Se detuvo frente a la puerta. Se aseguro de que no se olvidaba su celular y algo de dinero que llevaba siempre que salía por si llegaba a necesitarlo.
Su madre pasaba cerca. Estaba barriendo el piso. Se detuvo y lo miró con el ceño fruncido.
-¿Adonde crees que vas, nene?
-Ya hablamos ayer, mamá. Voy a ir a la casa de Priscila.
-¡Cierto! Ah, tengo que hacerte una pregunta. ¿Tu piensas...?
-¿Qué cosa?
-Ya sabes-dijo Sofia al tiempo que se sonrojaba. n//////n
-No. No sé. Dime qué quieres saber. ¿Por qué te pones así? O__O
-¿Vas a tener sexo con Priscila?
Alex sintió el ardor en sus mejillas.
-¡Mamá! ¿Cómo puedes preguntarme eso?
-Alex, ya no eres un niño. Además tu padre me contó lo que te encontró haciendo hace un tiempo.
-Bueno. Eso es verdad. Ella y yo hemos hecho algunas cosas, pero hasta ahora nunca... Ya sabes.
-Nunca se la metiste. ¬¬
-Exacto.
-Esperame aquí. No te vayas. Debo darte algo.
Sofía le ofreció a su hijo unos preservativos.
Alex en principio se negó, pero finalmente los aceptó. Si no los tomaba su madre nunca lo dejaría ir.
Priscila guardó sus cosas en su mochila después de que terminó su tarea. Estaba en el comedor de su casa acompañada por su buena amiga Erica.
Siempre se reunian para terminar con todo lo que tuvieran que hacer para el colegio y asi tener lo que les quedara del fin de semana libre.
-Ah, ya está todo listo. Odio a esos malditos profesores. Debería haber una ley que prohiba dar tanta tarea.
-Tenemos suerte de ser las más inteligentes además de las más sexies de ese podrido salón.
-¿Qué harás el resto del día, Erica?
-No lo he pensado. Tal vez vaya a ver a mi novia. ¿Por qué preguntas? No me digas que tu chico no vendrá a hacerte compañía. Si es así podemos llamar a mi chica y decirle que venga. Podriamos hacer un trío.
-Lo del trío no es mala idea, pero no es por eso. Él vendrá. Pero su idea es quedarse hasta la noche. Yo pretendo convencerlo para que se quede toda la noche jugando conmigo. Mi querido Alex va a dejar de ser virgen.
-Espero que te diviertas.
Priscila cerró los ojos y suspiró.
-Hoy está haciendo mucho calor.
Erica la miró. Le gusto verla así. Suspirando con los ojos cerrados. Le recordaba a las montones de veces en que su amiga había estado suspirando y gimiendo estando ambas desnudas sobre una cama explorando sus cuerpos sin restricciones. La camiseta escotada que tenía puesta en ese momento su amiga le permitía apreciar sus pechos.
-Sí, hace calor. Tu lo provocas, linda.
La bella chica de cabello negro miró a su amiga. Sonrió y posó el dedo indice de su mano derecha sobre sus labios.
-Qué extraño que digas eso, Eri. Si no te conociera pensaría que estás coqueteando conmigo.
-¿Tu que crees, mi amiga?
Se dirigieron una mirada. Ambas se conocían tan bien que hasta casi podía decirse que podían leerse el pensamiento con solo un contacto visual.
Se levantaron.
Priscila se acercó a su amiga para besarla tiernamente, pero inmediatamente notó que la otra no quería perder tiempo.
Erica sintió la calidez de la boca de su compañera al meter su lengua. Recorrió su cuerpo con sus manos. Frotó su rodilla contra la entrepierna de esa chica que era tan atrevida como ella. La hizo gemir. La ropa le resultaba tan molesta en ese momento.
-¡Ah! ¿Qué te pasa, Eri? Estás tan caliente. Quieres hacerme tuya y se nota que no puedes esperar para tenerme sobre la cama sin ropa.
-Te deseo tanto, Pris-le dijo mientras seguía frotando su rodilla contra su entrepierna-. Verte suspirar así hizo que me ponga húmeda. Vamos a tu habitación ya mismo. Sino te voy quitar la ropa aquí mismo y jugaré contigo.
-¿Solo porque suspiré? No suele ser tan fácil calentarte. Vamos.
Fueron juntas a la habitación. Se dirigieron a la cama.
-Se ve que hoy no tienes ganas de ser la que se deje hacer, ¿no?
-Pero te gusta.
-No está mal el cambio de roles.
Erica le quitó la camiseta a su amiga y también se quitó la suya. Posó su cuerpo sobre el de ella. Siguió besándola. Besó sus labios. Volvió a invadirla con su lengua mientras seguía acariciándola. Recorrió sus piernas con una mano. Se detuvo por un momento para acariciar su muslo derecho. Fue acercándose hacia esa zona tan intima, pero no llegó a ella. Deseaba hacerla suya pronto, pero no quería apresurarse demasiado.
Priscila la correspondía. Sus besos hacían que la otra la deseara aún más. Suspiró al sentir esas caricias. Esa mano que se acercaba tanto a su sexo.
-Sí, tocame. Quiero sentir tus dedos dentro de mi otra vez.
-Los sentirás, pero antes quiero seguir probando tu dulce piel. Jugar contigo un poco más.
Siguió recorriéndola. Pasó tiempo besándole el cuello. Lo lamió. Le dio una suave mordida.
Priscila gemía mientras acariciaba la espalda de su amiga. Quería más. La apartó y se incorporó para poder quitarse el sostén.
Erica la observó relamiéndose.
-Me gustan tanto tus tetas, mi amor.
-No me hagas esperar. Acercate.
La obedeció. Fue hacia ella y acarició sus pechos. Los apretó haciendo que la otra dejara escapar de sus labios unos leves gemidos. Siguió moviéndolos, apretándolos con delicadeza. Sintió sus pezones erectos.
-¡Ah! ¡Quiero más, Eri! ¡Sabes que hacer! ¡Por favor!
-Sí, lo sé. Pero quiero escucharte pidiéndomelo.
-Chupame las tetas, Eri. Lo deseo tanto.
Sin responderle nada acercó su boca al pecho izquierdo de su compañera mientras seguía acariciando el otro. Lamió el pezón. Primero con delicadeza y luego con deseo. Lo dejó impregnado con su saliva. Lo cubrió con su boca. Luego fue por el pecho derecho.
Priscila sintió el calor y la humedad en su entrepierna. Complacía a su amiga con sus fuertes gemidos.
Erica se detuvo para quitarse las prendas que aún cubrían su cuerpo y le impedían sentir el calor del cuerpo de su amiga. Lo hizo rápido. Con sus manos temblorosas por la lujuria que en ese momento la invadía.
Priscila observó detenidamente el cuerpo de la otra. Le encantaba esa suave y delicada piel. Esos pechos que le hacían agua la boca. Su sexo cálido y humedo que demandaba atención. Pero no tuvo mucho tiempo para observarla ya que la otra volvió a posar su cuerpo sobre el de ella. Se movió hacia delante y hacia atrás generando un placentero roce entre los pechos de ambas.
-¡Ah! ¡Ah! ¡Eri!
-Sí, grita de placer. Grita mi nombre.
Prosiguió quitando esos pantalones cortos que tanto la estorbaban en ese momento. Acarició el sexo húmedo de su amiga por encima de sus bragas.
-Mi vida. Qué humeda estás. Creo que manchaste tu ropa interior.
-¡Ah! Tu... Me pones tan humeda. ¡Ah!
Siguió moviendo sus dedos. Quería escucharla gritar de placer. Sentirla al límite.
-¡Eri! ¡Asi! ¡Me encanta! ¡Más! ¡Ah! ¡Ah!
Se detuvo. Aún no quería hacerla acabar.
Priscila suspiró. Sintió mucho placer, pero también algo de incorformidad porque no había acabado. Sabía que su amiga no la dejaría así y por lo tanto no se quejaría.
Erica le quitó las bragas. Las deslizó lentamente por sus bellas piernas haciendola suspirar. Finalmente dirigió su mirada a su entrepierna. Apartó los labios de su sexo para poder ver su interior. Se relamió al apreciar la humedad presente en esa rosada intimidad.
-¡Ah! Hazlo Eri. Penetrame. Con tus dedos. Con tu lengua. Hazme tuya.
Por supuesto que no podía negarse a ese pedido.
La estimuló con sus dedos. La acarició. Sus labios, su clítoris. La penetró. Movió sus dedos dentro de ella haciendola gritar de placer.
-¡Eri! Vas a... hacerme acabar. ¡Más! ¡Dame duro con tus dedos! ¡Me vuelves loca! ¡Ah! ¡Ah!
Sin retirar sus dedos acercó su rostró. Lamió su sexo caliente y húmedo. Volvió a probar sus fluidos. La recorrió con su lengua. La llevó al limite cuando rozó su clítoris. Deseaba tanto que acabara en su boca.
-Pris, eres deliciosa.
-¡Eri! ¡Ah! ¡No resisto más! Voy a... ¡Ahhhh!
Arqueó su espalda y dio un fuerte grito al acabar. Derramó sus fluidos en la boca de su amiga. Sintió un inmenso placer.
Erica tragó esa dulce esencia femenina. Lamió sus dedos para probar hasta el último resto de ese líquido que le gustaba tanto. Sentía el calor y la humedad en su entrepierna. Se recostó boca abajo dándole la espalda a su amiga, flexionó sus piernas y apartó los labios de su sexo con sus dedos.
-Pris. Te necesito. Necesito sentirte. Hazme tuya.
Le pidió con la voz cargada de deseo.
Priscila sonrió. Una sonrisa pervertida. Se le acercó primero para olerla. Le gustaba mucho el aroma de ese sexo femenino.
Erica gimió solo por sentir su aliento.
-Ah. Pris. Sí. Mmmm.
-Ni siquiera empecé y ya estás gimiendo, chica pervertida.
-Miren quien lo dice.
-Sí, pero hoy no fui yo la que empezó.
Priscila la lamió. Primero delineó sus labios con su lengua. Luego los apartó y recorrió su sexo. Iba de arriba hacia abajo y viceversa. Le gustaba tanto su sabor. Sus fluidos. Escuchaba los gemidos de la otra.
-¿Te gusta?-le preguntó mientras seguía estimulándola-. ¿Mi lengua te pone caliente?
-¡Muchísimo! ¡Ah! ¡Ah! ¡Vas a hacerme acabar! ¡Ah!
La llevó al limité acariciando la entrada de su vagina al tiempo que estimulaba su clítoris con sus dedos.
-¡Pris! ¡Ah! ¡Ah! ¡Me vengo! ¡Ahhhh!
Erica derramó sus fluidos en la boca de la otra. La besó y así sintió el sabor de sus propios fluidos.
Siguieron besándose. Abrazadas. Sintiendo el calor de sus cuerpos. Humedas por la transpiración. Tocándose una a otra. Pronto sintieron el calor en la entrepierna nuevamente. El deseo lujurioso.
Se sentaron sobre la cama entrecruzaron sus piernas de forma de que sus sexos entraran en contacto.
Ambas gimieron y movieron sus caderas lentamente.
-¡Pris! ¡Te siento tan caliente! ¡Ah! ¡Ah!
-¡Acabemos juntas!
En ese ardiente contacto sus sexos se rozaban. Se mezclaban sus fluidos. Las dos se calentaban tanto. Movieron sus caderas más rápido.
Las dos gemían y gritaban de placer. Eran un dueto lujurioso.
Finalmente las dos acabaron dando un fuerte grito de placer.
-¡Ahhhhh!
Priscila se recostó.
Erica la besó apasionadamente antes de acostarse junto a ella. Posó su cabeza sobre los senos de su amiga.
-Te amo, amiga. Agradezco tanto que mi novia me deje seguir jugando contigo. Sino viviría aguantándome las ganas de violarte.
-Creo que disfrutaría ser violada por ti. No tendrías que aguantarte.
Ese placentero momento fue interrumpido por la alarma de un celular que estaba en uno de los bolsillos de los pantalones cortos de Priscila que habían ido a parar quien sabe adonde después de que Erica se los quitó.
-¡Ah! Falta poco para que llegue, Alex. Será mejor que me de una ducha.
Salió de la cama dispuesta a ir al baño. Entonces sintió unos brazos rodeando su cintura. Giró su cabeza para que sus labios pudieran encontrarse con los de su amiga.
Se besaron apasionadamente.
-Supongo que no te molestará que te acompañe. Necesitas que alguien te enjabone la espalda.
-No solo quieres enjabonarme la espalda, chica sucia. Lo sé muy bien. Vamos.
-¡Pasa Alex!
Escuchó la voz de su novia que provenía desde el interior de la casa. Abrió la puerta y entró. Priscila lo invitó a sentarse.
Las paredes del interior estaban pintadas de azul y adornadas con cuadros de paisajes y fotos.
En el living había un amplio sofá, un sillón individual, una pequeña mesa rectangular, un televisor que reposaba sobre una mesa que también albergaba a un reproductor de dvd.
-Bueno-dijo Erica después de que ella y su amiga saludaran al recién llegado-. Creo que será mejor que me vaya. No quiero interrumpirlos.
-Nada de eso. Haremos eso más tarde. No te molesta que se quede un poco más, ¿no, Alex?
El chico se sorprendió cuando la escuchó decir que lo harían más tarde y por eso no prestó mucha atención a la pregunta. Solo respondió:
-No. No... hay problema.
Pasaron algo de tiempo los tres conversando y viendo televisión.
Erica miró al novio de su amiga y tuvo una idea. Se acercó a Priscila para hablarle al oido.
Alex las observó. Se preguntó de que estarían hablando.
Las dos hablaban en voz baja.
-Pris, ¿me das permiso para jugar con tu chico?
-Todavía no lo desvirgué. Espera un poco más.
-No voy a hacer eso con él obviamente. Sé que eso te corresponde a ti. Solo quiero... Ya sabes.
-Está bien.
-Podríamos hacerlo los tres. Imagínate. Su primera vez con dos chicas. Sería inolvidable.
-Estás loca. No podría soportar algo así. Sería demasiada emoción para él. Se le detendría el corazón. Solo diviértete con él un poco y yo observaré. Lo del trío lo dejaremos para más adelante.
-De acuerdo.
Erica se levantó y fue hacia donde estaba el chico, quien ocupaba el sillón individual. Se posó sobre él. Rodeó su cuello con sus brazos. Se relamió.
-Soy la mejor amiga de Pris. Ten confianza. Lo que le hagas a ella puedes hacérmelo a mi también.
La reacción inmediata de Alex fue mirar a Priscila, como pidiéndole que le diga qué hacer.
-Tiene mi permiso. Hacé lo que quieras con ella. Que no te avergüence que yo esté mirando. Déjate llevar, amorcito.
Erica lo besó. Acarició su espalda. Frotaba sus senos contra el pecho del chico para provocarlo.
Alex la correspondía. Sentía las manos de la chica. Pero no se animaba a hacer lo mismo. Solo puso sus manos sobre la cintura de ella y le dio suaves caricias. El hecho de estar siendo observado y justamente por su novia lo inhibía.
Priscila se excitaba observándolos. Acariciaba sus senos y su sexo sobre la ropa. No le bastaba lo que veía. Quería más.
-Vamos-pensó-. Me divierto más viendo una película XXX. Háganme disfrutarlo. Quiero ver más.
Erica le quitó la camiseta a Alex, quien aún se sentía inhibido, pero que se excitó mucho al notar que su novia se excitaba mirándolos.
-Anímate-le dijo la pervertida amiga de su chica mientras besaba su pecho y le lamía los pezones-. Tenemos que ofrecerle algo bueno para ver.
El miembro del chico reaccionaba a los estimulos. Gimió de placer. La inhibición se fue por la borda. La acarició. Una mano pasó por debajo de la camiseta de Erica mientras la otra fue hacia su pantalón. Le acarició la espalda y las nalgas, las cuales también apretó para sentir su firmeza. La alejó de su pecho para poder besarle el cuello.
Erica se quitó su camiseta y su sostén. Arrojó esas prendas hacia algún lado. Sintió un inmenso placer cuando sintió las manos del chico acariciando sus pechos. Su lengua acariciando sus pezones.
-Ah si-dijo entre gemidos-. Chupame las tetas. Me gusta tanto.
Priscila se excitó aún más. Metió su mano derecha dentro de su pantalón. La pasó por debajo de sus bragas. Tocó su sexo húmedo y caliente. No dejaba de mirarlos en ningún momento.
Lo detuvo para besarlo una vez más al tiempo que acariciaba su entrepierna con una mano.
-Qué duro está. Como una roca. Tu amada novia me dijo que vas bien armado. Tengo que comprobarlo.
Sin más rodeos le bajó los pantalones y la ropa interior. Sonrió de forma pervertida al ver ese miembro erecto el cual tomó con una mano. Lo masturbó.
-¡Ah! ¡Ah!
-¿Te gusta, chiquito virgen? ¿Te gusta? Lo que viene te gustará aún más.
Se acercó para lamerlo. Lo hizo tomándose su tiempo. Yendo de la base hacia la punta lentamente. Acarició sus testículos. Lo acarició con su lengua una y otra vez hasta que se detuvo para posar el glande sobre sus labios.
Abrió su boca y lo introdujo en ella lentamente mientras lo miraba.
Alex gemía de placer. No era capaz de articular palabras. Quería decirle que le gustaba. Que quería llenarle la boca de semen, pero no era capaz.
Mientras Priscila acariciaba sus senos y penetraba su sexo con sus dedos. Entraba y salía rapidamente.
-Así-pensaba esa pervertida chica mientras observaba-. Llénala, Alex. Trágatelo todo, Erica.
Erica lo escuchó dar un grito de placer al tiempo que sintió su boca llenándose con su esencia. Siguió succionándolo para asegurarse de sacarle hasta la última gota.
Priscila acabó. Sus dedos se empaparon con sus propios fluidos. Su cuerpo sintió la placentera sacudida del orgasmo.
Así terminó aquella situación digna de una película para adultos.
Erica se levantó relamiéndose.
-Tu chico no lo hace nada mal, Pris. Te vas a divertir mucho con él. Mucho más cuando lo vayas entrenando. ¿Te gustó, Alex?
-Sí-respondió con timidez.
El mismo se daba cuenta de que su actitud era algo extraña. Cuando se dejaba llevar hacia y decía todo lo que su lado pervertido le decía. Una vez que terminaba se sentía algo incomodo para responder una pregunta simple como esa.
-Creo que ya es algo tarde. Será mejor que me vaya. Voy a vestirme.
-Te acompañaré hasta la puerta, amiga.
Cuando estuvo lista se dispuso a volver a su casa.
-Hasta pronto, Alex-le dijo Erica al novio de su amiga guiñándole un ojo.
Las dos chicas salieron de la casa.
-Hasta pronto, Eri.
-Hasta pronto. Creo que más tarde iré a ver a mi novia.
-Con todo lo que hicimos sigues teniendo ganas. ¿Qué te habrá pasado hoy? Estás caliente como un volcán.
-No digas eso. Como si no te gustara.
Priscila se rió por lo último que le dijo su amiga y volvió a entrar en su casa. Miró a su novio y le sonrió.
-Ya estamos solos. Vamos a pasarla bien juntos.