-¿Por qué todo el mundo nos mira?-preguntó Fabricio a su mejor amigo mientras miraba a su alrededor.
Ambos estaban en el patio del colegio.
-Supongo que porque ayer te vieron a ti entrando al baño con Erica y a mi me vieron besándome con Priscila-respondió Alex.
-Al fin la gente se fija en mí y no porque me hayan humillado de alguna forma. Por cierto. ¿Cómo te fue ayer? Fuiste con ella a tu casa, ¿no?
-Sí.
-Y bien.
-¿Qué quieres?
-Que me digas que pasó.
-Ah. Preferiría no hablar de eso.
-¿Pasó algo malo? ¿Acabaste rápido? ¡Espera! ¡No me digas que no se te paró! Eso a nuestra edad sería muy preocupante.
-¡Baja la voz!-regañó Alex a su compañero-. Hicimos algunas cosas, pero no cogimos. Aún soy virgen.
-¿Qué cosas hicieron? ¿Te la chupó?
-No quiero hablar de eso. Preferiría no hablar de lo que haga en privado con una mujer.
-No hace falta que me des detalles obviamente. Sólo decime que hicieron.
Alex escuchó a alguien llamándolo. Era nada más y nada menos que su novia, la cual estaba acompañada como siempre por su mejor amiga.
-Te llaman-señaló Fabricio-. Bueno. Hablamos después. Si Priscila y vos necesitaran hablar en privado llámame-concluyó guiñándole un ojo a su amigo.
-¡Nunca cambias, degenerado!
-¿Degenerado yo? Tu eres el que no se anima a decir lo que hizo en privado con una chica. ¿Qué cosas sucias hiciste? ¿Ahora te avergüenzas de lo que hiciste?
-¡No es asunto tuyo!
Las chicas de tercer año notaron que Fabricio se alejaba.
-Dile a tu amigo que venga-dijo Erica-. No lo dejemos de lado, Alex.
-Sí, que venga-la apoyó Priscila.
Volteó para ver a su compañero.
-No te vayas, Fabri. Las chicas quieren que vengas.
-Ah. Está bien.
Pasaron el recreo conversando con esas bellas y atractivas chicas. Solo estar junto a ellas ya era una suerte.
Sonó el timbre.
-¡Ay, ya terminó!-se lamentó Priscila-. Nos vemos en el segundo recreo, amorcito.
-Como me gustas-dijo en voz baja Alex.
Su novia lo escuchó. Sonrió.
-Sé que te gusto mucho. Quisieras tenerme toda para ti una noche entera, ¿no?
-¿Escuchaste lo que dije? O__O
-Tengo muy buen oído.
Se dividieron. Ya tenían que volver a clases.
Fabricio fue detenido por alguien mientras volvía a su salón junto con su amigo. Cuando se dio vuelta para saber quien lo había agarrado del brazo se encontró con Erica.
-Tengo que hablar contigo-le dijo sonriendo la chica.
Alex siguió su camino. Los dejó solos.
-Sí. ¿Que se te ofrece?
Se había puesto algo nervioso. Cada vez que la miraba recordaba lo que había sucedido apenas el día anterior. No podía evitar pensar en eso.
-Sólo quiero decirte que me dio pena dejarte a medias ayer. Uno de estos días podemos hacer lo que falta si quieres. Tal vez prefieras tener tu primera vez con una chica de la que estés enamorado.
-¿Por qué no lo hacemos ahora?
-¿Qué has dicho?-preguntó sorprendida Erica.
-Solo bromeaba. Ya terminó el recreo y tenemos que volver a clases. Si no aparecemos se van a preguntar donde estamos. Sé que no podemos hacerlo ahora..
-Sí que podemos. Es una buena idea. Deberíamos ir al salón, pero no lo haremos.
Agarró del brazo al chico y lo llevó con ella.
-Esta vez lo haremos en el baño de chicas. Para variar.
-¡No puedo entrar ahí!
-Yo no puedo entrar en el baño de chicos y ayer entré sin problemas. No te vas a morir por entrar en el baño que no te corresponde.
Otra vez la misma situación. Entraron en una de las cabinas que contenía un inodoro.
Erica empezó a besar y acariciar a Fabricio con toda libertad. Puso su mano en la entrepierna del chico. Frotó esa parte tan sensible. Escuchó sus gemidos.
-No deberíamos estar aquí-dijo ella-. Eso lo hace tan tentador. Es algo prohibido. No seas tímido. Tócame. Todo está permitido.
El joven la besó. Le desabrochó la chaqueta y la camisa. Por último levantó su sostén. No quería esperar a que ella misma se lo quitara.
-No puedes esperar a que me desvista, ¿no? Adelante. Haz lo que quieras.
La chica gimió cuando sintió sus manos acariciando y apretando sus pechos.
Gemidos que pronto fueron acallados por los besos de ese chico que tanto la deseaba.
Fabricio dejó de besarla. Posó su boca sobre el pecho derecho de Erica. Lamió y chupó el pezón con todo gusto.
-¡Ah! Así. ¡Ah! Chupame las tetas. Me encanta.
No se detuvo ahí. Llevó una mano hacia la entrepierna de la chica. Frotó su intimidad por encima de la ropa interior. Aún así pudo sentir la humedad y calidez de su sexo.
Erica gimió descontrolada. Le causaba tanto placer sentirlo lamiendo sus pezones y frotando su parte más intima. Sabía que si seguía así pronto llegaría al orgasmo.
-¡Ah! ¡Ah! ¡Detente!
El otro no reaccionaba.
-¡Si sigues así voy a acabar! ¡Todavía falta lo mejor!
Fabricio se detuvo. Se apartó de ella.
Erica respiró profundamente.
-Como me subiste la temperatura-dijo la chica.
-Lo mismo digo.
Se bajó los pantalones y su ropa interior. Dejó a la vista su miembro erecto.
Ella tomó ese pene con una mano y lo masturbó.
-Me gusta tanto sentirlo así. Duro como una roca. Ya quiero tenerlo dentro de mí.
Procedió a quitarse la falda y la ropa interior. Le dio la espalda. Se movió al ritmo de una música que parecía que solo ella podía escuchar. Meneó su trasero para tentarlo aún más. Tocaba su cuerpo.
-¿Te gusta mi culo?-le preguntó mirándolo por encima del hombro.
-Sí. Me gustaría cogerte por detrás. Metertelo en el ano.
-Qué sucio eres.
Finalmente dejó su baile erótico y posó su espalda sobre una de las paredes de aquella cabina.
-Acercate.
Fabricio se le acercó. Posó la punta de su miembro sobre la entrada de su vagina. La miró fijamente antes de penetrarla. Fue tan excitante verla gemir con las mejillas enrojecidas cuando la penetró. Se sentía algo nervioso. Pensaba que podía acabar en cualquier momento.
Erica acarició su mejilla.
-¡Ah! Puedo sentirlo. Tomalo con calma, ¿si? Trata de no acabar enseguida. Hazme disfrutar el momento.
Él simplemente asintió. Empezó a moverse. Hacia atrás y hacia delante. Lentamente.
Ambos gimieron.
Fabricio sintió el calor del cuerpo de esa chica tan atractiva. Lo excitaba mucho la calidez y humedad de ese sexo femenino cubriendo su miembro. Lo incitaba a moverse más rápido para escucharla gritar de placer.
En ese momento una chica entró en el baño.
Su nombre era Vanina. Era de baja estatura y llevaba unos anteojos. No era fea, pero no tenía un cuerpo que llamara la atención a muchos chicos. Era del mismo curso que Alex y Fabricio.
Pensaba entrar en una de las cabinas para hacer sus necesidades, pero se detuvo cuando escuchó los gemidos, los ruidos que producían los dos que estaban teniendo sexo.
-¡Muévete más rápido! ¡Ay! ¡Así! ¡Ah! ¡Ah!
-¡Voy acabar!
-¡No! ¡Aguanta un poco más, niño!
La reconoció perfectamente. Era la voz del chico que le gustaba. Él estaba teniendo sexo.
Vanina se excitó al oírlo. Se imaginaba a ella misma en el lugar de esa chica que estaba siendo penetrada por su amado. Llevó su mano hacia su entrepierna, la introdujo en su ropa interior. Tocó su sexo. Se masturbó.
Fabricio se movió más rápido. Su pene entraba y salía de esa vagina con rapidez. Ya no podía resistir mucho más. Acabaría en cualquier momento.
-¡No puedo contenerlo más! ¡Tengo que hacerlo! ¡Ah! ¡Ah!
-¡Ah! ¡Ahora sí! ¡Hazlo! ¡Ah!
Ambos llegaron al orgasmo.
Erica sintió un gran placer cuando el otro descargó dentro de ella.
La chica ajena a esa situación, pero que estaba tan excitada como ellos también acabó. Solo cuando terminó pensó en lo que había hecho y se sintió avergonzada. Tratando de no hacer ruido fue a lavarse las manos y se retiró de allí corriendo totalmente sonrojada.
-¿Escuchaste algo?-preguntó Fabricio, quien aún estaba abrazado a esa chica de tercer año y sintiendo así el calor de su cuerpo.
-No.
-¿Cómo estuvo?
-Nada mal. Pero te hace falta práctica.
-Si tuviera con quien practicar practicaría.
El chico se apartó de ella y se puso su ropa interior y sus pantalones.
Erica se vistió también.
-Quiero que sepas algo. Yo, al igual que Priscila, soy bisexual. Tengo una novia a la cual quiero mucho y de vez en cuando me divierto con mi amiga. Pero a veces me dan ganas de variar. Es decir, hacerlo con un chico. ¿Quieres ser mi compañero de juegos?
-¡¿Hablás en serio?!-preguntó sorprendido Fabricio.
-Claro.
-Sí. Voy a ser tu compañero de juegos. Como quieras.
Entró a su salón con miedo. Sabía que era más que obvio que lo regañarían, pero tenía preparado algo que él pensaba que era una buena excusa.
-¿Por qué no vino inmediatamente al salón después de que sonó el timbre?-la pregunta amenazante de la profesora.
-Estaba en el baño. No me sentía muy bien. Por eso.
-Ah. ¿Estás bien? ¿Necesitas que llamemos a tu casa?
-No. Voy a estar bien. Puedo aguantar hasta que llegue la hora de salir.
-Ve a tu lugar.
Su asiento estaba detrás de todo. Allí lo esperaba Alex.
Por casualidad su mirada se encontró con la de una chica que usaba anteojos. Ella se sonrojó y agachó la cabeza. Le resultó muy extraña esa reacción.
Finalmente ocupó su lugar.
-¿Qué pasó, Fabri?
Fabricio respiró profundamente.
-Estuve divirtiéndome con la mejor amiga de tu novia. Después te cuento.
-No. No es necesario que me cuentes. Ya me imagino qué sucedió.
Erica llegó al salón y fue a sentarse ignorando totalmente los regaños de la profesora.
-¿Haciendo de las tuyas?-le preguntó sonriendo Priscila.
-Sí. Con el amigo de tu novio.
-Espero que lo hayas disfrutado.
-¿Cuándo lo vas a hacer con tu lindo y virgen novio?
-Cuando tenga oportunidad para estar a solas con él en mi casa.
-¿Por qué no lo haces en su casa?
-En su casa siempre están su hermana menor y su mamá. No podemos estar a solas. No importa. Soy muy paciente. Ya tendré oportunidad.
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