san.
    Miró a la chica que acompañaba a su hermano mayor.
    -¡Qué linda es! ¿Te escapaste de algún animé ecchi?
    -Mi hermana menor. Es fanática del manga y el animé. A mi también me gustan, pero no estoy loco como ella. También hace cosplay.
    -¿Una nueva amiga, nii-san?
    -¡Soy su novia!
    -¿Podrías acompañarme algún día a una convención? Con el cuerpo que tienes tranquilamente podrías hacer cosplay de Kanu de Ikkitousen o de Saeko de High school of dead. Yo nunca podría. Estoy totalmente plana.
    -¿Cómo te llamas?-preguntó Priscila.
    -Jesica. Tengo trece años.
    -Yo soy Priscila. Tengo diecisiete años.
    Jesica miró a su hermano. Le guiñó un ojo.
    -Eres todo un galán, nii-san. Conquistaste a una chica mayor.
    -Sí. Lo que digas. Vamos.
    Finalmente fueron a la habitación.
    Alex vio a la chica que apenas había conocido el día anterior revisando su habitación.
    Ella miró debajo de la cama, levantó el colchón para ver que había debajo, observó detenidamente la biblioteca, revisó el armario, por último se dirigió hacia la cómoda. Observaba todo lo que encontraba. Parecía que también buscaba algo.
    -¿Por qué haces esto?
    -Para conocer más de tus gustos viendo tus pertenencias. Además. En algún lado debes guardar tus... Ya sabes. Lo que no quieres que los demás vean.
    -¡Esperá! No abras ese cajón.
    -Ah. Entonces está aquí.
    Finalmente encontró lo que buscaba.
    Uno de los cajones de la cómoda contenía algunas revistas con fotos de mujeres desnudas, pornográficas y algunos mangas hentai.
    Una pervertida sonrisa se dibujó en el rostro de esa chica.
    -Qué lindo. Eres un chico sucio, Alex.
    -No quería que vieras eso.
    Se puso a hojear una de las revistas que encontró. Le mostró a su novio una revista en la que había una foto de una mujer de cabello negro sentada sobre un sillón con las piernas abiertas enseñando su sexo.
    -Que sexy. Muestra todo. Como me gustaría darle.
    Dejó todo lo que encontró en el cajón de la cómoda que debía ocupar.
    -No veo más. Sino me voy a excitar demasiado y voy a terminar violandote.
    -¿Qué dijiste?
    -Sí. Me gustan las mujeres. Soy bisexual. No te molesta, ¿no?
    Unas imágenes nada aptas para menores pasaron por la mente de Alex.
    -Ah no. Está bien.
    -Seguramente me imaginaste haciendo cosas sucias con otra chica, ¿no?
    -¡Claro que no!-respondió inmediatamente el chico.
    -Si lo hiciste. Sino no te pondrías tan nervioso. Está todo bien, Alex. A la mayoría de las personas les gusta la pornografía. Aunque lo nieguen. Me alegra haber encontrado esas cosas. Si no hubiera encontrado nada de eso ya habría perdido el interés. No me gustan los chicos demasiado inocentes.
    -¿Qué haremos para pasar el tiempo?
    Priscila miró la cama y luego a su nuevo novio.
    -¿Ah? ¿Estás pensando en hacer eso?
    -No. Sólo bromeo. Vamos a jugar. Pon tu playstation 2. Vamos.
    -¿Te gustan los videojuegos?
    -Sí, y juego bastante bien. Ya lo verás.
    Unos minutos después ambos estuvieron sentados sobre la cama. Cada uno sostenía uno de los controles conectados a la consola, la cual a su vez estaba conectada al televisor.
    -¡¿Me ganaste?!-exclamó sorprendido Alex.
    -Así es. Cuando utilizo a Mai, Athena y Yuri nadie me gana(luchadoras del juego king of fighters, aclaro por si hay algún enajenado que no sepa quienes son).
    -Esto no se va a quedar así. De vuelta. ¡Vamos!
    -Tu mamá es una muy linda mujer. ¿Cuántos años tiene?
    -Tiene 39 años. Espero que no pienses en hacer ya sabes qué con ella. Hay que poner límites.
    -No estoy pensando en tener sexo con ella, mal pensado-dijo ofendida Priscila-. Al menos no por ahora-concluyó hablando en voz baja.
    -¿Qué has dicho? No te escuché.
    -No importa. Tienes que saber algo sobre mí ahora.
    -¿Qué?
    -Me da algo de miedo decírtelo. Porque creo que pensarás soy una puta e inmediatamente perderás interés en mí.
    -Dime lo que tengas que decirme. No tengas miedo. Yo no soy prejuicioso. Ya hablamos claramente de eso. No te conozco. ¿Cómo podría juzgarte sin conocerte bien?
    -Está bien. Sucede que me gusta mucho hacer eso.
    -¿Qué cosa?
    -Ya sabes. Tener relaciones sexuales. A los 13 años perdí mi virginidad. Hoy en día si me preguntas con cuantas personas me he acostado, tanto hombres como mujeres, no te sabría responder.
    -Bueno...
    -Aún no he terminado-lo interrumpió esa bella chica-. Yo no creo que eso tenga algo de malo. El mundo es injusto. Los chicos pueden perder tranquilamente su virginidad a cualquier edad y si se acuestan con una mujer diferente cada día son considerados unos ganadores. Una chica que perdió su virginidad a una corta edad y se acuesta con quien sea es considerada una puta. ¿Tiene algo de malo que me guste mucho tener sexo?
    Alex se quedó mudo después de escuchar las palabras de Priscila.
    -No piensas que soy una puta, ¿no?
    -No. Además, tienes razón. El mundo es injusto. Es injusto con todos. No hay excepciones.
    Siguieron jugando mientras conversaban hasta que alguien golpeó la puerta de la habitación.
    -Adelante.
    Sofía entró.
    -Alex, voy a salir a hacer unas compras. Voy a volver dentro de media hora. Van a estar solos. Pero no por mucho tiempo. Tu padre ya debe estar volviendo del trabajo. Quedas a cargo.
    -Está bien. Ve con cuidado.
    -Nos vemos más tarde. Si hacen cosas XXX traten de no hacer tanto ruido. Para que Jesica no se entere.
    -No pienso hacer nada XXX. ¡Vete de mi habitación!
    La mujer se retiro.
    Siguieron jugando.
    Priscila dejó el control que utilizaba en el suelo.
    -¿Ponemos otro juego? ¿Ya te aburrió?
    -No. Es solo que estaba pensando que no es mala idea.
    -¿Qué cosa?
    -Aprovechar que tu mamá se fue para hacer cosas XXX.
    Alex dejó caer el control que tenía en sus manos. Tembló, su corazón empezó a latir rápido. La idea de hacer algo con esa chica le gustaba, pero también lo ponía algo nervioso. Se había imaginado a él mismo teniendo sexo con una chica todas las veces que se había masturbado, pero la verdad era que no sabía como proceder en esa situación en la realidad.
    -No te preocupes. Lo harás bien. Yo te guiaré.
    Priscila se puso frente a él y puso sus manos sobre sus hombros. Hizo que se recostara. Luego posó su voluptuoso cuerpo sobre el de ese joven.
    Se besaron.
    Ambos sintieron una inmensa satisfacción.
    Ella al tenerlo dominado. Forzándolo a sucumbir ante sus bajos instintos.
    Él tener entre sus brazos el cuerpo de esa adolescente tan experimentada que daba besos que lo hacían arder de placer. Olía bien. Su piel era tan suave.
    Se detuvieron. Sus miradas se encontraron.
    -Detengámonos. Mi hermana está en la otra habitación. Es muy curiosa. Si escucha algo raro seguramente vendrá a ver.
    -Olvida lo demás. No escuches a tu mente. Préstale atención a tus sentidos. Nada más. No te preocupes por nada.
    Priscila se alejó un poco para quitarle el suéter y la camiseta. Luego volvió a posarse sobre él. Besó sus labios otra vez. Luego fue bajando. Besó su cuello, su pecho. Se entretuvo lamiéndole los pezones.
    -Qué sumiso eres-dijo riéndose-. Pero solo serás así hasta que tomes confianza. No tardarás mucho.
    Sólo recibió unos débiles gemidos como respuesta a sus palabras.
    Alex la acarició. Siguió recorriendo su piel con sus manos mientras ella se deleitaba con su cuerpo.
    Esa pervertida joven se detuvo y lo miró.
    Se miraron una vez más.
    -Ahora te diré la otra razón por la que quiero estar contigo. Quiero conocerte y quiero pervertirte. Deseo quitarte tu virginidad. Todas las cosas sucias que has imaginado al masturbarte quiero que las hagas realidad conmigo. ¿Quieres verme masturbándome? ¿Te gustaría rociar mi cara o mis pechos con tu semen como lo hacen en las películas pornográficas? ¿Has pensado en hacer un 69? ¿Acabarías como nunca si te bajara los pantalones y te diera placer con mi boca? ¿Te gustaría que hagamos un trío con mi mejor amiga? Imagino que la respuesta a todas esas preguntas es sí. Todo lo iremos haciendo de a poco.
    Priscila se levantó.
    Él se sentó sobre la cama para verla desvistiéndose. Sentía que su miembro iba reaccionando a esos estímulos visuales.
    Se quitó la chaqueta que formaba parte del uniforme escolar, y su camisa. Por último se quitó el sostén.
    -Dejaremos lo mejor para después.
    Alex espero que fuera con él. Se levantó y tocó esos pechos sin importarle que ella se lo permitiera o no. Los tomó entre sus manos. Acarició con sus dedos los pezones, los cuales se pusieron erectos.
    Unos débiles gemidos brotaron de la boca de la chica. Se estaba excitando. Le gustaba aquel cambio en la actitud de su novio.
    -Ya te estás poniendo más atrevido.
    -Y te gusta.
    -Claro que sí-concluyó antes de soltar un gemido cuando él empezó a lamer y chupar el pezón de su seno izquierdo.
    La chica sentía que el calor y la humedad en su sexo se hacían presentes.
    Alex disfrutaba dándole placer a aquella chica al tiempo que unos pensamientos lo invadían. No había logrado silenciar a su mente por completo.
    -¿Qué estoy haciendo?- pensaba-. Mi hermana está cerca. Podría entrar sin golpear la puerta antes y nos vería. Esto no es correcto, pero no me importa. No pienso detenerme. No quiero hacerlo. Ya no puedo. Perdí el control completamente.
    Su mano derecha fue descendiendo por el vientre de su novia. Llegó hasta su pubis carente de vellos. Lo excitó mucho sentir eso.
    Él la miró sorprendido.
    -Sí. Sin pelos. Así te gusta, ¿no?
    -Sí.
    Siguió descendiendo.
    Finalmente introdujo su mano en la ropa interior de la chica. Acarició su sexo húmedo y caliente.
    Ella soltó un fuerte gemido.
    -¡Ahhhh! Sí. Tocame más. Allí.
    La obedeció. Siguió tocándola y chupando sus pezones. La penetró con un dedo. Primero fue penetrándola despacio, pero fue aumentando la velocidad.
    -¡Ay! ¡Asi! ¡Más! ¡Dame con todo! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!
    Ya gemía descontroladamente. Sentía muy próximo el orgasmo.
    Dio un estridente grito de placer cuando finalmente acabó.
    -¡Ahhhhhh!
    El sexo de la chica segregó una gran cantidad de fluidos.
    Alex retiró su mano. Dejó de chupar los pechos de la chica. Su miembro estaba erecto y reclamaba una pronta atención.
    -Yo te la limpio.
    Priscila tomó su mano. Lamió sus dedos. Saboreó sus propios fluidos. Finalmente lo abrazó, como agradeciéndole por haberle dado tanto placer.
    Le dijo al oído:
    -Tu turno. Acuéstate.
    La obedeció se acostó.
    Ella le quitó los pantalones y su ropa interior.
    Quedó ahí. Su miembro totalmente expuesto.
    Se excitó aún más cuando esa pervertida adolescente se acercó para ver su miembro de cerca y se relamió.
    -Qué grande es. No me lo esperaba.
    -¿Podrías...?
    -No hace falta que me lo pidas. Te lo chuparé.
    -¿Podrías ponerlo entre tus tetas antes de hacer eso?
    Sonrió antes de responderle.
    -Por supuesto.
    Se acomodó entre sus piernas. Puso ese miembro erecto entre sus pechos, los cuales tomó con sus manos para tener un mejor control. Empezó a masturbarlo. Estrujó ese pene entre sus pechos.
    El gimió una y otra vez. Era demasiado excitante. Más de lo que había imaginado.
    -Ahora siéntelas con tu pene. Mis deliciosas tetas te haran sentir un inmenso placer.
    Movía sus pechos lentamente, pero empezó a aumentar la velocidad para excitarlo más.
Se detuvo cuando creyó que él se acercaba al orgasmo.
    Alex la miró, como regañándola por haberse detenido.
    -Lo siento. Quiero que acabes en mi boca. No podía terminar así.
    -Está bien. Hazlo.
    -Lléname la boca con tu leche. La quiero toda dentro de mí.
    Se metió el miembro en la boca sin rodeos. No se tomó tiempo para masturbarlo y acariciarlo con su lengua. Quería saborear su semen lo más pronto posible. Por alguna razón sentía una terrible ansiedad por hacerlo.
    Se movió de arriba hacia abajo lentamente. Iba hasta la mitad y luego retrocedía.
    Alex gemía. Le excitaba mucho esa situación. En ese momento estaba sintiendo los labios de diosa de aquella chica de otra manera. El calor y la humedad de esa deliciosa boca cubría su miembro. Era genial.
    -Hasta el fondo- le pedía-. Metelo todo.
    -Garganta profunda para ti, mi amor-pensó Priscila, quien accedió al pedido de su novio.
    Cubrió completamente el pene con su boca. Siguió dándole placer.
    El chico dio un grito al llegar al orgasmo. Descargó su semen en la boca de su novia.
    -Ahí lo tienes. Todo para ti. Bébetelo todo.
    Priscila apartó su boca y tragó ese fluido. Luego suspiró.
    -Qué rico. Me llenaste toda. Ahora es tu turno.
    -¿Turno?
    -Sí. Quiero que me des placer con tu boca.
    Procedió a quitarse las últimas prendas que le quedaban. Su falda y su ropa interior. Se recostó y abrió sus piernas para mostrarle su sexo. Apartó los labios de su vulva para que pudiera ver bien. Para que apreciara el color rosa de su interior, su clítoris, y la entrada de su vagina.
    -Con tu lengua. Házmelo.
    La veía ahí. Sus mejillas encendidas, su cuerpo desnudo, su sexo húmedo y caliente.
    Era muy excitante. Imposible negarse.
    Alex acercó su rostro al sexo de Priscila y lo lamió. Fue por la entrada de su vagina. La delineó con su lengua. Lentamente. El aroma de esa intimidad femenina y el sabor de los fluidos. Le agradaba esa sensación.
    Ella suspiró. Gimió. Se sintió bien.
    -Así. Penetrame con tu lengua.
    La escuchaba gemir. Le gustaba. Quería más. La llevaría al orgasmo otra vez. Estaba seguro. Procedió a lamer los labios de la vulva. Fue ascendiendo lentamente. Pronto llegó a aquel punto tan sensible.
    Priscila gemía cada vez más. Estaba llegando al punto máximo del placer.
    -¡Ahhhh! ¡Ahí! ¡Sigue lamiendome ahí! ¡Ah! Mi clítoris.
    La penetro con sus dedos. Para darle más placer. Primero con uno. Luego con dos. La penetró rápidamente.
    -¡Toma todo! ¡Bebe mis fluidos! ¡Ah!
    Acabó una vez más. Derramó sus fluidos en la boca de su novio, quien los saboreó y los tragó con todo gusto.
    Esa bella y pervertida adolescente suspiró.
    -Wow. Me sacaste todo el jugo. ¿Te gustó?
    -Sí.
    Ese excitante momento fue interrumpido por alguien que llegó a ese lugar.
    -¡Alex!
    El joven reconoció perfectamente aquella voz. Se dio vuelta. Se encontró con su padre, quien estaba de pie frente a la puerta de su habitación.
    Priscila se incorporó y también miró a ese hombre.
    -¡Estoy muerto!-gritaba internamente Alex-. ¡Dibujen una silueta con tiza en el piso para que pueda acostarme porque voy a ser asesinado!
    -¿Qué pasa?-se escuchó la voz de Jesica preguntando desde su habitación.
    -¡No importa!-le respondió aquel hombre-. ¡Quédate donde estás!
    -Hola señor. Mi nombre es Priscila. Soy la novia de su hijo.
    -¡Este no es el momento más adecuado para presentarse!
    -Mucho gusto. Mi nombre es Adriano. ¡Alex, si vas a hacer eso con una chica por lo menos cierra la puerta con llave! Tu hermana está en la otra habitación. Usa preservativo. Recuerda eso también. Nada más. Los dejo solos.
    Se retiró. Cerró la puerta.
    Alex suspiró aliviado.
    -Menos mal. Pensé que iba a morir. Cuando mi mamá se entere de esto no va a parar de fastidiarme.
    -Creo que ya sería mejor que vuelva a mi casa. Es tarde.
    Ambos se vistieron.
    Alex acompañó a su novia hasta la puerta de la casa.
    -Te lo digo. No es necesario que me acompañes. No te preocupes.
    -Está bien. Ve con cuidado.
    Priscila se despidió de él dándole un abrazo y un beso. Antes de alejarse de él le dijo al oído:
    -Espero que esta noche te masturbes pensando en mí.

2-En el mismo colegio.

    Estaban esperando cerca del edificio escolar. Pronto tendrían que ingresar. Esperaban juntos en la otra vereda.
    Fabricio no podía creer lo que le había contado su mejor amigo.
    -¿Me juras por tu madre que no estás mintiendo?
    -Sí, lo juro. Es verdad, Fabri. Si no quieres no me creas. Problema tuyo.
    Alex miró a su alrededor. Veía a las chicas con el uniforme del colegio.
    -Tiene sus ventajas que mis padres me hayan metido en un estúpido colegio privado.
    -Sí. Nada mejor que ver a unas chicas con falda yendo de aquí para allá. Ni te cuento lo que les haría si tuviera oportunidad.
    -Mejor no lo hagas.
    Alex se rió. La pervertida risa que solo surge cuando uno admira mucho al sexo opuesto.
    -Seguro que nunca podré tener como novia a una chica como ella, pero por lo menos aquí hay muy buen material.




    Al llegar la hora del recreo salieron al patio.
    -¿Por qué faltaste ayer, Priscila?-preguntó Erica a su mejor amiga-. Solo a ti se te puede ocurrir faltar el primer día de clases, ¿eh?
    -Salí con el idiota de mi ex novio.
    -¿Ex?
    -Sí. Porque terminé con él.
    -Ya era hora. No me gustaba nada como te trataba. ¿Cómo se lo tomó?
    -Bastante mal.
    -¿Te hizo algo?
    -Me agarró del brazo y me apretó muy fuerte. Me dolió. Por suerte...
    Priscila suspiró.
    -Alguien me ayudó. Un chico que pasaba por ahí me defendió. Mi ex novio me dijo que soy una puta, que no me necesitaba, que fácilmente se podía conseguir otra, y se fue.
    -Adivino. El chico que fue a defenderte te pidió tu numero de celular, tu msn, facebook. Interesado. Seguramente.
    -No.
    -Seguramente coqueteó contigo.
    -Tampoco. Parecía algo tímido. Lo recompensé por haberme ayudado.
    Erica sonrió. Sabía que hacia su amiga para recompensar a alguien por cualquier ayuda prestada.
    -¿Qué tal estuvo? ¿Tenía un buen tamaño?
    -Sólo lo besé. No podía ir con él a mi casa. Estaba mi mamá.
    -Bien. Una buena conclusión. Ahora tienes que encontrar a uno mejor. Mereces ser amada. Él solo te quería porque le gustaba tenerte en la cama de vez en cuando y se atrevió a serte infiel.
    -Lo sé. Ese estúpido ya es historia antigua.
    -Exacto.
    -Hoy no va haber nadie en casa hasta tarde. ¿Quieres acompañarme, Erica? Podríamos divertirnos juntas un buen rato.
    Priscila le guiñó un ojo a su amiga.
    -Claro. Siempre estoy disponible para ti.
    -Me alegra que a tu novia no le moleste que sigas teniendo sexo conmigo.
    -Para nada. Últimamente me habla mucho sobre hacer un trío contigo.
    Un joven se acercó a las dos chicas.
    Ambas lo miraron.
    -Priscila, ahora no hay nadie en el baño de hombres. ¿Quieres ir a hacer algo antes de que termine el recreo?
    -No. Hoy no ando con ganas. Será en otro momento.
    El chico se alejó.
    -Qué tarado. Sólo lo hice con él una vez el año pasado durante una hora libre porque estaba aburrida y ahora cree que me atrae.
    Se rieron.
    Priscila se sorprendió al ver al chico que la había ayudado el día anterior.
    Él estaba conversando con un amigo.
    -Es él.
    -¿Quién?-preguntó Erica, antes de mirar al joven que señaló su amiga.
    -Es el que me ayudó ayer. Se llama Alex.
    -Nunca lo había visto antes. Debe ser de primer año. Uno nuevo.
    -Me gustaría hablar con él.
    -Está bien. Vamos.




    Estaban hablando sobre una película que habían trasmitido la noche anterior en un conocido canal de televisión.
    -Es malísima.
    -En una parte el tipo estuvo un rato largo disparando con la misma pistola. ¿Qué tenía? ¿Un cartucho mágico con 10.000 balas?
    -Eso fue lo peor.
    Alex sintió que alguien le tocó el hombro izquierdo. Se dio vuelta. Quedó totalmente sorprendido al volver a ver a la chica con labios de diosa.
    -Hola. Quiero hablar contigo. No interrumpo nada importante, ¿no?
    -Por supuesto que no-dijo inmediatamente Fabricio-.
    -No te molestará que te quite a tu amigo por un rato-dijo Erica-, ¿no?
    -¡Para nada!
    Alex se acercó a su amigo para decirle:
    -Es ella. La chica de la que te hablé.
    -Su amiga no está nada mal tampoco.
    Erica no tenía nada que envidiarle a su amiga. Era muy atractiva. Su cabello no era muy largo. Sólo le llegaba hasta los hombros.
    Fabricio se sorprendió cuando esa chica lo tomó de la mano y lo alejó de su amigo y de la chica con labios de diosa.
    -¡Hey! ¿Adónde me llevas?
    -Necesitan hablar en privado. Mientras nosotros vamos a ir al baño a hacer algo privado también.
    Fueron al baño de hombres.
    Algunos se sorprendieron al verlos entrar juntos en ese lugar.
    Entraron en una de las cabinas que albergaba un sucio inodoro.
    -¿Por qué me trajiste aquí?
    -No preguntes. Sabes muy bien por qué.
    Ella lo abrazó y posó sus labios sobre los de él.
    Fabricio abrió su boca.
    Sus lenguas se enfrentaron.
    Se besaron una y otra vez.
    Erica acariciaba el cuerpo del chico sin mostrar ninguna inseguridad.
    Él puso sus manos sobre la cintura de la chica. La acarició. De a poco se fue animando a ir más lejos. Acarició y apretó sus nalgas
    -¡Ah! ¡Me gusta! Aquí delante tengo dos cosas que se que también te gustaría tocar. ¿Quieres hacerlo?
    No podía hablar. Las sensaciones que lo invadían por vivir ese excitante y sorpresivo momento lo habían incapacitado en parte.
    -Lo tomaré como un sí.
    Erica se alejó de él por un momento para quitarse la chaqueta que formaba parte del uniforme y su camisa. Luego procedió a quitarse su sostén. Después tomó una mano del chico y la dirigió hacia sus pechos.
    Él los acarició, los apretó. Sintió los pezones erectos de la chica. Llevó su otra mano. Y siguió haciendo lo mismo con ambas.
    -¡Ah! Sí. ¿Te gustan mis tetas? ¡Ah! Decimelo. Quiero que me lo digas.
    Hablaba entre gemidos.
    -Me gustan tus tetas. Se ven deliciosas.
    -Puedes comprobarlo si quieres. ¡Ah! No me molestaría.
    Se acercó al pecho derecho y lo lamió mientras seguía tocando el pecho izquierdo con su mano derecha.
    Fabricio sentía su miembro erecto. Estaba listo para llegar hasta lo último.
    -¡Ah! ¡Ah! Detente. Ya es hora.
    Él se detuvo.
    Erica se agachó y le bajó los pantalones. Luego la ropa interior. Tomó el miembro con una mano. Lo masturbó. Le gustó escuchar gemir a ese chico que ni siquiera conocía. Notó que él era virgen. Veía la cubierta de piel que cubría la cabeza del miembro
    El otro ya había sentido algo parecido al masturbarse, pero ni se comparaba con sentir la mano de esa chica.
    -¡Ah! ¡Ah!
    -Te pusiste duro como una roca. Hace mucho que no se lo chupo a un virgen. No te va a molestar que tome tu leche, ¿no?
    No le respondió.
    Dejó de masturbarlo. Empezó a lamerlo. Seguía hablándole mientras lo hacía.
    -¿Te gusta esto? Dimelo. Quiero que me lo digas. Sino no seguiré.
    -¡Ah! Me gusta. ¡Ah! No te detengas.
    Siguió pasaba su lengua desde la base hasta la punta. De arriba hacia abajo. No se detuvo en ningún momento.
    Erica lo miró a los ojos antes de abrir su boca para meter el miembro dentro de ella. Cerró sus ojos y empezó a moverse. Hacia atrás y hacia delante. Acariciando el miembro con su lengua. Ansiosa de probar el semen que pronto despidiría.
    Fabricio grito de placer cuando sintió la humedad y la calidez de la boca de la chica sobre su miembro. Gimió sin sentir vergüenza.
    -¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! Toma toda mi leche. Vamos. ¡Ya viene!
    -Con gusto-pensó Erica.
    Dio un grito al tiempo que finalmente descargó todo.
    Ella finalmente se apartó y tragó el semen. Tenía sus labios manchados.
    Sorpresivamente el miembro echó otra carga, manchando el rostro y los pechos de la chica, quien sonrió.
    -Ah, no me lo esperaba. Faltaba más. Ahora tendré que limpiarme.
    Se puso de pie y tomó las prendas que se había quitado.
    -No tenemos más tiempo sino dejaría que me cojas. Será la próxima.
    Salió de la cabina.
    Fabricio se puso su ropa interior y se levantó sus pantalones. Suspiró.
    -Al fin estamos pasando por un buen momento de nuestras grises vidas, amigo Alex.




    Mientras tanto, en el patio.
    -No pensé que estarías en el mismo colegio que yo.
    -Dime. ¿Tienes novia o te gusta alguna chica?
    -Sí, me gustas tu.
    Alex se sonrojó. Contestó casi sin pensar. Evitaba mirar a la chica. Sus pechos le resultaban llamativos.
    Priscila sonrió.
    -¿En serio?
    -Bueno... Eres una chica muy linda.
    -¿Por qué no me miras?
    -Ah. Es que...
    -Te cuesta no ver mis pechos, ¿no?
    En el blanco.
    -No. No es eso.
    -Es por eso. Lo sé. No tiene nada de malo. No lo niegues.
    Alex estaba muy nervioso. Sentía su corazón latiendo más rápido que nunca.
    -No tienes novia y yo te gusto. ¿Puedo ser tu novia?
    La miró. Su nerviosismo se fue por un momento.
    -¿Por qué querrías ser la novia de un tipo que ni siquiera conoces?
    -Ya nos iremos conociendo. ¿Aceptas?
    -¿Qué importa si no la conozco?-pensó Alex-. Nunca en mi vida volveré a tener oportunidad de ser el novio de una chica como ella. Me mando.
    -¿Si o no?
    -Sí. Puedes ser mi novia.
    -¡Perfecto! Ahora quiero preguntarte algo.
    -Dime.
    -Tenía planeado que mi amiga me acompañara a mi casa, porque allí no habrá nadie hasta la noche y no me gusta estar sola, pero me gustaría saber si tu podrías acompañarme.
    Solo con una chica así.
    No pudo evitar que miles de ideas pervertidas transitaran por su cabeza.
    -Me gustaría, pero no puedo. Tengo que volver a casa.
    -Qué mala suerte. Entonces puedo acompañarte a tu casa.
    -Pero...
    Priscila lo abrazó. Acercó sus labios a los de Alex.
    El chico sintió su corazón latiendo aún más rápido que antes al tenerla tan cerca. Deseaba besarla.
    -No me dirás que no.
    -No lo haré.
    Sus labios se encontraron una vez más.
    Priscila permitió que la lengua del chico entrara y recorriera su boca a gusto.
    Se separaron.
    -No besas nada mal, Alex.
    -Sólo espero que tu visita no cause ninguna reacción extraña o negativa en mi familia.
    -Soy muy buena para caerle bien a quien sea. No te preocupes.