Hacia apenas unos minutos había salido del colegio. Ese día había empezado con sus estudios en la secundaria. Eran las 5:37 Pm. El sol del atardecer ofrecía su tenue luz.
Se puso a pensar en la suerte que había tenido con el sexo opuesto hasta ese momento.
No tenía novia ni la había tenido, pero al menos había besado a algunas chicas.
Obviamente quería más que eso. Quería tener una novia. No sólo porque eventualmente podría llegar más lejos. Deseaba querer a una chica y ser correspondido. Por lo menos una vez en su vida.
-Este año vas a lograrlo, Alex-se decía a sí mismo-. Solo tienes que esforzarte un poco más. Tienes todo lo necesario para conseguir una novia. Vas a lograrlo.
Él era como cualquier tipo normal. Estatura media, cabello corto de color negro, no tenía el aspecto de un galán de telenovela. Nada que pudiera llamar mucho la atención de una chica, pero aún así no perdía la confianza.
-Al menos soy normal-pensaba-. Podría ser un tipo terriblemente feo.
En su camino de regreso a casa pasó por una plaza. Caminó bajo las sombras de los árboles, bajo la luz del sol. Se detuvo cuando algo le llamó la atención.
En ese lugar, cerca de una de las bancas, estaba una pareja de adolescentes.
Un joven alto que tenía un largo cabello color castaño claro y que era bien parecido sostenía el antebrazo de la chica que estaba con él. Le gritaba.
La joven tenía los ojos cerrados y le respondía hablando normalmente. Sin gritar.
-Estúpida alma de buen samaritano que tengo-pensó Alex.
Al ver esa escena inmediatamente fue a ayudar a esa desconocida. Empujó al joven que estaba con ella.
-¿Quién eres tu? ¿Por qué mejor no te ocupas de tus asuntos?
-Mi nombre es Alex. Es asunto mío aunque no lo creas. No sé que problema tendrás con ella, pero no creo que justifique que le hagas daño.
El de cabello castaño miró a la chica.
-¿Qué significa esto? ¿Es tu nuevo novio, amante, o algo por el estilo?
-Nada de eso. Ni siquiera lo conozco.
Dirigió su mirada a Alex.
-Debería darte una paliza por entrometerte, pero no lo voy a hacer. Es tu día de suerte, chico.
Se dio vuelta. Antes de retirarse dijo:
-Ya no creo que valgas la pena. Haz lo que quieras, puta. ¿Crees que te necesito? ¡Para nada! Puedo conseguir otra chica que me deje hacerle lo que quiera sin problemas. Estoy bien armado. Tu sabes bien a qué me refiero. Nunca vas a olvidar las veces que te hice gritar y no de dolor. Adiós.
Alex se dio vuelta y miró a la chica que había defendido. Hasta ese momento no había podido tomarse tiempo para verla bien. Se puso algo nervioso.
Era muy atractiva. Tenía el cabello muy largo y de color negro. Delgada, pero no demasiado. Su bello rostro en el cual se encontraban sus deliciosos labios que resaltaban por el color rojo del lápiz labial. Pechos de buen tamaño.
Ella vestía una blusa y una falda que dejaba a la vista sus lindas piernas. Sus pies estaban cubiertos por unas zapatillas.
-¿Cómo te llamas?
-Me llamo Alex, linda. ¿Y tu?
-Mi nombre es Priscila.
-¿Quién es él? El tipo que estaba contigo.
-Mi novio. Mejor dicho ex novio. Gracias por ayudarme. Hoy en día no abundan los caballeros. Debo hacer algo para compensarlo.
-No fue nada-dijo Alex tratando de no mirarla, ya que cuando la veía por alguna razón su mirada se dirigía inmediatamente hacia los pechos de la chica-.
Sintió las delicadas manos de la chica sobre sus hombros.
Abrió la boca para decir:
-¿Qué estás haciendo?
Ella se le acercó.
Sintió que los labios de Priscila se posaron sobre los suyos y no parecían querer alejarse.
Él abrió su boca lentamente para permitir que la lengua de la chica hiciera contacto con la suya.
Llegó el momento en que finalmente se separaron.
Alex quería más. Deseaba más de esa chica. No sólo sus labios. Quería sentirla completamente. Sentir su piel y el calor de su cuerpo. Sólo con ese beso sintió que su parte baja reaccionó. Se había sonrojado.
-Se nota que te gustó mucho-dijo Priscila.
-Sin duda tienes los labios de una diosa.
-Qué lindo eres. Si no hubiera nadie en mi casa te pediría que me acompañes para hacer algo más. Adiós Alex.
Ella se fue, pero no sin antes tirarle un beso.
Alex se quedó mirándola mientras se alejaba. Admirando como se movía su trasero con cada paso que ella daba.
-Acabo de vivir un gran momento y lo peor es que nadie va a creerme cuando se lo cuente. Pero no importa. Este es el tipo de suceso que es mejor que no tenga testigos.
Siguió su camino a casa pensando que sólo había tenido mucha suerte aquel día y que seguramente nunca volvería a ver a esa chica con labios de diosa y cuerpo de chica de portada de la revista playboy. Por suerte estaba equivocado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario