sábado, 28 de enero de 2012

2-En el mismo colegio.

    Estaban esperando cerca del edificio escolar. Pronto tendrían que ingresar. Esperaban juntos en la otra vereda.
    Fabricio no podía creer lo que le había contado su mejor amigo.
    -¿Me juras por tu madre que no estás mintiendo?
    -Sí, lo juro. Es verdad, Fabri. Si no quieres no me creas. Problema tuyo.
    Alex miró a su alrededor. Veía a las chicas con el uniforme del colegio.
    -Tiene sus ventajas que mis padres me hayan metido en un estúpido colegio privado.
    -Sí. Nada mejor que ver a unas chicas con falda yendo de aquí para allá. Ni te cuento lo que les haría si tuviera oportunidad.
    -Mejor no lo hagas.
    Alex se rió. La pervertida risa que solo surge cuando uno admira mucho al sexo opuesto.
    -Seguro que nunca podré tener como novia a una chica como ella, pero por lo menos aquí hay muy buen material.




    Al llegar la hora del recreo salieron al patio.
    -¿Por qué faltaste ayer, Priscila?-preguntó Erica a su mejor amiga-. Solo a ti se te puede ocurrir faltar el primer día de clases, ¿eh?
    -Salí con el idiota de mi ex novio.
    -¿Ex?
    -Sí. Porque terminé con él.
    -Ya era hora. No me gustaba nada como te trataba. ¿Cómo se lo tomó?
    -Bastante mal.
    -¿Te hizo algo?
    -Me agarró del brazo y me apretó muy fuerte. Me dolió. Por suerte...
    Priscila suspiró.
    -Alguien me ayudó. Un chico que pasaba por ahí me defendió. Mi ex novio me dijo que soy una puta, que no me necesitaba, que fácilmente se podía conseguir otra, y se fue.
    -Adivino. El chico que fue a defenderte te pidió tu numero de celular, tu msn, facebook. Interesado. Seguramente.
    -No.
    -Seguramente coqueteó contigo.
    -Tampoco. Parecía algo tímido. Lo recompensé por haberme ayudado.
    Erica sonrió. Sabía que hacia su amiga para recompensar a alguien por cualquier ayuda prestada.
    -¿Qué tal estuvo? ¿Tenía un buen tamaño?
    -Sólo lo besé. No podía ir con él a mi casa. Estaba mi mamá.
    -Bien. Una buena conclusión. Ahora tienes que encontrar a uno mejor. Mereces ser amada. Él solo te quería porque le gustaba tenerte en la cama de vez en cuando y se atrevió a serte infiel.
    -Lo sé. Ese estúpido ya es historia antigua.
    -Exacto.
    -Hoy no va haber nadie en casa hasta tarde. ¿Quieres acompañarme, Erica? Podríamos divertirnos juntas un buen rato.
    Priscila le guiñó un ojo a su amiga.
    -Claro. Siempre estoy disponible para ti.
    -Me alegra que a tu novia no le moleste que sigas teniendo sexo conmigo.
    -Para nada. Últimamente me habla mucho sobre hacer un trío contigo.
    Un joven se acercó a las dos chicas.
    Ambas lo miraron.
    -Priscila, ahora no hay nadie en el baño de hombres. ¿Quieres ir a hacer algo antes de que termine el recreo?
    -No. Hoy no ando con ganas. Será en otro momento.
    El chico se alejó.
    -Qué tarado. Sólo lo hice con él una vez el año pasado durante una hora libre porque estaba aburrida y ahora cree que me atrae.
    Se rieron.
    Priscila se sorprendió al ver al chico que la había ayudado el día anterior.
    Él estaba conversando con un amigo.
    -Es él.
    -¿Quién?-preguntó Erica, antes de mirar al joven que señaló su amiga.
    -Es el que me ayudó ayer. Se llama Alex.
    -Nunca lo había visto antes. Debe ser de primer año. Uno nuevo.
    -Me gustaría hablar con él.
    -Está bien. Vamos.




    Estaban hablando sobre una película que habían trasmitido la noche anterior en un conocido canal de televisión.
    -Es malísima.
    -En una parte el tipo estuvo un rato largo disparando con la misma pistola. ¿Qué tenía? ¿Un cartucho mágico con 10.000 balas?
    -Eso fue lo peor.
    Alex sintió que alguien le tocó el hombro izquierdo. Se dio vuelta. Quedó totalmente sorprendido al volver a ver a la chica con labios de diosa.
    -Hola. Quiero hablar contigo. No interrumpo nada importante, ¿no?
    -Por supuesto que no-dijo inmediatamente Fabricio-.
    -No te molestará que te quite a tu amigo por un rato-dijo Erica-, ¿no?
    -¡Para nada!
    Alex se acercó a su amigo para decirle:
    -Es ella. La chica de la que te hablé.
    -Su amiga no está nada mal tampoco.
    Erica no tenía nada que envidiarle a su amiga. Era muy atractiva. Su cabello no era muy largo. Sólo le llegaba hasta los hombros.
    Fabricio se sorprendió cuando esa chica lo tomó de la mano y lo alejó de su amigo y de la chica con labios de diosa.
    -¡Hey! ¿Adónde me llevas?
    -Necesitan hablar en privado. Mientras nosotros vamos a ir al baño a hacer algo privado también.
    Fueron al baño de hombres.
    Algunos se sorprendieron al verlos entrar juntos en ese lugar.
    Entraron en una de las cabinas que albergaba un sucio inodoro.
    -¿Por qué me trajiste aquí?
    -No preguntes. Sabes muy bien por qué.
    Ella lo abrazó y posó sus labios sobre los de él.
    Fabricio abrió su boca.
    Sus lenguas se enfrentaron.
    Se besaron una y otra vez.
    Erica acariciaba el cuerpo del chico sin mostrar ninguna inseguridad.
    Él puso sus manos sobre la cintura de la chica. La acarició. De a poco se fue animando a ir más lejos. Acarició y apretó sus nalgas
    -¡Ah! ¡Me gusta! Aquí delante tengo dos cosas que se que también te gustaría tocar. ¿Quieres hacerlo?
    No podía hablar. Las sensaciones que lo invadían por vivir ese excitante y sorpresivo momento lo habían incapacitado en parte.
    -Lo tomaré como un sí.
    Erica se alejó de él por un momento para quitarse la chaqueta que formaba parte del uniforme y su camisa. Luego procedió a quitarse su sostén. Después tomó una mano del chico y la dirigió hacia sus pechos.
    Él los acarició, los apretó. Sintió los pezones erectos de la chica. Llevó su otra mano. Y siguió haciendo lo mismo con ambas.
    -¡Ah! Sí. ¿Te gustan mis tetas? ¡Ah! Decimelo. Quiero que me lo digas.
    Hablaba entre gemidos.
    -Me gustan tus tetas. Se ven deliciosas.
    -Puedes comprobarlo si quieres. ¡Ah! No me molestaría.
    Se acercó al pecho derecho y lo lamió mientras seguía tocando el pecho izquierdo con su mano derecha.
    Fabricio sentía su miembro erecto. Estaba listo para llegar hasta lo último.
    -¡Ah! ¡Ah! Detente. Ya es hora.
    Él se detuvo.
    Erica se agachó y le bajó los pantalones. Luego la ropa interior. Tomó el miembro con una mano. Lo masturbó. Le gustó escuchar gemir a ese chico que ni siquiera conocía. Notó que él era virgen. Veía la cubierta de piel que cubría la cabeza del miembro
    El otro ya había sentido algo parecido al masturbarse, pero ni se comparaba con sentir la mano de esa chica.
    -¡Ah! ¡Ah!
    -Te pusiste duro como una roca. Hace mucho que no se lo chupo a un virgen. No te va a molestar que tome tu leche, ¿no?
    No le respondió.
    Dejó de masturbarlo. Empezó a lamerlo. Seguía hablándole mientras lo hacía.
    -¿Te gusta esto? Dimelo. Quiero que me lo digas. Sino no seguiré.
    -¡Ah! Me gusta. ¡Ah! No te detengas.
    Siguió pasaba su lengua desde la base hasta la punta. De arriba hacia abajo. No se detuvo en ningún momento.
    Erica lo miró a los ojos antes de abrir su boca para meter el miembro dentro de ella. Cerró sus ojos y empezó a moverse. Hacia atrás y hacia delante. Acariciando el miembro con su lengua. Ansiosa de probar el semen que pronto despidiría.
    Fabricio grito de placer cuando sintió la humedad y la calidez de la boca de la chica sobre su miembro. Gimió sin sentir vergüenza.
    -¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! Toma toda mi leche. Vamos. ¡Ya viene!
    -Con gusto-pensó Erica.
    Dio un grito al tiempo que finalmente descargó todo.
    Ella finalmente se apartó y tragó el semen. Tenía sus labios manchados.
    Sorpresivamente el miembro echó otra carga, manchando el rostro y los pechos de la chica, quien sonrió.
    -Ah, no me lo esperaba. Faltaba más. Ahora tendré que limpiarme.
    Se puso de pie y tomó las prendas que se había quitado.
    -No tenemos más tiempo sino dejaría que me cojas. Será la próxima.
    Salió de la cabina.
    Fabricio se puso su ropa interior y se levantó sus pantalones. Suspiró.
    -Al fin estamos pasando por un buen momento de nuestras grises vidas, amigo Alex.




    Mientras tanto, en el patio.
    -No pensé que estarías en el mismo colegio que yo.
    -Dime. ¿Tienes novia o te gusta alguna chica?
    -Sí, me gustas tu.
    Alex se sonrojó. Contestó casi sin pensar. Evitaba mirar a la chica. Sus pechos le resultaban llamativos.
    Priscila sonrió.
    -¿En serio?
    -Bueno... Eres una chica muy linda.
    -¿Por qué no me miras?
    -Ah. Es que...
    -Te cuesta no ver mis pechos, ¿no?
    En el blanco.
    -No. No es eso.
    -Es por eso. Lo sé. No tiene nada de malo. No lo niegues.
    Alex estaba muy nervioso. Sentía su corazón latiendo más rápido que nunca.
    -No tienes novia y yo te gusto. ¿Puedo ser tu novia?
    La miró. Su nerviosismo se fue por un momento.
    -¿Por qué querrías ser la novia de un tipo que ni siquiera conoces?
    -Ya nos iremos conociendo. ¿Aceptas?
    -¿Qué importa si no la conozco?-pensó Alex-. Nunca en mi vida volveré a tener oportunidad de ser el novio de una chica como ella. Me mando.
    -¿Si o no?
    -Sí. Puedes ser mi novia.
    -¡Perfecto! Ahora quiero preguntarte algo.
    -Dime.
    -Tenía planeado que mi amiga me acompañara a mi casa, porque allí no habrá nadie hasta la noche y no me gusta estar sola, pero me gustaría saber si tu podrías acompañarme.
    Solo con una chica así.
    No pudo evitar que miles de ideas pervertidas transitaran por su cabeza.
    -Me gustaría, pero no puedo. Tengo que volver a casa.
    -Qué mala suerte. Entonces puedo acompañarte a tu casa.
    -Pero...
    Priscila lo abrazó. Acercó sus labios a los de Alex.
    El chico sintió su corazón latiendo aún más rápido que antes al tenerla tan cerca. Deseaba besarla.
    -No me dirás que no.
    -No lo haré.
    Sus labios se encontraron una vez más.
    Priscila permitió que la lengua del chico entrara y recorriera su boca a gusto.
    Se separaron.
    -No besas nada mal, Alex.
    -Sólo espero que tu visita no cause ninguna reacción extraña o negativa en mi familia.
    -Soy muy buena para caerle bien a quien sea. No te preocupes.

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