Priscila miró al joven al que acompañaba.
Se dirigían a la casa de él.
-¿Por qué no hablas?
-Es que... No sé...
-Dime. ¿Algo te preocupa?
-No. Es solo que todavía no termino de entender todo esto.
-¿A qué te refieres?
-Todo pasó muy rápido. Ayer fue mi primer día de clases. Te conocí en esa plaza por la que pasamos hace un rato, nos besamos. Llega este día. Te vuelvo a ver, tu mejor amiga tuvo sexo oral con mi mejor amigo, me dijiste que querías ser mi novia y acepté, ahora estamos yendo a mi casa. Siento que esto está mal.
-¿Por qué?
-No te conozco. Creo que es demasiado pronto para que te considere mi novia. No te ofendas, ¿si? Creo que eres una buena chica. Me gustaría conocerte mejor y saber si podría resultar bien una relación contigo.
Alex se detuvo.
Priscila también.
-Esto es una mala idea. Te acompañaré a tu casa. Es demasiado pronto como para que te lleve a mi casa. Espero que sepas entenderlo.
-Sí. Lo entiendo, pero aún así quiero acompañarte.
-¿Por qué insistes tanto?
-Porque quiero conocerte y por otra razón que te diré cuando llegue el momento adecuado. Ya no puedes arrepentirte. Aceptaste que fuera tu novia. No te vas a librar de mi hasta que me muera o hasta que me de cuenta de que no eres mi hombre ideal.
Alex observó el bello rostro de esa chica que en ese momento era iluminado por el sol del atardecer.
Esa mirada era hipnótica. Era imposible resistirse a sus deseos.
-Está bien. Vamos.
-Si quieres conocerme mejor pregunta lo que quieras. Es la mejor manera de saber más sobre una persona.
Siguieron su camino.
-Puede que no quieras hablar de eso, pero debo preguntártelo. ¿Por qué terminaste con ese tipo que estaba contigo ayer? Si no quieres responderme no lo hagas.
-No hay problema con esa pregunta. Puedo responderte. Decidí dejarlo porque era un bruto y no me amaba. Solo estaba conmigo porque le gustaba cogerme.
Alex se sonrojó.
-Ah. Ya... entiendo.
-Si un hombre quiere estar conmigo tiene que corresponder mis sentimientos. Debe amarme.
-¿Tu lo amabas?
Priscila pensó en la noche anterior. Una expresión triste ensombreció su rostro. Ella había llorado hasta cansarse por aquel joven con el que había tenido una relación.
-Sí, lo amaba. Pero ya no importa.
-Perdóname. No quería hacerte sentir mal.
-Lo dije. Ya no importa. Ahora me toca a mi preguntar.
-Adelante.
-¿Eres virgen?
-Sí. ¿Por qué preguntas?
-Curiosidad. Tu turno.
-¿Crees que yo podría ser tu hombre ideal?
-Tal vez. Y si no resulta bien podemos seguir como amigos, ¿no?
-Sí. Seguro.
-¡Qué serio! Pensé que me preguntarías otro tipo de cosas. Los programas o películas que me gustan, la medida de mi busto, mis comidas preferidas, si bese a una chica, que me gusta hacer en mi tiempo libre. Ya sabes. Cosas como esas.
-Está bien. ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
-Me gusta leer. Me gustan mucho las novelas de género fantástico. Dibujo, aunque sé que no lo hago muy bien. Navego en internet. Reviso mi facebook, mi msn, y de vez en cuando veo algo de pornografía como todo el mundo. Como dulces mientras veo televisión estando acostada en mi cama. Soy algo perezosa. Creo que no hago nada productivo con mi tiempo libre.
-Así que tienes facebook.
-Si tu tienes uno puedes mandarme una solicitud. Las fotos que subí van a hacer que se te ponga duro como una roca. También tengo cuenta en poringa. Subí unas cuantas cosas. Ahí podrás ver más de mi.
Priscila le guiñó un ojo a su nuevo novio.
Alex se puso rojo como un tomate una vez más.
-Tu turno.
Siguieron así. Dirigiéndose preguntas hasta que llegaron a la casa.
Suspiró cuando estuvo frente a la puerta. Pensaba en la forma en la que reaccionaría su madre al ver a su nueva novia.
-¿Qué pasa? ¿Por qué no entramos? ¿Hay que tocar un timbre o algo?
-No sólo estoy reuniendo todo el valor que puedo en este efímero momento.
La puerta se abrió.
Una mujer se presentó. Vestía un jean azul, y un suéter morado. Su cabello era bastante largo y era de color castaño oscuro. Le habló a su hijo.
-¿Qué estás haciendo? ¿Esperas que te invitemos a entrar o qué? ¿Por qué...?
Se interrumpió al ver a Priscila.
-Hola señora. Buenas tardes.
-Hola. Qué linda chica. ¿Cómo te llamas?
-Priscila. Mucho gusto. Y usted es...
-Sofía. La señora de la casa.
-Mamá-intervino Alex-, ella es una ami...
-¡Soy su novia!-interrumpió Priscila.
Sofía miró de arriba a abajo a la chica que estaba frente a ella.
La mujer se colocó detrás de la chica. Le levantó la falda y le miró el trasero.
-¿Qué está haciendo?-preguntó sorprendida por la forma de actuar de la madre de su novio.
-¡Mamá! ¿Qué crees que estás haciendo?
-Estoy viendo el trasero de tu nueva novia. ¡Está muy claro!
A continuación soltó la falda de la chica y fue a abrazar a su hijo.
-¡Estoy tan feliz! Es muy linda, tiene tetas grandes y buen culo. ¡Es perfecta! Al fin vas a poder darme nietos, mi amor.
Alex frunció el ceño.
-¿No crees que es demasiado pronto para hablar sobre nietos?
Priscila se rió por la forma de actuar de aquella mujer.
-Qué simpática es, señora.
-No me llames señora. Llámame por mi nombre y no me trates de usted. También puedes llamarme mamá si quieres. Tenemos que hablar. Un té y galletitas. Quiero conocer a mi nuera.
-Ah, mamá. En realidad pensaba pasar con ella a mi habitación.
Sofía quedó sorprendida al escuchar a su hijo. Una pervertida sonrisa adornó su rostro. Se rió.
-Ya veo. ¿Necesitas preservativos?
Alex se sonrojó.
-¡No vamos a hacer eso! Sígueme Priscila. Por favor.
-Está bien, amorcito-dijo la chica-. Nos vemos después, mamá-dijo dirigiéndose a Sofía.
Siguió a su nuevo novio al interior de la casa. Subieron por una escalera.
La puerta de una habitación se abrió. Salió una pequeña chica que tenía el cabello corto. Estaba descalza. Tenía una camiseta blanca y unos pantalones cortos de color negro.
-Buenas tardes, nii-san.
Miró a la chica que acompañaba a su hermano mayor.
-¡Qué linda es! ¿Te escapaste de algún animé ecchi?
-Mi hermana menor. Es fanática del manga y el animé. A mi también me gustan, pero no estoy loco como ella. También hace cosplay.
-¿Una nueva amiga, nii-san?
-¡Soy su novia!
-¿Podrías acompañarme algún día a una convención? Con el cuerpo que tienes tranquilamente podrías hacer cosplay de Kanu de Ikkitousen o de Saeko de High school of dead. Yo nunca podría. Estoy totalmente plana.
-¿Cómo te llamas?-preguntó Priscila.
-Jesica. Tengo trece años.
-Yo soy Priscila. Tengo diecisiete años.
Jesica miró a su hermano. Le guiñó un ojo.
-Eres todo un galán, nii-san. Conquistaste a una chica mayor.
-Sí. Lo que digas. Vamos.
Finalmente fueron a la habitación.
Alex vio a la chica que apenas había conocido el día anterior revisando su habitación.
Ella miró debajo de la cama, levantó el colchón para ver que había debajo, observó detenidamente la biblioteca, revisó el armario, por último se dirigió hacia la cómoda. Observaba todo lo que encontraba. Parecía que también buscaba algo.
-¿Por qué haces esto?
-Para conocer más de tus gustos viendo tus pertenencias. Además. En algún lado debes guardar tus... Ya sabes. Lo que no quieres que los demás vean.
-¡Esperá! No abras ese cajón.
-Ah. Entonces está aquí.
Finalmente encontró lo que buscaba.
Uno de los cajones de la cómoda contenía algunas revistas con fotos de mujeres desnudas, pornográficas y algunos mangas hentai.
Una pervertida sonrisa se dibujó en el rostro de esa chica.
-Qué lindo. Eres un chico sucio, Alex.
-No quería que vieras eso.
Se puso a hojear una de las revistas que encontró. Le mostró a su novio una revista en la que había una foto de una mujer de cabello negro sentada sobre un sillón con las piernas abiertas enseñando su sexo.
-Que sexy. Muestra todo. Como me gustaría darle.
Dejó todo lo que encontró en el cajón de la cómoda que debía ocupar.
-No veo más. Sino me voy a excitar demasiado y voy a terminar violandote.
-¿Qué dijiste?
-Sí. Me gustan las mujeres. Soy bisexual. No te molesta, ¿no?
Unas imágenes nada aptas para menores pasaron por la mente de Alex.
-Ah no. Está bien.
-Seguramente me imaginaste haciendo cosas sucias con otra chica, ¿no?
-¡Claro que no!-respondió inmediatamente el chico.
-Si lo hiciste. Sino no te pondrías tan nervioso. Está todo bien, Alex. A la mayoría de las personas les gusta la pornografía. Aunque lo nieguen. Me alegra haber encontrado esas cosas. Si no hubiera encontrado nada de eso ya habría perdido el interés. No me gustan los chicos demasiado inocentes.
-¿Qué haremos para pasar el tiempo?
Priscila miró la cama y luego a su nuevo novio.
-¿Ah? ¿Estás pensando en hacer eso?
-No. Sólo bromeo. Vamos a jugar. Pon tu playstation 2. Vamos.
-¿Te gustan los videojuegos?
-Sí, y juego bastante bien. Ya lo verás.
Unos minutos después ambos estuvieron sentados sobre la cama. Cada uno sostenía uno de los controles conectados a la consola, la cual a su vez estaba conectada al televisor.
-¡¿Me ganaste?!-exclamó sorprendido Alex.
-Así es. Cuando utilizo a Mai, Athena y Yuri nadie me gana(luchadoras del juego king of fighters, aclaro por si hay algún enajenado que no sepa quienes son).
-Esto no se va a quedar así. De vuelta. ¡Vamos!
-Tu mamá es una muy linda mujer. ¿Cuántos años tiene?
-Tiene 39 años. Espero que no pienses en hacer ya sabes qué con ella. Hay que poner límites.
-No estoy pensando en tener sexo con ella, mal pensado-dijo ofendida Priscila-. Al menos no por ahora-concluyó hablando en voz baja.
-¿Qué has dicho? No te escuché.
-No importa. Tienes que saber algo sobre mí ahora.
-¿Qué?
-Me da algo de miedo decírtelo. Porque creo que pensarás soy una puta e inmediatamente perderás interés en mí.
-Dime lo que tengas que decirme. No tengas miedo. Yo no soy prejuicioso. Ya hablamos claramente de eso. No te conozco. ¿Cómo podría juzgarte sin conocerte bien?
-Está bien. Sucede que me gusta mucho hacer eso.
-¿Qué cosa?
-Ya sabes. Tener relaciones sexuales. A los 13 años perdí mi virginidad. Hoy en día si me preguntas con cuantas personas me he acostado, tanto hombres como mujeres, no te sabría responder.
-Bueno...
-Aún no he terminado-lo interrumpió esa bella chica-. Yo no creo que eso tenga algo de malo. El mundo es injusto. Los chicos pueden perder tranquilamente su virginidad a cualquier edad y si se acuestan con una mujer diferente cada día son considerados unos ganadores. Una chica que perdió su virginidad a una corta edad y se acuesta con quien sea es considerada una puta. ¿Tiene algo de malo que me guste mucho tener sexo?
Alex se quedó mudo después de escuchar las palabras de Priscila.
-No piensas que soy una puta, ¿no?
-No. Además, tienes razón. El mundo es injusto. Es injusto con todos. No hay excepciones.
Siguieron jugando mientras conversaban hasta que alguien golpeó la puerta de la habitación.
-Adelante.
Sofía entró.
-Alex, voy a salir a hacer unas compras. Voy a volver dentro de media hora. Van a estar solos. Pero no por mucho tiempo. Tu padre ya debe estar volviendo del trabajo. Quedas a cargo.
-Está bien. Ve con cuidado.
-Nos vemos más tarde. Si hacen cosas XXX traten de no hacer tanto ruido. Para que Jesica no se entere.
-No pienso hacer nada XXX. ¡Vete de mi habitación!
La mujer se retiro.
Siguieron jugando.
Priscila dejó el control que utilizaba en el suelo.
-¿Ponemos otro juego? ¿Ya te aburrió?
-No. Es solo que estaba pensando que no es mala idea.
-¿Qué cosa?
-Aprovechar que tu mamá se fue para hacer cosas XXX.
Alex dejó caer el control que tenía en sus manos. Tembló, su corazón empezó a latir rápido. La idea de hacer algo con esa chica le gustaba, pero también lo ponía algo nervioso. Se había imaginado a él mismo teniendo sexo con una chica todas las veces que se había masturbado, pero la verdad era que no sabía como proceder en esa situación en la realidad.
-No te preocupes. Lo harás bien. Yo te guiaré.
Priscila se puso frente a él y puso sus manos sobre sus hombros. Hizo que se recostara. Luego posó su voluptuoso cuerpo sobre el de ese joven.
Se besaron.
Ambos sintieron una inmensa satisfacción.
Ella al tenerlo dominado. Forzándolo a sucumbir ante sus bajos instintos.
Él tener entre sus brazos el cuerpo de esa adolescente tan experimentada que daba besos que lo hacían arder de placer. Olía bien. Su piel era tan suave.
Se detuvieron. Sus miradas se encontraron.
-Detengámonos. Mi hermana está en la otra habitación. Es muy curiosa. Si escucha algo raro seguramente vendrá a ver.
-Olvida lo demás. No escuches a tu mente. Préstale atención a tus sentidos. Nada más. No te preocupes por nada.
Priscila se alejó un poco para quitarle el suéter y la camiseta. Luego volvió a posarse sobre él. Besó sus labios otra vez. Luego fue bajando. Besó su cuello, su pecho. Se entretuvo lamiéndole los pezones.
-Qué sumiso eres-dijo riéndose-. Pero solo serás así hasta que tomes confianza. No tardarás mucho.
Sólo recibió unos débiles gemidos como respuesta a sus palabras.
Alex la acarició. Siguió recorriendo su piel con sus manos mientras ella se deleitaba con su cuerpo.
Esa pervertida joven se detuvo y lo miró.
Se miraron una vez más.
-Ahora te diré la otra razón por la que quiero estar contigo. Quiero conocerte y quiero pervertirte. Deseo quitarte tu virginidad. Todas las cosas sucias que has imaginado al masturbarte quiero que las hagas realidad conmigo. ¿Quieres verme masturbándome? ¿Te gustaría rociar mi cara o mis pechos con tu semen como lo hacen en las películas pornográficas? ¿Has pensado en hacer un 69? ¿Acabarías como nunca si te bajara los pantalones y te diera placer con mi boca? ¿Te gustaría que hagamos un trío con mi mejor amiga? Imagino que la respuesta a todas esas preguntas es sí. Todo lo iremos haciendo de a poco.
Priscila se levantó.
Él se sentó sobre la cama para verla desvistiéndose. Sentía que su miembro iba reaccionando a esos estímulos visuales.
Se quitó la chaqueta que formaba parte del uniforme escolar, y su camisa. Por último se quitó el sostén.
-Dejaremos lo mejor para después.
Alex espero que fuera con él. Se levantó y tocó esos pechos sin importarle que ella se lo permitiera o no. Los tomó entre sus manos. Acarició con sus dedos los pezones, los cuales se pusieron erectos.
Unos débiles gemidos brotaron de la boca de la chica. Se estaba excitando. Le gustaba aquel cambio en la actitud de su novio.
-Ya te estás poniendo más atrevido.
-Y te gusta.
-Claro que sí-concluyó antes de soltar un gemido cuando él empezó a lamer y chupar el pezón de su seno izquierdo.
La chica sentía que el calor y la humedad en su sexo se hacían presentes.
Alex disfrutaba dándole placer a aquella chica al tiempo que unos pensamientos lo invadían. No había logrado silenciar a su mente por completo.
-¿Qué estoy haciendo?- pensaba-. Mi hermana está cerca. Podría entrar sin golpear la puerta antes y nos vería. Esto no es correcto, pero no me importa. No pienso detenerme. No quiero hacerlo. Ya no puedo. Perdí el control completamente.
Su mano derecha fue descendiendo por el vientre de su novia. Llegó hasta su pubis carente de vellos. Lo excitó mucho sentir eso.
Él la miró sorprendido.
-Sí. Sin pelos. Así te gusta, ¿no?
-Sí.
Siguió descendiendo.
Finalmente introdujo su mano en la ropa interior de la chica. Acarició su sexo húmedo y caliente.
Ella soltó un fuerte gemido.
-¡Ahhhh! Sí. Tocame más. Allí.
La obedeció. Siguió tocándola y chupando sus pezones. La penetró con un dedo. Primero fue penetrándola despacio, pero fue aumentando la velocidad.
-¡Ay! ¡Asi! ¡Más! ¡Dame con todo! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!
Ya gemía descontroladamente. Sentía muy próximo el orgasmo.
Dio un estridente grito de placer cuando finalmente acabó.
-¡Ahhhhhh!
El sexo de la chica segregó una gran cantidad de fluidos.
Alex retiró su mano. Dejó de chupar los pechos de la chica. Su miembro estaba erecto y reclamaba una pronta atención.
-Yo te la limpio.
Priscila tomó su mano. Lamió sus dedos. Saboreó sus propios fluidos. Finalmente lo abrazó, como agradeciéndole por haberle dado tanto placer.
Le dijo al oído:
-Tu turno. Acuéstate.
La obedeció se acostó.
Ella le quitó los pantalones y su ropa interior.
Quedó ahí. Su miembro totalmente expuesto.
Se excitó aún más cuando esa pervertida adolescente se acercó para ver su miembro de cerca y se relamió.
-Qué grande es. No me lo esperaba.
-¿Podrías...?
-No hace falta que me lo pidas. Te lo chuparé.
-¿Podrías ponerlo entre tus tetas antes de hacer eso?
Sonrió antes de responderle.
-Por supuesto.
Se acomodó entre sus piernas. Puso ese miembro erecto entre sus pechos, los cuales tomó con sus manos para tener un mejor control. Empezó a masturbarlo. Estrujó ese pene entre sus pechos.
El gimió una y otra vez. Era demasiado excitante. Más de lo que había imaginado.
-Ahora siéntelas con tu pene. Mis deliciosas tetas te haran sentir un inmenso placer.
Movía sus pechos lentamente, pero empezó a aumentar la velocidad para excitarlo más.
Se detuvo cuando creyó que él se acercaba al orgasmo.
Alex la miró, como regañándola por haberse detenido.
-Lo siento. Quiero que acabes en mi boca. No podía terminar así.
-Está bien. Hazlo.
-Lléname la boca con tu leche. La quiero toda dentro de mí.
Se metió el miembro en la boca sin rodeos. No se tomó tiempo para masturbarlo y acariciarlo con su lengua. Quería saborear su semen lo más pronto posible. Por alguna razón sentía una terrible ansiedad por hacerlo.
Se movió de arriba hacia abajo lentamente. Iba hasta la mitad y luego retrocedía.
Alex gemía. Le excitaba mucho esa situación. En ese momento estaba sintiendo los labios de diosa de aquella chica de otra manera. El calor y la humedad de esa deliciosa boca cubría su miembro. Era genial.
-Hasta el fondo- le pedía-. Metelo todo.
-Garganta profunda para ti, mi amor-pensó Priscila, quien accedió al pedido de su novio.
Cubrió completamente el pene con su boca. Siguió dándole placer.
El chico dio un grito al llegar al orgasmo. Descargó su semen en la boca de su novia.
-Ahí lo tienes. Todo para ti. Bébetelo todo.
Priscila apartó su boca y tragó ese fluido. Luego suspiró.
-Qué rico. Me llenaste toda. Ahora es tu turno.
-¿Turno?
-Sí. Quiero que me des placer con tu boca.
Procedió a quitarse las últimas prendas que le quedaban. Su falda y su ropa interior. Se recostó y abrió sus piernas para mostrarle su sexo. Apartó los labios de su vulva para que pudiera ver bien. Para que apreciara el color rosa de su interior, su clítoris, y la entrada de su vagina.
-Con tu lengua. Házmelo.
La veía ahí. Sus mejillas encendidas, su cuerpo desnudo, su sexo húmedo y caliente.
Era muy excitante. Imposible negarse.
Alex acercó su rostro al sexo de Priscila y lo lamió. Fue por la entrada de su vagina. La delineó con su lengua. Lentamente. El aroma de esa intimidad femenina y el sabor de los fluidos. Le agradaba esa sensación.
Ella suspiró. Gimió. Se sintió bien.
-Así. Penetrame con tu lengua.
La escuchaba gemir. Le gustaba. Quería más. La llevaría al orgasmo otra vez. Estaba seguro. Procedió a lamer los labios de la vulva. Fue ascendiendo lentamente. Pronto llegó a aquel punto tan sensible.
Priscila gemía cada vez más. Estaba llegando al punto máximo del placer.
-¡Ahhhh! ¡Ahí! ¡Sigue lamiendome ahí! ¡Ah! Mi clítoris.
La penetro con sus dedos. Para darle más placer. Primero con uno. Luego con dos. La penetró rápidamente.
-¡Toma todo! ¡Bebe mis fluidos! ¡Ah!
Acabó una vez más. Derramó sus fluidos en la boca de su novio, quien los saboreó y los tragó con todo gusto.
Esa bella y pervertida adolescente suspiró.
-Wow. Me sacaste todo el jugo. ¿Te gustó?
-Sí.
Ese excitante momento fue interrumpido por alguien que llegó a ese lugar.
-¡Alex!
El joven reconoció perfectamente aquella voz. Se dio vuelta. Se encontró con su padre, quien estaba de pie frente a la puerta de su habitación.
Priscila se incorporó y también miró a ese hombre.
-¡Estoy muerto!-gritaba internamente Alex-. ¡Dibujen una silueta con tiza en el piso para que pueda acostarme porque voy a ser asesinado!
-¿Qué pasa?-se escuchó la voz de Jesica preguntando desde su habitación.
-¡No importa!-le respondió aquel hombre-. ¡Quédate donde estás!
-Hola señor. Mi nombre es Priscila. Soy la novia de su hijo.
-¡Este no es el momento más adecuado para presentarse!
-Mucho gusto. Mi nombre es Adriano. ¡Alex, si vas a hacer eso con una chica por lo menos cierra la puerta con llave! Tu hermana está en la otra habitación. Usa preservativo. Recuerda eso también. Nada más. Los dejo solos.
Se retiró. Cerró la puerta.
Alex suspiró aliviado.
-Menos mal. Pensé que iba a morir. Cuando mi mamá se entere de esto no va a parar de fastidiarme.
-Creo que ya sería mejor que vuelva a mi casa. Es tarde.
Ambos se vistieron.
Alex acompañó a su novia hasta la puerta de la casa.
-Te lo digo. No es necesario que me acompañes. No te preocupes.
-Está bien. Ve con cuidado.
Priscila se despidió de él dándole un abrazo y un beso. Antes de alejarse de él le dijo al oído:
-Espero que esta noche te masturbes pensando en mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario